El mesero.

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Esto más que tener modismos de Argentina, van a ser de México, ya que lo basé en un vídeo que ví y en parte con un pequeño rol que hice con alguien.
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Discusión antes de ir a comer...
Era bastante habitual que peleen, pero era su luna de miel, el azabache ya estaba harto de que siempre sea lo mismo.
Durante el viaje no hablaron mucho, cada uno estaba metido en sus pensamientos.

Al llegar al restaurante, Iván observó el lugar; no era lo mejor del mundo, pero suponía que iba a estar bien.
Entraron y se sentaron en donde pudieron.

-¿Ya sabes que vas a pedir?-Habló el menor; el contrario negó con la cabeza.-...bien, yo tampoco.-Murmuró entre dientes; no mucho después, un chico joven y atractivo se les acercó.

Ambos lo miraron, debía ser el mesero...y para Iván era tan bello...era bajito, castaño, de ojos verdes y ojerosos, lindos rasgos faciales, y esos labios...esa sonrisa...

-Hola, buenas tardes, me llamo Rodrigo y voy a ser su mesero.-Sonrió al presentarse.

-Hola, buenas tardes, este...estoy de luna de miel con mí esposo y lo traje a comer, ¿Verdad que si mí amor?-Le sonrió.

-Mhm...a una pinche fonda.-Dijo el pelinegro, aún seguía un tanto molesto; tanto Sebastián como Rodrigo decidieron ignorar eso.

-Ah, ¿De luna de miel? ¡Pues muchas felicidades!-Volvió a sonreír feliz por la pareja.- Mire, ahorita tenemos órdenes de tacos de ochenta y ciento veinte pesos.

-¿Ochenta y ciento veinte? ¿Y que diferencia tienen?-Preguntó el menor.

-Ah, pues, cuarenta pesos.-Explicó con simpleza el chico; Iván rió lo más leve y silencioso que pudo.

Por otro lado, el menor lo miró un tanto serio.

-No, me refiero a que si los tacos de ochenta vienen solos.

-¡Ahh!, No, no, no vienen solos, yo se los traigo.-Iván rió más fuerte.

-¡Que chistoso es!-Dijo encantado con el oji-verde.

-Si, muy...chistoso.-Murmuró su esposo.- No, ¿Sabes que? A mi nada más tráeme unos camarones.

-Muy bien, unos camarones, ¿A la diabla?

-No, la diabla no se que vaya a pedir...-Hizo una clara referencia a su marido, quien lo miró bastante mal.

-Que chistoso...-Dijo con una sonrisa y tono de voz sarcásticos para luego ver al mesero y cambiar totalmente su actitud.- Yo no sé que agarrar, ¿Que me recomienda, joven?

-Pues no sé si le guste el chile...-Al parecer, ambos estaban fascinados con el otro.

Y claramente no perderían la oportunidad de demostrarlo.

-Me encanta.

-Pues le puedo dar unas enchiladas...

-¿Que pedo, que pedo?-Sebastián notó las insinuaciones.

-¿Y su chile...pica mucho?-No hablan de comida..., pensó el menor.

-Pues hágalo enojar para que vea.

-¡Eh, eh, ya estuvo bueno! ¿No? ¡Traigale unos pinches tacos!-Intervino en la situación; estar de luna de miel y que eso pase...no le gustaba, para nada.

-Agh...-Iván rodó los ojos al oir a su esposo.- Está bien joven, traigame unos tacos.

-Claro que si, ¿Unos tacos? ¿De cuáles va a querer?.-El castaño alzó una ceja viendo al chico.

-Deme unos de lengua.

-Perfecto.-Y lo besó, metiendo su lengua sin preocupación alguna; el azabache correspondió. Sebastián no sabía qué hacer.

-¡Ya vámonos a la chingada!-Dijo sacado de onda.

-Vete tu, yo estoy comiendo...-Fue la simple respuesta del azabache al separarse.

-Pues, así si dan ganas de quedarse, ¿No?-Dijo el castaño; el pelinegro solo asintió a modo de afirmar lo que dijo.

-...par de ineptos.

-Al menos yo si como.-El menor rodó los ojos al oir que Rodrigo dijo eso.

-¡Ya dejen de fregar, yo hablo de comida de verdad!-Dijo totalmente molesto.

-Pues...le puedo dar una zanahoria...-Miró pícaramente a Iván y le sonrió de igual forma; este hizo lo mismo.

-Uhh, ¿Y que trae aquella...zanahoria?

-Puede seguirme y verlo usted mismo...

-Hmm, bien.-Sebastián observó que su esposo iba a ponerse de pie, así que, de nuevo, irrumpió.

-¡Eh, eh! ¡¿A dónde vas?!-El chico rodó los ojos.

-Solo voy a ver qué trae el platillo...

-¡Ni madres, traigale unos tacos y ya!-Tanto el azabache como el castaño se molestaron.

-Ahh, está bien...-El chico fue a buscar lo que ambos pidieron y pasado un rato se los trajo.- Aquí tienen.

-Muchas gracias, joven.-Iván sonrió y tomó la mano del chico discretamente, entregándole una servilleta; el oji-verde al notar ese detalle, sonrió.

El azabache le guiñó el ojo y comenzó a comer al igual que su esposo.

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Cuando terminaron de comer, Rodrigo volvió para que así Sebastián le diera el dinero.

-Bien, gracias.-Sonrió levemente.

-Si, si, gracias a usted, también hace muy bien su trabajo, lo felicito.-Dijo con obvio sarcasmo el menor.

-No seas grosero.-Murmuró el azabache a su esposo para luego ver al castaño.

-Bueno, si me disculpan, tengo que atender a otros clientes.

-Claro, vaya con cuidado, joven.-Dios mío, es tan hermoso, pensó Iván.

-Gracias, ustedes también. Sepan que pueden volver cuando quieran y...-Miró al pelinegro.- con gusto los atiendo...-El chico por su parte le sonrió levemente.

-Vaya, que amable y...-Lo miró de arriba a abajo.- considerado de su parte...-Y de repente, Sebastián se levantó.

-Vámonos.

-Pero Sebas...

-Vámonos.-Repitió aún más molesto y serio que antes; el azabache suspiró y miró a Rodrigo por última vez antes de irse.

Iba a tener una larga discusión al llegar a casa...

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Originalmente, pensaba hacer que Robleis y Carre sean los esposos, pero al final lo cambié a último momento y puse a Spreen y a Roier.
Capaz mañana o en un rato les subo otro capítulo.

One-Shots Rodrivan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora