Capítulo 13.

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Los días, las semanas, incluso los meses, pasaron más rápido de lo que me gustaría.

Iba todos los viernes a la cárcel para hablar con Erick, para verlo. Deseaba poder decirle que saldría de ahí lo antes posible, pero no habían hecho grandes avances.

A Andrés parecía habérselo tragado la tierra. Nadie lo había visto en meses. Nadie sabía de él.

El juicio lo estaban atrasando todo lo que podían, ni siquiera sé el porqué. La cosa es que Erick estaba en la cárcel, siendo inocente, por algo que él no había hecho.

Nunca le llegué a preguntar qué hacía con ese coche en ese lugar apartado. Ni tampoco, dónde estaban los chicos con los que salió aquél día del club. Siempre evitábamos tocar ese tema, y la duda me estaba matando por dentro.

Yo había vuelto a mi piso y a mis eventos de fotografía. Había vuelto a soñar con cosas que no debería. Cada vez que iba a una boda, y le echaba mil fotos a la pareja recién casada, me imaginaba como sería mi boda con Erick.

Se podría decir que tenía claro hasta el vestido que quería llevar. Pero el novio estaba en la cárcel, y aún no sabíamos cuándo podría salir.

Mi hermano me fue contando las pruebas que fueron recopilando contra Erick. Intentaba ayudarme, a su manera, pero con cada prueba que aparecía me hundía más. Me hacía ver la salida de Erick cada vez más lejos.

¿Por qué todo tenía que ser así? ¿Por qué una persona, inocente, tenía que estar en la cárcel por culpa de una trampa?

Me senté en la silla, frente al cristal, esperando a que Erick llegara. Cuando le quitaron las esposas, se sentó y cogimos el teléfono a la vez.

- ¿Cómo estás? –dije sonriéndole.

- Todo lo bien que puedo estar aquí dentro –me sonrió con tristeza.

- Me gustaría darte buenas noticias, pero no sabemos nada de Andrés –suspiré.

- Sofía –me miró a los ojos –Quiero que te olvides del tema.

- ¿Qué? –la sonrisa se borró de mi cara.

- Quiero que sigas con tu vida –suspiró –Quiero que seas feliz.

- Seré feliz cuando salgas.

- No quiero que me esperes –me miró con tristeza –No sé cuándo voy a salir de aquí, ni siquiera sé si voy a salir –se rascó la cabeza –Quiero que sigas sin mí.

- No me lo estás diciendo en serio...

- Sí –me interrumpió –No quiero que vuelvas por aquí.

- No puedes decirme eso –me molesté –No es justo.

- Lo que no es justo es que pierdas tu vida conmigo. ¡Mírame! No tengo nada que ofrecerte. Estoy encerrado, por algo que no hice, pero da igual. Nadie me cree. No voy a salir de aquí nunca.

- No digas eso –las lágrimas empezaron a salir de mis ojos –Vamos a sacarte de aquí, sea como sea.

- ¡No! –me miró molesto –No quiero que vuelvas por aquí, Sofía. Lo digo muy enserio.

- Voy a seguir viniendo todos los viernes –lo miré a los ojos –No puedes impedírmelo.

- Puedo negarme a verte.

- No harías eso... -me llevé la mano a mi boca –No serías capaz...

- Lo siento, muñeca –me sonrió tristemente –Ésta es la última vez que nos vemos. Lo hago por tu bien.

Amor sobre ruedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora