★ Capítulo 2 ★

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Superando la emoción inicial no sabía que sería de ellos ahora, ya habían traspasado los límites y siendo el sheriff no se podía dar ese lujo, pero se decía a sí mismo que aún tenía tiempo para pensar en eso.

Silva no le hizo ninguna pregunta esa noche. Lo ayudó a beber y a limpiarse y por primera vez durmieron los dos juntos en esa cama, desnudos, únicamente cubiertos por una fina sábana, arropados por el calor que desprendían sus cuerpos.

Silva no podía estar más feliz. Era como vivir al fin la fantasía que había tenido por tanto tiempo, Jake y él durmiendo en la misma cama, disfrutando de su compañía, cuidándose el uno al otro. En medio de la noche se despertó para observar el rostro tranquilo de Jake.

Sus facciones parecían menos duras, por poco le hicieron olvidar el permanente ceño fruncido que siempre solía tener.

Lentamente acarició su mejilla y suspiró.

-Te amo, Jake...

Sabía que el hombre no lo había escuchado, pero se sentía bien poder decirlo en voz alta en el mismo espacio que él.

***

Había pasado casi un mes desde que Silva le disparó a Jake, pero Silva seguía sin dejar que se levantara mucho de la cama, fingiendo que estaba peor de lo que en realidad se encontraba, aterrado ante la perspectiva de que Jake huyera de él en cuanto pusiera un pie en los establos.

Había llegado a un punto en el que Jake comenzaba a desesperarse, e incluso a enfurecerse, pero Silva solo sonreía de forma incómoda y le dejaba el desayuno, marchándose a cuidar de los caballos.

Jake se estaba volviendo loco.

Ese día después de desayunar, se paseó por la habitación mientras despotricaba. Revisó su pistola y la limpió a fondo, dejándola cargada para después abandonarla.

Volvió a sentarse en la cama y observó la mesita de noche de Silva, buscando algo para entretenerse. Solo había una Biblia que ya estaba cansado de leer y un cuaderno viejo. Jake lo recordaba cuando aún era nuevo y Silva se lo cambió a un tuerto por una piel de conejo. Entonces estaba vacío, ahora se encontraban casi todas sus páginas escritas, llenas de manchones de tinta.

Jake lo hojeo sin pensar siquiera que estaba mal leer el diario de otra persona sin su permiso. Tampoco sabía que eso era lo que tenía en sus manos cuando empezó a leer, pero descubrirlo no hizo que se detuviera.

Silva no había ido a la escuela, su ortografía era casi tan horrible como su letra temblorosa y a veces metía palabras en español que no sabía ni siquiera cómo se escribían, pero Jake no tuvo problemas para entenderlo.

La primera anotación que vio era de hacía veintiséis años: "Los pistoleros no viven mucho, quizás muera mañana. Supongo que es un buen momento para escribir mis memorias". A Jake le hizo gracia eso. En aquellos días habían vivido al día, sin preocuparse por el mañana, o eso había creído.

Silva siempre había sido un iluso, y ahora escribía sus memorias por si a alguien le importaba su vida después de muerto. No tenía sentido, él no tenía familia entonces, solo a Jake.

Una punzada en el pecho de Jake lo hizo sentir mal por ello, pero la ignoró rápidamente.

Los días narrados después no le parecieron muy interesantes, hasta que una anotación le llamó la atención.

Almas perdidas ~Strange way of life~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora