Cαρiτυℓσ: 16

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𝑇𝑧𝑢𝑦𝑢 𝑃𝑜𝑣 '𝑠

Ah, el olor a aquellas flor de muerto, podía sentirlo lo más cerca posible. Mi corazón se aceleraba en tan solo pensar que dejaría de ver finalmente aquella tez pálida qué sostenía el hombre que llamaba Padre.

No estaba segura de mis emociones, no podía moverme de la puerta de su habitación, no tenia el valor de girar la perilla, sabía que si me atrevía a hacerlo me superaría a mi misma, porfin dejaría de ser su hija. Un título nobiliaro oficial se pasaría al lado de mi nombre, ya no sería más la hija de un Duque, sería la Duquesa. El doctor me había dicho días antes que estaba siendo intoxicado por esas plantas, a mi parecer un simple suicido. Abrí la perilla, respirando profundo y al segundo retractando me.

Un escalofrío me recorrió por mi espalda, se podía sentir el olor a enfermo mezclado con la fragancia de aquella flor, sin embargo, la ventana yacía abierta, donde el viento corría con fuerza.

—Tu tiempo se acabó. —dije, mientras me dirigia a cerrar las ventanas, nos encerraba frente a ese humo tóxico y letal para él. —Cada segundo cuenta, y lo sabias al estar encerrado todo el día aquí. Te vez aún peor, ¿así se ve estar al borde de la muerte?. —reí para mi misma.

Escuché su voz entre cortada, queria hablar.

—L-la... Largo. ¡V-vete!... —solo se le permitía tartamudear.

—Tu cara me dice que no quieres volver a ver en tu vida. —fruncí mi ceño. —Aunque me desgrada tu manera de pensar, pues soy tu progenitora, la única hija qué se preocupa por ti en tu lecho de muerte.

Caminé alrededor, cerrando las cortinas cuando las ventanas estaban cerradas.

—No eres mi... hija... N-nunca lo f-fuiste, ni lo seras... ¡Escoria!.

Sus palabras no me lastimaban en lo absoluto, me senté a un lado de él, justo frente a su cama, él miraba el techo, pues no podía moverse correctamente, tampoco pararse y huir de mi, me estaba provechando de aquel pobre viejo al borde de la luz.

—Cuando era niña, nunca me trataste como tu hija. No me lastima lo que dices, nunca me lastimó. Aún así, me gustaba estar más contigo qué con Mamá, me trataba peor ella cuando estaba Minju al lado mio, era la mayor, la peor para ella, en cambio tu... Tenias a esa mujer, amando de una flor tan estúpida como la Lavanda. —gruñó al momento qué dije eso. —Aún así la amabas, ¿cierto? La amaste más de lo que pudiste haberme amado a mi, a tu hija, tu sangre, tu familia. —suspiré. —Luego te fuiste, viniste aquí a Corea después del divorcio, mi Mamá me volvió su esclava, no sentía ni una piza de empatia por mi, me enseñó los modales y el porte qué una señorita, un Lady debía tener, para luego enviarme contigo. Esperaba tener los mejores vestidos, como Minju, los mejores tratos, como tu hija que soy. Pero terminaste decepcionandome. —le mostré un sonrisa triste, haciendo una pausa. —Nunca espere que esto terminará aquí.

Escuché que trago saliva, me miraba con una expresión desesperada, sabía que quería correr, pero no podía. Sus ojos desorvitados hacia mi dirección, su boca entreabierta pidiendo respirar correctamente y su rostro tan pulcro.

—T-tu... —me señaló con las fuerzas qué le quedaban. —T-tu nunca... p-podrás ser como ellas.

Mi sonrisa se borro inmediatamente.

—Lo sé, lo sé Padre. —dije, acariciando sus cobijas, me negaba siquiera a tocarlo, no era hora. —Yo soy y voy a ser aún mejor que todas ellas, que mi Madre, que Minju, e incluso qué la mujer por la que me dejaste. Lo prometo.

Conozco perfectamente sus expresiones, sabía que eso no era a lo que se refería. Soy una basura, una escoria, un error para él, nunca podré ser lo suficiente para una persona tan cruel y horrible como él. Lo odio, lo odio, lo odio. Odio parecerme a él, odio que sea mi Padre. Apreté las sábanas con fuerza, mi garganta se llenaba de nudos qué viajaban con rapidez hacia mis ojos, mi voz se quería entrecortar.

๛囧Your Excellenceㄔ᭄ ↦ᴛᴀᴇᴛᴢᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora