XVII

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Desconocido empezó a liberar dos arañas ―específicamente tarántulas― grandes, que empezaron a caminar por sus brazos, sus hombros y su cuerpo. Al sentir sus patas dirigiéndose a sus extremidades, se sobresaltó horriblemente. Emitió un fuerte suspiro de miedo y sorpresa, seguido por sudor y piel erizada.

―Tranqui, no te muevas. Solo será un minuto.

Pasaron 10 segundos y Daniel estaba sudando frío.

―Por el amor a Dios, ¿cuántos segundos pasaron?

―Apenas vas 15... ―contestó riendo.

Otros 20 segundos más, las arañas caminaban por sus pies y una se postró de repente sobre su cara, haciendo que casi grite.

―Uy, ¿y ese descuido?

―Cállate.

Empezó a caminar por su cabeza y cuello dándole escalofríos a Daniel.

―Faltan 20 segundos, ¡tu puedes! ―lo animó el asesino.

Terminado el minuto, Desconocido quitó las arañas del cuerpo de Dani. Le revolvió el cabello y dijo:

―Felicidades, lo lograste.

Se dirigió con Shaden y le quitó los tapones.

―Hola, Sartén, ¿estás lista?

―¿Qué pasaría si te digo que no? ―contestó con una risa nerviosa.

―Tomaremos eso como un sí.

Empezó a esparcir los insectos por su piel. Piernas, brazos, cabello y manos estaban cubiertos con arañas, abejas, lombrices, hormigas, bichos bolita y vaquitas de san antonio.

―¿Qué tengo en los brazos?

―¿Te acuerdas de tu fobia?

―Le tengo fobia a los... ―razonó unos dos segundos―. Me lleva la verga...

―Si gritas, mueres. De preferencia no lo hagas.

Estuvo así unos 30 segundos hasta que un bicho se posó en su boca.

―¡Qué asco! ¿Lo puedo sacar?

―Si te mueves alertas a las arañas. Deja te lo quito yo.

Pasó un minuto y medio.

―Eh... Shaden, ya pasó más de un minuto...

―¿QUÉ ESPERAS ENTONCES? ¡SÁCALOS! ―ordenó.

Lo hizo. Devolvió todos los insectos a la jarra.

―Te desato las manos y ya puedes quitarte la venda. Bye.

Al sentir sus muñecas libres, Shaden se quitó de inmediato la venda y fué corriendo donde Daniel.

―¡Dani!, ¡Dani! ―le dijo― Ah cierto ―quitó el tapón de su oreja.

―¿Eh?

―¡Ya está!, ¡Ya podemos salir! ―empezó a desatar sus manos del árbol y a desanudar la cuerda que mantenía sus pies unidos.

Corrieron hacia Nirvana y la encontraron llorando, con las curitas puestas en sus brazos mientras pasaba un estado de desesperación horrible.

―Yo le quito la cuerda y tú la venda. Luego corres hacia Tomás ―dijo Daniel.

Hicieron las dos cosas. Nirvana al no escuchar nada creyó que era Desconocido otra vez y se asustó.

―No, no, no, soy Shaden. Todo bien ―intentó calmar la situación.

Corrieron hacia el rosedal donde se ubicaba Tomás y vieron su cuerpo desangrado, por una pluma. El líquido se esparció tanto que las bellas rosas blancas estaban manchadas con sangre de un inocente.

―Le aplicaron la de Teru Mikami... ―confirmó Nirvana.

Daniel y Shaden la miraron extrañados.

―Es decir ―explicó―, le clavaron un bolígrafo en el cora.

―Además, no podemos alertar a la policía o nos matarán a todos ―se entristeció Shaden.

―Dejaremos el cuerpo lo más a la vista para que alguien lo reporte. No podemos hacerlo o todos sufriremos igual o peor.

Cargaron su cuerpo sin vida hasta el punto más concurrido. Al no haber cámaras ni seguridad en el parque, era más fácil evitar ser confundidos por asesinos (seguridad de latinoamérica, no se podía esperar algo mejor).

Regresaron caminando a casa a eso de las 9:15, con frío, deprimidos y de cierto modo, culpables por no poder hacer nada por Tomás.

Sus celulares sonaron alertando de una nueva notificación. Los sacaron y vieron en una foto el cuerpo sin vida de Tomás desangrado.

Tomás salió del grupo.

Daniel se sentía impotente, Shaden no podía evitar llorar, Nirvana estaba adolorida y triste, pero siguieron su camino, cada uno a su casa.

Whatsapp del TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora