Tianducheng

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Soobin comenzó a caminar lejos una vez llegaron, escuchaba los gritos de Yeonjun cuestionando hacia donde iba, pero simplemente ocultaba su mano, continuó caminando mientras cada memoria le hacía volver atrás, cada recuerdo pasaba lentamente por su cabeza como un pequeño cortometraje de lo corta e inutil que fue su vida, de lo mucho que odiaba su pasado.

Aquel Soobin decaído todo el tiempo, deseando la muerte y odiando cada instante mientras su hermana intentaba alegrarlo, aquel Soobin al que no le importaba una mierda su vida, que se dedicaba a odiar cada cosa que pasaba, desde el novio de su hermana hasta la sonrisa de Sana cada mañana al despertar, odiaba todo, desde que el mundo le mostró lo que era el odio sin una razón.

Recordaba aquel día bajo las escaleras cuando su padre se fue aún peleando, las discusiones de su hermana con su madre por ello, el llanto de la mujer que le dió la vida, luego la culpa, el odio que Sana le daba solo porque no era un hijo de aquella mujer, el odio que tenía hacia él cuando ni siquiera sabía por qué su madre falleció cuando el recién llegaba al mundo, el odio de los niños en la escuela, las molestias, aquellos días oscuros en que su vida cambió a negro, odiaba el mundo y solo quería que todo se fuera al infierno.

Si tan solo hubiera pensado en lo que podía pasar, de nuevo el dolor le llenaba, ya no solo la mano sino el pecho, la vista se nublaba, los gritos eran más lejanos, mas cercanos aquellos que le daban los niños en el parque, cuando lo empujaban y se reían, dolía, dolía tal como los moretes aquel día, dolía tal como cuando intentó apagar todo de una vez.

—Soobin que te pasa?— miró a Yeonjun pero se volvió la imagen de su madre.

Aquella que lo cuidaba aunque no lo tratase como un hijo como tal, aquella mujer tan similar a Sana, su sonrisa cuando le regaló un helado, tocó su mejilla dulcemente.

—Estás infectado— dijo Yeonjun...

 pero Soobin

 Soobin comenzaba a perderse.

Al caer el pelinegro Yeonjun trató de ayudarle a levantarse pero era demasiado pesado, Heeseung se acercó a ver que ocurría pero al ver que tenía una mordida en la mano se apartó, sabía que la infección se estaba desarrollando y más rápido de lo que pensaba porque usualmente los desvarios ocurrían días después de la fiebre y no con ella.

—Ayúdame Hee, aunque sea una vez por favor.

—Está infectado, lo mejor es que nos vayamos de aquí si no quieres darle un disparo en la frente.

—¡No está infectado!

—Tiene una maldita mordida Yeon! No puedes decir estupideces ante eso

—Soobin levantate por favor— dijo con la voz entrecortada, pero Soobin ni siquiera reconocía donde estaba.

—Vas a venir?— preguntó Heeseung volviendo al auto.

—Prefiero que me muerda él a ir contigo.

—Supongo que no superas a tus ex, que triste Yeon nos vemos en el cielo.

Yeonjun miró de mala manera al hombre que subió al auto, luego volvió hacia Soobin que sudaba frío, sus ojos iban de aquí para allá sin un punto fijo, murmuraba cosas extrañas que no llegaba a entender del todo.

—Soobin por favor, no hagas esto idiota me obligaste a seguir vivo ¿para esto?

—Perdón

—No me pidas perdón imbécil mejor levantate que pesas.

—Sana yo...

—Soobin— dijo golpeando suavemente sus mejillas, no hubo respuesta—  Soobin por favor.

Si nos conocieramos en otra vida Soojun /if we meet in another lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora