II

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El siguiente día en mi nuevo trabajo fue más ameno, aunque después de tanta tranquilidad, viene el caos.

—¿Cadete García? A mi despacho, ya.

Otra vez esa voz tan gruesa que retumbaba por todo comisaría, haciendo que todo el mundo se calle y vuelva a sus cosas con algo de miedo. Me giré hacia el superior, sosteniendo en una de mis manos un café que había pillado de la máquina de al lado, siendo mi rato de descanso.

—Joder...ya empezamos.

Mi susurro fue algo más elevado de lo normal, este lo escuchó aquel comisario que estaba siempre con el super intendente, tengo entendido que se llama Freddy, o algo así, aunque habla algo raro, me gusta.

No pude negarme ante lo ya dicho, entonces fui hacia el despacho correspondiente, cerrando la puerta detrás de mi, quedando a solas con el superior, que no se le veía muy contento de buenas a primeras, como siempre.

—Dígame, ¿Hice algo?

Su resoplido me bastó para saber que eso era un sí, aunque no supiera exactamente el porqué de aquella citación, era mi segundo día, no puedo ser tan fracasada para ser ya expulsada.

—¿Algo? ¿Acaso eres consciente de todo el revuelo que estás causando en comisaría? Parece ser que no, porque cada vez recibo más quejas, y solo llevas un puto día aquí, "____". Llevo desde ayer escuchando a subnormales diciendo que eres una compañera de lo más molesta, que haces lo que te sale de los cojones y encima te la pasas ligando con cualquiera que ves, incluso con los de alto rango, ¿Te parece eso razonable, ser una zorrita de pacotilla?

Con solo esas últimas palabras fueron más que suficiente para que mi mano terminase dando una bofetada a la cara del super intendente, asimilando segundos después lo que acababa de hacer.

—Vale que seas mi jefe, pero ni de coña voy a dejar que insultes a mi persona, y mucho menos llamándome zorra cuando en ningún momento lo he sido, y si lo fuera no te da derecho a decirme esas palabras sin tener pruebas. Dime, quién lo dice, porque que yo sepa solo he patrullado con usted ayer y no me despegué ni un puto momento, ¿o acaso me lo invento?

Estaba histérica, y eso hacía que mi voz se fuera elevando poco a poco, viendo de reojo como algunos agentes se asomaban por el pequeño cristal del despacho, notando como el super intendente estaba a punto de explotar de ira por todo lo que estaba haciendo.

—Perdón por el bofetón, no..no era mi intención.

Chasqueó la lengua aún más molesto que antes, apretando el puño de la rabia, tratando de canalizar eso como podía.

—Como vuelvas a ponerme un puto dedo encima, te juro que no vas a acabar bien, porque tu cara va a terminar siendo un dibujo de mierda de un niño pequeño, de esos que no tienen forma ninguna.

Suspiré pesadamente ante eso.

—Mire Conway, no quiero empezar de malas con usted, pero de lo que me anda acusando es bastante fuerte, y sin pruebas no creo que tenga derecho a tratarme como me acaba de tratar hace unos instantes, a si que le pido que me diga quién se queja de mi, para que pueda hablar pacíficamente con ellos.

Tras eso, me pudo beneficiar algunos nombres de algunos agentes los cuales no me había cruzado en ningún momento, solo verlos de lejos molestando a otra compañera, eso me daba las pistas suficientes para saber el porqué habían dicho eso de mi.

Salí del despacho corriendo hacia afuera, donde me encontré con mi hermano e Isidoro, y les conté todo lo sucedido.

—Pero cómo que has pegao al viejo, eso si que es tener ovarios. — Mi hermano no se creía lo que le contaba, pero los cuchicheos de detrás nuestra confirmaban lo que acababa de hacer, sorprendiéndose aún más por ello.

—Por algo debes ser mi próxima mujer, es mi tipo ideal. —Isidoro se encontraba en su mundo delirando frases de admiración hacia mi, pero solo me causaban gracia.

—Primero arréglate ese pelo de cebollino y después ya vemos.

Al parecer eso le causó mucha gracia a mi hermano al salir de mi boca, siempre habíamos tenido el mismo tipo de humor y a la hora de hacer chistes eran muy similares.

Notaba como alguien a lo lejos me estaba observando, y al girarme a comprobar, era cierto, el super intendente me estaba viendo desde un lugar apartado mientras fumaba, teniendo su mirada fijada en mí, analizándome por completo, como queriendo ver lo que pensaba en esos momentos. Gustabo vio a donde miraba, así que se colocó enfrente de mi para evitar que Conway pueda seguir mirándome, eso al parecer, le molestó.

Como no quise seguir ahí tan observada, le pedí al compañero que tenía al lado de ir a patrullar, parecía igual de novato que yo, así que aceptó.

Pasó bastante tiempo mientras acudimos a robos de vehículos, atracos y puntos de droga, nos lo pasamos bien la verdad, pude descubrir que mi compañero se llamaba Filadelfo, yo le puse de apodo Filadelfia, era más fácil para acordarme.

Uno de los atracos fue el que más se demoró, tuvimos que pedir refuerzo de algún patrulla más para que nos ayude en la persecución. Cuando llegaron, vi que era Gustabo junto con Conway, se me hacía raro ver ese dúo patrullando juntos, más que nada porque tenían un carácter muy fuerte y cualquier palabra acababa en discusión.

—Qué pasa, muñeca, parece que has visto un fantasma.

Su comentario bastó para que pusiera una mueca de desagrado, dejando que él lo note y lo moleste bastante. No respondí ante ello, simplemente le di la espalda, mirando hacia el atracador.

—No tengo todo el día, quizás tú si porque eres un desgraciado en busca de robar para sentir algo de gratitud contigo mismo, pero yo no, así que acepta la puta salida limpia y que esto se acabe rapidito.

Mi paciencia se estaba agotando, tenía que poner una solución, llevaban más de veinte minutos solo para negociar con un rehén, y eso se tendría que haber acabado tres segundos después de haber llegado a la alerta.

Al haber puesto algo de orden pareció llamar la atención del super intendente, pues su manera de hablar era muy parecida a la mía, y no tenía la menor idea de que yo era de tener mano dura con todo el mundo.

—Oye, jefe, no es por meterme en sus asuntos pero, ¿tiene algo contra mi hermana?, digo, lleva más de cinco minutos sin quitar la vista de ella, y en la comisaria igual, no sé si sabe que no es invisible, su presencia se hace de notar...

Obviamente el ceño de Conway fue fruncido al segundo, negando con la cabeza, aunque con algo de duda.

—Simplemente estoy tomando nota de si es buena cadete o no, a la mínima será expulsada del cuerpo, no quiero inútiles en mi comisaría.

Terminó de encargarse Gustabo junto con el cadete que yo iba de la persecución, teniendo que irme con el super intendente hacia la comisaria, que no fue muy cómodo el trayecto.

Tras llegar yo decidí salirme de servicio, despidiéndome de todos mis compañeros por radio, para así dirigirme a la puerta al haberme cambiado. Cuando estuve rebuscando en mi bolso las llaves del coche, mi móvil cayó al suelo sin yo darme cuenta, así que, salí de comisaria dejando caído mi teléfono.

Al ya estar en el coche arranqué de una vez, viendo como Conway venía hacia mí, pero como no quería más broncas, me fui lo más rápido posible con mi vehículo, dejándole con la palabra en la boca.

Lo que me quería decir es que se me había caído el móvil, y quería devolvérmelo. Como vio que me fui sin poder dármelo, lo guardó en su pantalón, no pudiendo evitar pasarse su propio contacto hacia mi teléfono por bluetooth, teniendo una pequeña sonrisa en su rostro inconscientemente, la cuál cambiaria a serio en segundos, enfadándose por ello.

...

BEHIND YOU | JACK CONWAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora