XV

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8:30 PM

Desconocido:
Shaden, Tomás, Daniel, Nirvana, les recomiendo que se vayan preparando, eh.

Shaden:
D:

Tomás:
Creo que no voy a poder jugar...

Desconocido:
¿Deseas que te mate de una vez? :D

Tomás:
Si (ahre)

Desconocido:
Voy.

Tomás:
Era broma D:

Desconocido:
¿De quién sacaste eso de "ahre"?

Nicolás:
Mala mía, perdoname.
ahre

Desconocido:
Señoras y señores, aquí está el problema.

Michelle:
Apenas tengo 18 y ya me señorean 😔

Daniel:
Fua, apenas 18 y ya me dicen señor 🗿

Sebastián:
Que rico es no ir al parque :D

Daniel:
chinga tu madre

8:30

Daniel:
¿Quieren que pida un taxi desde mi casa para ir?
Queda medio lejos.

Tomás:
Va.

Shaden:
Bue.

Daniel:
Vayan yendo a mi casa.

Shaden:
Ya llegué, ABRE 👹

Daniel:
Espérame.

―Fuera del chat―

Daniel caminó hacia la salida. Las suelas en sus tenis resonaban en la casa vacía; abrió la puerta dejando a la vista el corte de hongo y los lentes transparentes de Shaden, le sonrió y le hizo pasar.

―Siéntate, de seguro no tardan.

―Gracias, Dani.

No pasaron ni dos minutos para que sonase el timbre de nuevo. Otra vez, Daniel se dirigió hacia la puerta, ahora viendo a Tomás y Nirvana.

Nirvana.

La primera vez que la vió fué en la escuela, se le hacía raro verla entrar a su casa, así como saber que probablemente podía morir sin haberla conocido.

―Ya llegó el taxi, vayan saliendo. La matrícula es UYU-280-A ―dicho esto entraron al auto.

Shaden estaba nerviosa, sudando mediante sus palmas por miedo. Nirvana estaba mentalmente ansiosa, alterada e intrigada. Tomás pensó que Desconocido no se iba a presentar y los dejaría vivir, o en el peor de los casos: matar solo a uno. Daniel era el más nervioso de los cuatro, tenía miedo a morir y a que alguien muera.

Apenas llegaron empezaron a dar vueltas intentado encontrar algo ―o alguien―, pero no había nadie, ni una persona o algún niño. Lo único que vieron ―tras varios minutos buscando― fué una nota en el césped; un papel pequeño, algo maltratado de color blanco que tenía escrito:

«Bienvenidos a mi juego, hagan lo que les digo y nadie morirá.

O tal vez sí.»

Como por arte de magia, desde el cielo cayeron cuatro notas más, cada una estratégicamente colocada para quedar enfrente de la víctima.

Nirvana tomó su nota primero, la desdobló y leyó:

«Vannie, ve al árbol más lejano que encuentres. Tu serás la primera en jugar :)»

―Bueno, me voy para ese árbol, bye.

Con el corazón alterado y los nervios de punta, Nirvana caminó lentamente hacia el árbol en la punta del parque. El único sonido audible eran las pisadas en el césped y el viento soplando fuertemente contra su cabello.

Daniel agarró la nota, esta decía:

«Dani, quédate justo en donde estás. Sólo espera a que todos se hayan ido.»

Tragó saliva con miedo y guardó la nota en su sudadera.

Tomás cogió velozmente el papel, este indicaba:

«Tomás, ve tres árboles atrás tuyo, más o menos por donde están las rosas.»

Dicho esto se dirigió con miedo al pequeño rosedal. La bella vista nocturna de las perfectas flores que yacían imponentes y vanidosas en el terreno le calmó un poco, se sentó y se dispuso a esperar.

Al final, Shaden quedó sola con Daniel.

―¿Tú no te vas a mover, Dani?

―La nota dice que me quede aquí ―se sentó―, yo sigo sus órdenes.

―Bueeno.

Shaden se puso en cuclillas y tomó el papel calmada. Leyó:

«Bueno, Sartén. Quédate con Daniel.»

―La nota dice que me quede contigo ―dijo.

―Ni modo.

Whatsapp del TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora