❝Love Gummy❞ | 𝐇𝐚𝐧𝐊𝐧𝐨𝐰

✿ 04

Las mañanas eran el más grande enemigo de Lee Min Ho, porque incluso cinco alarmas continuas no conseguían despertarlo. El azabache tenía el sueño tan pesado, que podía haber un ataque nuclear justo en su calle y él jamás se enteraría. Por lo tanto, el asistir temprano a clases fue un sacrificio que consideró valer la pena para desenmascarar a su admirador. Incluso su madre le miró sorprendida mientras salía por la puerta comiendo una manzana y con energías suficientes para iniciar el día.

MinHo deseaba restregar su victoria en el pálido rostro de su mejor -y único- amigo. También anticipando una catástrofe, donde el rubio salía vencedor. Según el azabache, podría atrapar al anónimo a mitad del acto y entonces... Realmente no tenía idea de lo que haría al atraparlo.

Cuando ingresó a los interminables pasillos de su colegio, sintió la ráfaga de viento helado acompañada de una sombría soledad. Eran pocos los alumnos que concurrían a esas horas de la mañana, si no fuera por un par de profesores diría que estaba completamente solo. Caminó deprisa hasta su aula, huyendo del desértico laberinto con casilleros.

Una luz al final del pasillo le hizo dar con su aula, de estar a oscuras habría chocado con la pared. Cuando ingresó se encontró con el obsequio diario pero no había rastro del remitente. No pudo contener su resoplar frustrado, fue hasta ese segundo que pudo ver más allá. No estaba solo. Al fondo del aula, en el pupitre de siempre pudo distinguir una cabellera peliazul quien le miraba enarcando una ceja.

¿Qué demonios haces aquí? Le gritaba con sólo la mirada, y MinHo se contuvo de entornar la suya.

Aunque, el azabache también debería preguntarse eso. ¿Qué hacía el alumno más vago de su clase tan temprano en la mañana? Juraría qué el peliazul se saltaba las primeras horas. Nunca le había prestado atención, pero si Han ya estaba ahí ¿él pudo ver quién dejó el obsequio? La mirada del menor se iluminó en esperanza.

— ¿Qué me ves, princeso? — cuestionó borde, desviando la vista del escrutinio ajeno.

¿Qué hacía MinHo allí tan temprano?

El azabache sonrió con malicia, acercándose hacia JiSung con un mirar inocente. El peliazul podría jurar que un puchero estaba apunto de desbordar por sus labios, le miró con confusión ¿por qué se estaba acercando? ¿por qué lo mira de esa forma? ¿por qué está tragando saliva de forma nerviosa?

— Oh~ si es mi querido compañero de clase, JiSung. — sonrió haciendo que sus ojos se volvieran dos medias lunas. — ¿De pura casualidad no viste quien dejó este lindo obsequio en mi pupitre? — la amabilidad se derramaba sobre sus labios, pero se sentía más falsa que nada. JiSung bufó con molestia, no había otra razón por la cual le hablara.

— ¿Crees que llego temprano para darle rostro a tus pretendientes, mocoso? — el peliazul regresó su atención hacia el libro que se mantenía leyendo antes de que Lee irrumpiera en el aula.

— Vamos~ tal vez viste a alguien. — y el puchero finalmente apareció, mientras juntaba sus manitas en súplica. — Sino pensaré que fuiste tu quien lo dejó. — acusó inflando sus mejillas y señalando la punta de su nariz.

El peliazul regresó a mirarle nuevamente, enarcando una ceja mientras se cruzaba de brazos. Analizó cada expresión de su rostro, nada reflejaba que sospechara de él. MinHo solamente quería chantajearle.

— No lo sé, Lee. Puedes pensar lo que desees. — su libro volvió a estar en primer plano, sin molestarse en darle algo de su atención. — Solamente escuché a un chico entrar... salió tan rápido como entró.

— ¿Sabes leer? — cuestionó en cambio, sin tomar seriedad ante la información que le había sido otorgada. Su mirada reflejaba sorpresa fingida y mofa.

— No, me gusta ver los dibujitos — murmuró con sarcasmo, omitiendo un insulto al final pero bastante claro en la oración. — Ahora fuera de mi vista, sigue jugando al detective.

MinHo bufó ofendido, entornando los ojos con fastidio y maldiciéndolo internamente.

— Espero que el libro para colorear de Dora la exploradora no sea tan complejo para ti, JiSunggie. — canturreó en burla, tratándole como si se tratara de su primo con 5 años.

— Estoy leyendo Hamlet, ahora desaparece. — gruñó, pasando la página de su libro. — Por cierto, si te sirve de ayuda hay algo que si sé de tu admirador. — apenas y despegó la vista del renglón que leía.

— ¿Y qué es? — regresó en sus pasos para mirarle con ilusión.

— Que está ciego. — le miró finalmente, sonriendo triunfal ante su expresión genuina de fastidio.

La espalda del azabache salió enfurruñada del aula, sin disposición a compartir aire con aquel sujeto peliazul. JiSung soltó todo el aire que retenía, debía ser más cuidadoso con sus acciones.