San Valentine.
Aún podían sentirse los restos del invierno, incluso si las tonalidades rosadas y carmesí adornaban cada calle en Seoul. Había flores, chocolates, peluches y todo tipo de objetos alusivos a la festividad.
Incluso si cierto castaño tímido tenía 10 años de vida, este era su primer San Valentine real. Bien, hoy era el día. Era el momento. Debía ser un hombre, o en todo caso, un hombrecito.
14 de febrero fue el día predilecto para confesar su amor por cierto azabache hiperactivo y juguetón, JiSung consideraba perfecto el momento.
Ahora o nunca.
Había comprado un bonito arreglo con golosinas de todo tipo, seguramente a MinHo le gustaría. Pues su amor platónico tenía una obsesión con todo lo que fuese dulce. Oh~ si contara todas las veces que deseo ser un hombre de jengibre para ser amado por su MinHo.
Temprano en la mañana, a primera hora; su madre lo dejó frente al colegio antes de irse a cumplir su jornada laboral, todo sin cuestionar absolutamente nada acerca del obsequio que su hijo llevaba aquella mañana. El castaño Han se despidió de su progenitora e ingresó al instituto, debía esperar el momento adecuado.
¿O debía buscarlo y terminar con esto pronto? Algo en su estómago se revolvía en ansiedad, y él no sabía si se trataba de algo como: "Esta es la señal, es el momento. Hazlo", o por el contrario, más bien algo como: "No, mala idea. No lo hagas".
Antes de que su cerebro formulara una decisión coherente, terminó por preguntarle a un compañero de clase si había visto al pequeño Lee.
"Está en el gimnasio ayudando con otros a adornar" recibió en respuesta. Sí, era buena idea. Este era el momento en que se volvería un niño maduro de 10 años.
Cogió su obsequio y caminó todo el trayecto hasta el gimnasio. Asomó su respingada y perfecta nariz por la puerta metálica, haciendo notar sus ojitos miel para ver como muchos alumnos y padres de familia caminaban de un lado a otro procurando acomodar los adornos y demás dinámicas para el festival del colegio.
Entró a hurtadillas, ocultándose detrás de un barandal de las gradas que usaban para ver las partidas de baquetball. Miró en todas direcciones, bien, ahí estaba. MinHo ayudaba a la profesora de artísticas con un enorme adorno en forma de corazón. JiSung sintió su aire desaparecer.
No, no podía hacerlo. Comenzó a sentirse ansioso.
—Sólo deberías ir ahí y decirle, "Hey, MinHo. Feliz San Valentine" le das el obsequio y te vas corriendo. —sugirió alguien a su lado, sonriendo con ternura al notar el rubor que cubría las mejillas del pequeño chico.
El castaño dió un salto, mirando asustado a la mujer joven de cabello azabache atado en un chongo desalineado, ésta estaba sentada en la grada. Rodeada de listones a medio cortar y chocolates en enormes bolsas del supermercado.
—Y-Yo no...
—Vamos, puedo ver como lo miras. —le miró divertida, para después seguir con su tarea de colocar caramelos dentro de pequeñas canastas.
JiSung suspiró, resignado.
—¿Se nota tanto? —cuestionó preocupado. Si aquella ajhuma lo había notado, seguramente MinHo lo sabía ya.
—Un poco demasiado —asintió, soltando una pequeña risita. —¿Sabes? Te daré un consejo, se un poco más indiferente con él.
—¿Disculpe? —le miró confundido.
¿Qué clase de consejo era ese? Quería que le hablara, que fueran amigos, que comieran el almuerzo y rieran de la profesora que dormía durante su clase. Y todo eso, juntos.
Juntos.
Ser indiferente, ¿de qué iba a ayudar?
—MinHo es un chico egoísta, bastante mimado he de confesar. —miró al azabache, su pequeño bebé estaba creciendo tan rápido. —Es por eso que cuando alguien no voltea a verle él se enfada, cree que puede tenerlo todo. Por eso se empeña en sacar buenas notas y demás, para que sus compañeros dejen de minimizarlo. Si tu vas tras él de forma directa, jamás va a hacerte caso. Si ya lo tiene, entonces no lo quiere.
—P-Pero...
—Lo digo en serio, harás crecer aun más su ego. —rió con cierta elegancia, aún recuerda todas las monedas que gastó tratando de sacar un peluche de una máquina en el centro comercial. Peluche que su madre se ofreció a comprar con tal de irse a casa. Ah, tan orgulloso.
—¿Por qué me dice eso, ajhuma? ¿Cómo es que lo sabe? —le miró con cierta sospecha. Debía estarle tomando el pelo.
—Porque es mi hijo, pequeño. —respondió, encogiéndose de hombros.
JiSung casi se atraganta con su saliva. Sintiendo sus mejillas arder. Estaba frito, realmente estaba frito.
—Tranquilo, no le diré nada. —sonrió al verlo entrar en pánico, los chiquillos eran tan divertidos.
—¿Y por qué me aconseja entonces? —le miró preocupado, ¿acaso se estaba burlando de él?
—Me gusta la forma en que lo miras, déjame decirte que lo que toda madre quiere es que su hijo encuentre a alguien que lo mire como si fuera la galaxia entera. Me agradas. —le regaló un guiño. Consiguiendo que el rubor del castaño creciera aún más.
—Quizás sólo sea un amor de niños —murmuró JiSung con cierto desánimo, él realmente lo había considerado. Pues su hermano mayor se encargaba de romper su sueños, o como él decía: "hacerte entrar en razón".
—Si es de esa forma, entonces dale esa canasta. —dijo la mujer de forma solemne—... si es que piensas que valdría la pena un futuro con él aunque sea efímero, entonces da la vuelta y busca un plan para hacer que MinHo te miré sin pensar que lo idólatras.
JiSung miró el obsequio y luego al azabache, pensándolo seriamente. Tener un futuro con MinHo; reír, almorzar, jugar y hacer la tarea... Juntos. Él quería, claro que sí. Pero...
¿Qué podía saber él del amor? ¿Qué podía saber de la vida? Vamos, sólo era un niño de diez años.
Un niño que cogió su canasta y dió media vuelta, dispuesto a hacer algo al respecto. Siguiendo su instinto, o quizás... su corazón.
JiSung bebé, ay. Me lo imagino todo reconchito 😭😭
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❝Love Gummy❞ | 𝐇𝐚𝐧𝐊𝐧𝐨𝐰
Fanfiction𝐇𝐚𝐧𝐊𝐧𝐨𝐰 | A HanKnow Adaptation - El destino sabe a caramelo - Juzgar a un libro por su portada lleva a MinHo directo al desastre, cuando descubre que posiblemente su "bully" personal es literalmente lo opuesto a aquello que le muestra. El chi...