★ Capítulo 6 ★

5 2 0
                                    

Durante días, Silva se hundió en el silencio mientras se recuperaba. Jake no iba a visitarlo a no ser que tuviera que hacerle alguna pregunta y siempre iba acompañado de su ayudante Dan. El juicio estaba en marcha, pero a Silva no le importaba. Solo asentía y negaba con la cabeza, mirando con rencor a Jake cuando se dignaba a hacerlo.

Su herida se recuperaba bien, pero él solo quería morir. Jake había quemado su rancho, y él bien podría quemar ese maldito pueblo si tan solo tuviera fuerzas. Ya era demasiado tarde para volver a México, tanto como para recomponer su corazón y olvidar años de amor y anhelo.

Una noche, cuando las cosas estaban menos calientes, Jake fue por él a la enfermería. El doctor le había dicho que podía llevárselo y aunque Jake había encargado construir una pequeña casa para Silva aún no estaba terminada, así fue que se decidió que debía quedarse en la suya por un tiempo.

—Buenas noches, señor Rodríguez...

—Lo serán para ti —masculló,  con sus ojos fijos en la ventana y la luna llena. Sí al menos tuviera su caballo cabalgaría muy lejos de allí para desaparecer.

Jake suspiró agotado y tomó las cosas de Silva, que se resumían a su camisa, sus botas, su sombrero y un pañuelo.

—Vamos. Iremos a mi casa.

Silva se levantó, apoyándose del cabecero de la cama para mantenerse estable. Por supuesto que Jake no iba a ayudarlo, aunque lo había deseado. Había pensando que si lo sujetaba en ese momento le perdonaría todo como siempre, pero de nuevo vivía en una fantasía.

Cojeando por la molestia de su herida tierna, camino delante de Jake como si estuviera detenido.

Jake lo siguió con la mirada baja pero manteniéndose pendiente de él.

Algunas personas se asomaban por sus ventanas para ver el espectáculo y otras simplemente preferían no saber nada. El camino a su hogar se sintió como una marcha demasiado tétrica para su gusto.

Cuando Silva y él entraron, le ofreció comida y un poco de vino.

—No quiero tu caridad —dijo por fin Silva, sin poder aguantar más de pie, dejándose caer en una de las sillas mientras contenía una mueca de dolor—. Y creo que sería mejor que te fueras. Seguro que tienes muchas cosas que hacer.

—Ya es de noche, Silva...

—Creí que era el señor Rodríguez —escupió con odio Silva mientras Jake se acercaba a él para limpiar el sudor en su frente.

—Si no comes te vas a morir de verdad.

—No moriré —dijo mientras le daba un manotazo. En el pasado siempre había sido al revés. Silva intentando tocarlo mientras Jake lo repudiaba. Le hubiera gustado poder sentir satisfacción de hacer sentir a Jake un poco de lo que él había experimentado, pero no podía—. Comeré cuando tenga hambre, y dormiré cuando tenga sueño. Eso es lo único que me queda.

Jake se dio por vencido, alejándose.

—¿Por qué no puedes comprender que hago esto por el bien de los dos?

—Me cuesta ver qué tiene de bueno que me trates como un extraño —replicó Silva, intentando permanecer calmado—. Quizás tú no seas consciente de todo lo que he tenido que pasar todos estos años. No sé cómo pude creer que me amabas.

Jake apretó sus puños y se acercó a él.

—Te amo, Silva —Los ojos del moreno se abrieron, brillando con esperanza—. Solo me tomó veinticinco años darme cuenta, pero te amo. El problema es que no podemos estar juntos. Es simplemente impensable.

Almas perdidas ~Strange way of life~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora