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La mente del castaño siempre funcionó de diferente manera, pero incluso con diez años de edad lo único que compartía con sus compañeros era el gusto por las golosinas. La señora Han tenía que chantajearle con un botín de dulces para que comiera su desayuno, había estado días sin querer probar bocado y Jisung solamente los guardaba en sus bolsillos para esconderlos celosamente dentro de su casillero hasta la hora del almuerzo.

Los pasillos estaban desolados, todos los alumnos se encontraban en la cafetería así que el castaño aprovechó para recoger los ositos de goma que su madre le dió esa mañana. Estaba por dar vuelta en el pasillo cuando percibió indicios de una discusión.

—¿Vas a llorar bebito? Awww~ pobrecito —no existía dulzura en aquellas palabras, el sujeto parecía molesto con el pequeño azabache a quien Jisung aún no distinguía correctamente.

—Déjame en paz, Youngjae —murmuró el azabache, bajando la mirada ante los centímetros que le llevaba su 'agresor'.

Fue hasta el momento de escuchar aquella dulce voz que el castaño le reconoció. La reconocería donde fuera.

—Mocoso chillón —bufó Youngjae, alejándose del azabache y pateando la mochila que yacía en el suelo. La cual había caído en medio de un fallido forcejeo.

El castañito luchó contra su impulso de cruzar su pie en el camino de aquel chico, justo cuando caminaba junto a él para marcharse. Sin embargo, solamente pudo caminar hasta su casillero con intenciones de ignorar a aquel chico que intentaba recoger sus cosas. Se pensó invisible, mientras ocultaba su rostro dentro del casillero, buscando sus gomitas agridulces. Lastimosamente, no consiguió ignorar sus tenues sollozos. El pasillo estaba desolado y Minho no parecía avergonzado de su presencia, tal vez ni siquiera la había notado.

Incluso si intento ser indiferente al chico, terminó sucumbiendo ante su táctica llamada de auxilio. Suspiró rendido, cogió la bolsita con ositos de goma y cerró su casillero.

Minho estaba sentado con el rostro escondido entre sus rodillas, tratando inútilmente de cubrir sus lágrimas de impotencia.

Jisung suspiró rendido, no podía simplemente ignorarlo.

No podía.

Una bolsita plástica chocó suavemente contra la coronilla del azabache, quien alzó la mirada ante el llamado. Sus expresivos orbes oscuros le miraron confundidos, chispando fuegos artificiales al ver gomitas frente a él.

—Toma, y deja de llorar —desvió la mirada, sin intenciones de conectar con el menor.

—Gracias, emm~... ¿Cuál es tu nombre? —Minho parecía inseguro de cruzar palabras, y aún más tímido cuando cogió el regalo.

Jisung quedó helado, sin saber muy bien que expresar con sus facciones. Su rostro era un divino poema.

¡¿Llevaban años compartiendo salón de clases y Minho no sabía su nombre?! Jisung se sintió ofendido, ¿cómo era que no sabía su nombre cuando el suyo no salía de sus pensamientos? Tal parecía que el azabache creía mejor saber el nombre de su bravucón.

—No importa —murmuró, dando la media vuelta para irse de aquel pasillo.

Tras ese suceso, no hubo espacio vacío en las libretas del castaño que no contuvieran un 'Eres un idiota, Lee Min Ho'. Un contrato inválido para su molestia hacia el azabache, un contrato con letras pequeñas que anunciaban algo como: "Demonios, no puedo odiarte".

Incluso si Han Ji Sung no se consideraba alguien descuidado, apenas mantuvo la guardia baja dejó al alcance algo que se supone no debería.

—¿Quién es Lee Min Ho? —había preguntado el aún pelinegro de abultadas mejillas, y su castaño amigo saltó desde el otro rincón de la habitación para arrebatarle su libreta.

—Nadie —gruñó, guardando con recelo la evidencia.

Hyunjin le miró estrechando la mirada, sospechando que algo debía estar escondiendo. Sin embargo, la confianza no era uno de los fuertes en su relación.

El tema quedó ahí, y aunque Jisung lo creyó zangajado. Hyunjin no olvidaba tan fácil.

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❝Love Gummy❞ | 𝐇𝐚𝐧𝐊𝐧𝐨𝐰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora