Capítulo Cinco.

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Cuando llegaron a la UCI les dijeron que Frans se había recuperado del estado de coma unas horas antes y estaba suficientemente lúcido como para negarse a ver a nadie.

Cuando volvían al Toro Rosso, Max se debatía entre la preocupación y el alivio. La preocupación porque podría tener que seguir adelante con aquel matrimonio indefinidamente y alivio por que Frans estaba mejor.

Daba igual como lo hubiera tratado antes, Max no quería que muriera. Y no podía dejar de esperar algun signo, algo que le dijera que aquel hombre sentía un poco de afecto por él a pesar del daño que le había hecho.
Estaba exhausto y la idea de pasar la noche con Sergio lo tenía enfermo de angustia.

-No vas a una ejecución, Max. No espero tener sexo-Dijo Sergio cuando paro el coche frente a la casa.
El tono burlón hizo que Max se pusiera colorado.
-No me respetas. Si lo hicieras no me pedirías esto.

-Respeto lo suficiente a "Mi hombre" como para esperar que duerma en donde tiene que dormir-Replicó Sergio. Max aparto la mirada-Pase lo que pase con Frans, eres mi hombre. Y pienso tratarte como tal.
-En público-Dijo Max-Tu habitación es un sitio privado.

-Lo es, pero Lando removerá cielo mar y tierra para saber si dormimos juntos. Hay dos personas más durmiendo en esta casa, Max.
-¿No esperas lealtad de la gente que trabaja para ti?
-Sí, pero no puedo decirles que tengan cuidado, si alguien intenta sacarles información. Será más fácil para ellos si piensan que todo es normal entre nosotros-Contestó Sergio-¿Cómo voy a decirle a mi ama de llaves algo que no le he dicho a mi hermana?

-Pero entonces ¿Cómo vamos a obtener una anulación?-Preguntó Max tembloroso-Si la gente cree que dormimos en la misma habitación...
-Solo podríamos conseguir una anulación si nunca hubieramos vivido juntos. Cuando George nos vio en Las Vegas camino a nuestra habitación perdimos toda oportunidad de anular el matrimonio-Explicó Sergio. Max apartó la mirada, asustado. Divorcio. Ninguno de los dos dijo la palabra en voz alta, pero parecía haber quedado colgada en el aire-No es el fin del mundo Max.

Agitado y nervioso, Max abrió la puerta del coche.
Sergio sabía que estaba aterrorizado. Aunque pretendia disimularlo, podía verlo en sus ojos.


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Habían hecho turnos para ducharse y los dos estaban preparados para ir a la cama. Sergio solía dormir desnudo, pero aquella noche se puso un pantalón de un pijama que se había hecho viejo en un cajón.

Max llevaba una enorma playera de franela de color azul que le cubría desde el cuello hasta las rodillas, dandole un aire muy virginal.

Sergio apartó las sábanas ignorandoo el brillo de terror que había en los ojos contrarios y se metió en la cama, esperando el momento en que Max se tumbara para recostarse a su lado.

Ese momento se alargo infinitamente, pero Sergio sabía que debía de esperar. Max era como un potrillo que había sido maltratado. Tenía que saber que no todo en el mundo era una amenza, que había gente en la que podía confiar. Igual que un potro herido, se escondería, hasta que alguien fuera a rescatarlo.

Cuando por fin Max se metió en la cama, estaba tan rígido que parecía un pedazo de madera y Sergio apagó la luz sabiendo que él podría saltar si se atrevía a moverse un centímetro.

-Sólo un criminal obligaría a alguien a tener relaciones sexuales, Max-Murmuró Sergio-Aun no sabemos si hay algo entre nosotros, así que no tienes que estar asustado.
Sergio lo escucho respirar profundamente.

-Soy inexperto, Sergio, no un idiota. Dos personas durmiendo juntas...
-Bueno, mira, hazme saber cuando ya no puedas aguantar más sin tocarme-Lo interrumpió Sergio, bromeando para romper la tensión-Entonces te dire si me apetece o no.

Más que una herencia.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora