Whatsapp del Terror

XXII

No vió nada, sólo ropa.

Por si las dudas, apuñaló varias veces a el bulto de ropa hasta que vió algo moverse entre ellas. Sacó todos los ganchos de ropa y ahí estaba Santi, sudando frío.

―Bye, bye, Santi ―despidió con voz empalagosa. Apuñaló a Santi en el estómago, pecho y piernas repetidas veces, haciendo que se desangre. Cuando notó que ya no respiraba, le tomó foto a su obra y lo envió al grupo.

Samuel:
Foto: *aparece Santi apuñalado varias veces*

Santi salió del grupo

Nirvana seguía ahí, escondida. Se tapó la boca para no emitir ningún ruido, cuando Samuel cerró la puerta y se apartó nuevamente del armario, pudo volver a respirar normal y comenzó a llorsr. El asesino buscó debajo de la cama de Nico y se encontró a Sebastián, aterrado.

―¡Vaya!, ¡premio doble! ―sonrió sádicamente y clavó el cuchillo en el abdomen de Sebastián.

Este comenzó a gritar de dolor mientras era apuñalado nuevamente. Nirvana había salido de su escondite y, con la navaja que traía en la mano, apuñaló a Samuel en el cuello.

―¡Alexis, ayúdame! ―exclamó con dificultad. El mencionado salió de su escondite y le cortó las venas del cuello a Samuel con su cuchillo. Comenzó a perder sangre a un ritmo sorprendente y, en cuestión de segundos, falleció, no sin antes decir sus últimas palabras:

―Son bastante fuertes, me sorprendió como lograron matarme. Ahora me reuniré con Camilo en el infierno... ―sonrió y cerró los ojos.

Nirvana y Alexis se preocuparon por Sebastián. Este respiraba pesadamente; se ahogaba con su propia sangre.

―Vannie, hazle un torniquete para que no pierda sangre. Ahora mismo llamaré a una ambulancia ―buscó por todos lados un teléfono, aunque sea fijo.

―No tengo mucho tiempo... ―susurró con dificultad.

―Sebastián, no digas eso ―Alexis comenzó a llorar―. No te mueras, chelas...

Sin embargo éste ya había fallecido, sonriendo por haber pasado sus últimos momentos con sus amigos. Alexis se aferraba al cuerpo de Sebastián, sollozando fuertemente.

Por otro lado, en el patio, Amara estaba buscando víctimas. En medio de toda la tensión, Elizabeth volteó hacia Shaden, con una mirada llena de lástima.

―Sartén, perdóname.

―¿Por qué? ―preguntó nerviosa.

―Por esto.

Acto seguido, la empujó, haciendo que cayera del árbol. Amara se dió cuenta y caminó hacia ella. Shaden, temiendo lo peor, cerró los ojos con fuerza, pero sólo escuchó:

―Dime, Shaden, ¿alguien te empujó? 

Shaden estaba en medio de un dilema. Si le decía que sí, asesinaría a Elizabeth; si le decía que no, la mataría a ella. Por más que Elizabeth haya intentado matarla para salvar su propio pellejo, es una de sus mejores amigas y no era capaz de ponerla en peligro.

―Me dí cuenta que sí. Tienes un minuto para escapar, desde ahora ―al oír esto, Shaden corrió hacia la casa, asustada.

Amara buscó con la mirada a Elizabeth, quien se había encaramado a una rama del árbol.

―Ay, Liza... ¿Qué nunca te han dicho que traicionar a una amiga es malo? ―sacó un arco y flechas de su mochila―. Incluso se mantuvo callada porque no te quería delatar, en cambio tú... ―tensó su arco y disparó.

Amara había fallado el tiro, lo que le dió tiempo a Elizabeth de escapar y sacar a Thiago de su escondite.

―Si me disparas, también matarás a Thiago... ¿Eso quieres?, ¿matar a dos por la culpa de uno?

―«Justos pagarán por pecadores...» ―citó y disparó nuevamente.

La flecha había cruzado el cráneo de Thiago y Elizabeth, matando dos pájaros de un tiro. Amara, pensando que ya había terminado su trabajo, se encaminó a la casa, sin percatarse de la presencia de Mattie, quien había visto todo.

«Si no es ahora, no será nunca...» pensó Mattie y formuló un plan rápidamente.

Hizo sonar el arbusto donde se esta a escondiendo, llamando la atención de Amara. Esta tensó su arco y se dispuso a disparar cuando Mattie, corriendo por su vida, se abalanzó sobre las piernas de Amara, haciendo que cayera y soltara su arco, para luego agarrarlo él y disparar a su cabeza.