★ Capítulo 4 ★

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Las horas pasaban y Silva seguía navegando entre la conciencia y la inconsciencia, delirando de fiebre. Los cadáveres se pudrían fuera y los caballos relinchaban inquietos, pero Jake no quería apartarse de Silva.

Dos días después consiguió que bebiera agua y era capaz de mantenerse despierto más de cinco minutos, pero su estado era lamentable, y no quería comer.

-La madre de Joe era una buena mujer... -repitió una vez más Silva-. Ella lo sabía y nunca dijo nada. Yo bebía mucho para poder follármela como se esperaba que hiciera. Ese es el ejemplo que le di a mi hijo. Solo hizo lo que vio hacer a su padre...

-Ya basta, Silva. No fue tu culpa. Es este maldito lugar el que enseña a los chicos a ser así... -Jake intentó no ser tan duro, pero le dolía ver a Silva culpándose a sí mismo-. Todos hacemos cosas malas... en algún momento.

Silva apartó la mirada con los ojos opacos, sin vida.

-Deberías irte. El alcalde debe estar buscándote. Pronto sabrán qué ha ocurrido aquí.

-No me voy a ir de aquí... No ahora.

Jake tomó un pañuelo y lo mojó en el agua caliente para pasarla por la herida que aunque mejoraba aún no se veía ni cerca de curarse.

-Ahora sí te quieres quedar... Cuando me recupere te irás y me dejaras otros veinticinco años -comentó Silva con tristeza.

-No voy a entrar en este maldito juego -replicó Jake, molesto. Ya le había dicho muchas veces cuáles eran sus intenciones y le dolía ser cuestionado de este modo cuando por fin había dado un paso tan grande para aceptarlo y aceptarse a sí mismo.

-Si sobrevivo, ¿qué voy a hacer de todas formas?. No puedo seguir entrenando caballos cuando apenas puedo mantenerme en pie. Cuando Joe se quedó cojo, dejó de poder correr detrás de ellos cuando se escapaban.

-¡Ya cállate! No te vas a quedar cojo, estás mejorando y con ejercicio lo lograrás. Ya te había dicho que íbamos a vernos más seguido... ¿Porque eso no es suficiente para ti?

Jake caminó por la habitación molesto mientras acomodaba las cosas que había usado en su lugar.

-¡Pudimos tener una buena vida, Jake! ¡Una gran vida! Pero tú no quisiste... Y ahora solo nos queda este estúpido rancho con caballos hambrientos y la promesa de que solo me verás los domingos y te irán en la mañana como si fuera una de tus putas.

Jake apretó los dientes y dejó el tarro de alcohol para heridas en la mesita con un golpe seco mientras se volvía a sentar. Un último intento desesperado por mantener la calma.

-No eres el único que sufre. No pienso pedir perdón, pero te juro que desapareceré si continuas así.

-Siempre tengo que ser yo, ¿no es así?... -continúo Silva. -Siempre tengo que ser la causa de que te vayas. La causa de que huyas de esto. ¿Cuando dejaras de culpar a otros por tu maldita cobardía?

La silla se volcó cuando Jake se levantó bruscamente. Silva lo miró desafiante, como si le retasera a atreverse a darle un puñetazo. En realidad lo había pensado, su gesto había sido claro, pero no estaba dispuesto a darle esa satisfacción a Silva y supo contenerse a tiempo.

-Voy a liberar a todos tus malditos caballos, quemaré este puto rancho y te sacaré de aquí aunque tenga que arrastrarte todo el camino.

-¿Y a dónde carajos me vas a llevar? Por si no lo recuerdas, este "puto rancho" es todo lo que tengo -le escupió Silva completamente incrédulo. Intentó levantarse pero un gemido de dolor lo hizo volver a la cama.

Jake lo agarró de los brazos y lo levantó, intentando no derrumbarse ante los quejidos de dolor de Silva.

-A mi casa. ¿No es eso lo que querías? ¿Vivir conmigo?

Almas perdidas ~Strange way of life~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora