★ Capítulo 7 ★

4 2 0
                                    

Cuando Jake llegó a la comisaría se encontró con que Dan, el chico que lo asistía, había sido informado de una junta urgente con el alcalde. Jake simplemente dijo que iría, aunque no quisiera verle la cara a ese imbécil no podía negarse a ir como sheriff.

En el camino, al lado de la entrada del pueblo vio con sorpresa el cadáver de Joe colgado de un alto poste.

A pesar de que no era una práctica rara dejar a los criminales expuestos durante un tiempo a modo de advertencia, el estado del cadáver de Joe cuando llegaron al pueblo, ya en estado de descomposición, le había hecho pensar que no lo harían. Su humor cuando entró a la asamblea era oscuro.

Como esperaba, la asamblea estaba nerviosa. Los representantes del pueblo habían estado demasiado tiempo lidiando solos con la delincuencia tan común en aquellos días. Todos parecían aliviados de que Jake hubiera regresado, salvo el alcalde MacDougall. Su próximo candidato para sheriff estaba a su lado, claro que no era nada oficial.

Jake lo desafió con la mirada, esperando su próximo movimiento.

MacDougall se levantó de su silla, ofreciéndole una sonrisa falsa.

—Sheriff, por favor, tome asiento.

Jake permaneció de pie, importándole poco lo que todos pensaran de ese desplante.

—¿Para que me convocaron?

—Ha habido muchos problemas en el tiempo que has pasado fuera —dijo el alcalde, molesto por la evidente falta de colaboración de Jake—. Sabes mejor que nadie los peligros que se enfrenta un pueblo como este. Ahora más que nunca no podemos autorizar la residencia de nuevos hombres hasta que las cosas se tranquilicen.

—El señor Rodríguez perdió a su hijo, por mi mano, debo decir...

Jake caminó hacia la ventana mirando el cuerpo de Joe aún colgando a la intemperie. La visión era espantosa, pero no se permitió apartar la mirada, esa era su penitencia.

—No podemos dejarlo a su suerte. Después de un desafortunado accidente causado por unos matones baratos, el señor Silva perdió su hogar. No voy a dejarlo en la calle solo porque es extranjero.

Jake miró a todos y cada uno de los presentes. Era claro que imponía demasiado respeto.

—Si demostrara no ser digno de estar aquí, tengan por seguro que el siguiente cuerpo que cuelgue de ese poste será el suyo.

Sus argumentos eran tan contundentes que ninguno de los presentes supo qué replicar, ni siquiera el alcalde, quién comenzaba a impacientarse.

—Bien, podrá quedarse. Pero estará bajo vigilancia. Cómo estás tan ocupado resolviendo todo el trabajo atrasado, ni tú ni Dan podrán hacerlo, de modo que será Bill Morstan el que se encargará de controlarlo.

—No entrará a mi hogar... Ni muerto —Dijo a la defensiva. Conocía bien a Bill, cuando eran jóvenes sus caminos se cruzaron y él nunca le tuvo buena fé, menos cuando escuchó rumores sobre intenciones con Silva.

—No tendrá que hacerlo. Silva Rodríguez se quedará en la posada. Es lo mejor para todos. Incluso si es su amigo, Jake, debe estar de acuerdo en que ahora no tiene tiempo para atenderlo como es debido —dijo el alcalde con aparente amabilidad.

Jake sentía una profunda rabia en su interior, pero su cara demostraba comprensión

—Tiene razón alcalde, no había pensado en eso...

Jake sonrió y se acercó a la puerta.

—¿Algún otro tema que quieran tratar?...

El alcalde sonrió triunfal.

Almas perdidas ~Strange way of life~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora