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Los disparos cada vez se hacían más presentes, escuchando gritos de dolor por los que estaban fuera, no se sabía si eran de los policías o de los secuestradores.

Busqué con la mirada alguna manera de liberarme de las esposas, pero solo encontré un trozo de palo en el suelo, el cual agarré como pude, forcejeando las esposas lo máximo posible. Conseguí aflojarlas un poco, pero el trabajo duro fue quitármelas, tenía que pasarlas por toda mi mano, soltando algún que otro grito del dolor que me generaba, creándome rozaduras en estas.

Cuando me quité las esposas por completo, ayudé al alumno a retirarselas, chequeando de que estaba bien y no le había pasado nada.

La puerta estaba cerrada, estábamos jodidos. Se podía oír a Gordon gritar desde fuera, preocupado por donde estábamos. Nosotros apaleamos la puerta lo máximo posible para que nos oiga, siendo esto en vano. De pronto, esta se abrió, y mi brazo fue agarrado con fuerza, sacándome de ahí mientras me apuntaban con una pistola en la cabeza.

—Mierda... —Susurró Gordon.

Estaba atemorizada, perdida en ese momento, hasta que vi como mi mirada con la de Conway se conectaron, haciendo que me sienta más segura en ese momento.

—Como deis un paso más, me cargo a la puta agente.

Notaba el frío del metal contra mi sien, tragando saliva fuertemente y con la respiración agitada.

—Tócala y te juro que el que muere hoy serás tú.

Las palabras del súper intendente hicieron un silencio profundo entre todos, creando un eco en aquel lugar que nos encontrábamos.

Uno de los agentes se precipitó a disparar al que me tenía agarrada, recibiendo un disparo en la cabeza el que disparó, pero también recibiendo el secuestrador varios tiros.
Un grito aterrorizado salió de mi boca, viendo cómo caía el policía al suelo, empezando a sangrar en demasía.

Los secuestradores agarraron al que habían dañado, yéndose con rapidez muy lejos de ahí, dejándonos a los policías alrededor del que acababa de morir.

Me agaché donde el cuerpo, moviéndolo con fuerza al no creerme lo que acaba de pasar, aquel agente con acento senegalés había dado la vida por mi, me sentía culpable.

Conway me llevó a otro lado, estando fuera de la vista de los agentes. Sujetó mi rostro que aún estaba atemorizado, dejándome un beso sobre mis labios, diciéndome que todo estaría bien.

No podía dejar de llorar por lo sucedido, observando los ojos del contrario.

—Acaba de morir un agente...¿Cómo crees que todo va a estar bien?

Me empujó hacia sus brazos, abrazándome muy cálidamente, pudiendo sentir su aroma impregnado en su uniforme, haciéndome sentir segura en sus brazos.

—Te llevaré a comisaría para que te tranquilices, lo último que necesitas es seguir aquí con todo lo sucedido.

Asentí levemente, alzando la vista a sus ojos.

—¿Filadelfo, está bien? Dime qué sí.

—Si, él está bien, lo están tratando unos ems por si acaso tiene alguna herida.

Pasaron varias horas hasta que Conway me pudo llevar a comisaría, por el tema de portar información para los informes, y si sabía algo más sobre los secuestradores.

Me quedé a solas en el despacho con el súper intendente, me estaba dando mimos para volver a tranquilizarme, habiendo tapado la ventanilla de la puerta para que no se viera el interior.

—Seguro preguntan por ti, deberías ir, yo estoy bien.

El mayor negó con la cabeza, volviendo a dejar un beso en mi mejilla con cariño.

—Que se jodan, quiero estar contigo y cuidarte, has visto de más y no quiero que te pase nada.

Eso provocó ternura en mi, lanzándome sobre el para darle un abrazo, terminamos por caernos al suelo, riendo ambos por lo sucedido.

Justo entraron Isidoro y Freddy, que nos pillaron tirados en el suelo, estando yo encima de Conway por la caída. Nos levantamos rápidamente, carraspeando levemente aún intentando aguantar la risa por mi parte.

—Eeeh, oíste neno, creo que entramos en un mal momento.

—LO SABÍA. —Isidoro me señaló con el dedo índice, frunciendo el ceño. —Y TÚ DICIÉNDOME QUE ERA UN MENTIROSO.

Isidoro me agarró en brazos como un saco de patatas, corriendo conmigo fuera del despacho, dándome un paseo mientras corría por todo el vestuario.

Los otros dos se quedaron en el despacho, hablando de lo que había pasado en el tiroteo.

—Cómo no habías dicho nada, "____"

—Bueno es que realmente no estoy en nada con el Súper intendente, simplemente me he caído encima suyo por un resbalón.

Mis mejillas se tornaron a un color rosado por la vergüenza, mirando a otro lado mientras sentía la vista de Isidoro clavada en mi.

—Ya, y casualmente estos días Conway ha estado más feliz, y cuando entro al despacho lo veo riendo contigo, cuando hubiese pegado cuatro gritos si te caes encima suyo.

Me había pillado, la verdad no se me había ocurrido ninguna excusa al pasar todo tan rápido.

—Está bien, solo lo sabes tú, bueno y mi hermano, pero no quiero que le digas nada más ni a él ni a nadie, o juro que te corto los huevos.

Con eso bastó para tener la boca cerrada del adverso, sacándome la lengua en forma de burla.

Después de esto estuvimos todos los oficiales y altos rangos reunidos, hablando de organizar un funeral para el agente caído, que fuera algo discreto, pero memorativo.

—A mí me gustaría decir algunas palabras en su funeral, creo que merece recibir un gracias por parte de todos, y más por parte mía al dar su vida por la mía.

A varios le gustaron la idea, sería un gesto bonito por todos los agentes policiales.

—Estoy de acuerdo con "____", hoy ha sido Mousa, pero mañana podría ser el compañero que tienen al lado, incluso vosotros mismos. —El súper intendente apoyó una mano en mi hombro izquierdo, agradeciéndome el gesto.

Se me escapó una pequeña sonrisa, poniéndome sería al instante cuando vi a todos los superiores mirándonos.

Salí de la reunión mientras hablaba con Gordon, me preguntaba que si estaba mejor o si necesitaba ayuda.

Me invitó a dormir a su casa, varias veces lo había hecho, pero por temas míos no había ido nunca. Esta vez si acepté, saliendo ambos de servicio y cambiándonos, poniendo rumbo a su casa en la moto de Gordon.

—Tendríamos que beber algo después de este día tan ajetreado, lo necesitamos.

Estaba de acuerdo con su propuesta. Rebusqué por los armarios de la cocina de Gordon, sacando varias botellas que pondría encima de la mesa, colocando también vasos.

Nos colocamos algo de música, varias bebidas, y algún que otro baile, quedando borrachos tras horas de beber.

Terminamos por tumbarnos en la cama, mirando el techo, viendo cómo este nos daba vueltas.

Recibí una notificación poco después de que Gordon se durmiera a mi lado, sabía quién era, eso me gustaba.

...

BEHIND YOU | JACK CONWAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora