Capítulo Nueve

1.1K 195 40
                                    

La noche era sofocante, pero un ligero escalofrío recorrió el cuerpo de Max mientras caminaban de la mano hacia el coche, haciéndolo sentir el anhelo de lo que podía ser deseado.

Cuando él abrió la puerta del coche, estaba temblando. La anticiáción lo hacía sentir inquieto y un poco avergonzado. Había conseguido olvidar durante el día el recuerdo de la noche anterior, pero en aquel momento los recuerdos eran tan abrumadores que el deseo lo confundía.

¿Sería algo natural? ¿Sergio sentiría lo mismo? El deseo sexual que era tan nuevo para él no sería algo nuevo para alguien tan experimentado como SErgio.

-¿Qué quieres hacer, Max?
El sonido ronco de su voz volvió a enviar un escalofrío en todo su cuerpo.
-Nasa-Contestó sin pensar.
-¿Un novio reciente, que no desea hacer nada?
Sergio estaba bromeando, invitándolo a jugar.

Max sintió una ola de emoción y deseo al mirarlo, fascinado por la masculinidad que emanaba de él.

Amaba a Sergio profundamente. Cada segundo que pasaba con él lo liberaba un poco más de una existencia de la que nunca había creido posible liberarse por que no estaba seguro de que hubiera algo diferente.

El instinto le decía que solo estaba empezando a sentir el impacto que Sergio Pérez podía ejercer sobre él.

La abrumadora necesidad de abrazarlo, de convencerlo para que lo dejara quedarse con él, de persuadirlo para que lo amara casi lo hacía temblar. Pero tenía que guardarse sus sentimientos para él mismo, no podía arriesgarse a un rechazo.

-Ven aquí Max, quiero contarte un secreto-Susurró Sergio, golpeándose el muslo. Max lo miró atónito-Ven aquí cariño-Insistió él al ver que dudaba.

La última frase era como un hilo invisible que tiraba de él y Max se apretó contra él. Sergio le puso una mano al rededor de la cintura y con la otra acaricio una de sus mejillas, sin dejar de mirarlo. Max tampoco podía dejar de hacerlo; sus ojos lo mantenían prisionero.

-En un matrimonio los dos tienen derecho a disfrutar del otro-Murmuró Sergio con voz ronca-Y eso significa besos, abrazos...y sexo. Quiero tocarte cada vez que lo desee y espero que tú me toques cuando quieras. Una caricia tuya siempre sera bienvenida, Max. Y espero que las mías lo sean también.

La seriedad de sus palabras rompió algo dentro de él y Max rodeó el cuello del hombre con los brazos; los ojos llenos de lágrimas. Sergio lo abrazó con fuerza y empezó a besar sus hombros, quemándolo, haciéndolo sentir que dejaba una marca en su piel.

Tardaron un tiempo en controlar sus emociones que Max temió no poder hacerlo. Cuando por fin lo consiguió, se apartó unos centímetros para mirar la cara de Sergio. Observo sus ojos oscuros, sin querer creer que en ellos había una invitación, abrumado cuando sintió que se apretaba aún más contra el cuerpo de Sergio.

Sus ojos se cerraron en cuanto puso los labios sobre los de Sergio. Saber que había sido él quien había tomado la iniciativa lo hacía sentirse excitado. La necesidad de saborear sus labios, de apretar su boca contra la del hombre era demasiado fuerte.

Guiado por el instinto, Max se dejó llevar por una pasión y una carnalidad que nunca habpia creido poseer. Cuando Sergio le respondió con la misma pasión, el poco miedo que le quedaba desaparecio como por arte de mágia.

Solo cuando los dos se quedaron sin aliento consiguieron apartarse, pero Sergio siguió besando ansiosamente su cara.

-Te quiero en la cama-Murmuró Sergio entonces, con la voz ronca por la pasión-Ahora mismo. No sé por que demonios el Toro Rosso tiene que estar tan lejos de la ciudad-Añadió irritado, Max se echo a reir-Te hace gracía ¿No? pues voy a darle algo que lo haga reír de verdad señor de Pérez-Rió el a su vez  arrancando el coche-Te lo prometo.

Más que una herencia.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora