Erick abrió la puerta sin llamar, asustándome, cuando tan sólo me había llegado a poner mi ropa interior. Intenté cubrirme con la toalla de nuevo, pero se acercó y la apartó de un movimiento.
- ¿A qué estás jugando, Sofía? –me dijo con voz ronca.
- Yo no estoy jugando a nada –lo desafié con la mirada –Eres tú el que ha empezado –me defendí.
- ¿Yo? –me miró como si hablara en otro idioma –Me llamaste llorando –me soltó con un brillo raro en los ojos –Me dijiste que ibas a hacerme sufrir, al igual que yo te lo había hecho a ti. Que ibas a acostarte con cualquier hombre, y cuando lo estuvieras tocando, pensarías que era yo. ¿Sabes lo que sentí cuando me dijiste esas cosas?
- Yo... -empecé a decir.
¿De verdad le había dicho esas cosas?
- Tuve que ir y sacarte de allí. Tenías a dos tíos manoseándote. Te daba igual. Estabas borracha y ellos sólo querían aprovecharse de ti.
- Eso no era asunto tuyo –lo miré a los ojos –Es mi vida. Puedo hacer lo que quiera. ¡Puedo acostarme con quien quiera!
- ¿Eso querías? –me soltó, mirándome con desprecio.
- ¿Qué te importa? –me crucé de brazos, sabiendo que aún estaba en ropa interior –Tú me echaste de tu vida...
- ¡Por tu bien! –me interrumpió -¿Crees que no me dolía que te presentaras allí? Tener que negarme a verte, cuando me estaba muriendo por dentro. ¿Crees que yo no sentía nada? Qué fácil se ve todo desde fuera.
- ¿Fácil? –estallé –Eran tan sencillo como permitir verte y hablar conmigo.
- Quería que fueras feliz.
- ¡Mi felicidad eras tú! –le grité.
Un silencio incómodo invadió mi habitación. Cogí una camiseta, y unos vaqueros, y me los puse rápido.
- Será mejor que te vayas –dije saliendo de la habitación.
- Lo siento –me siguió hasta la cocina -¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
- ¿De qué me suena esa frase? –lo miré, con lágrimas en mis ojos.
- Lo siento –repitió, poniéndose de rodillas en el suelo.
- Por favor, Erick, eso no te pega nada.
Me di la vuelta y fui por mi café.
- Cuando Alex se presentó en la cárcel para hablar conmigo, no me esperaba que me dijera aquello –me soltó.
- ¿Alex fue a verte? –me giré, sin entender nada.
- Sí, el mismo día que me dejaron salir.
- ¿Por qué? –solté mi café -¿Qué te dijo?
- Todo –vi su mirada de derrota –Me prometiste que me sacarías de la cárcel, y lo hiciste. No pensaba que fueras tan fuerte para hacerlo. Te pusiste en peligro, por mí...
- Alex no tenía que haberte dicho nada –mis manos empezaron a temblar –Sólo hice lo que tú hubieras hecho por mí...
- No tengo la menor duda –me sonrió –Sofía yo... Lo siento. Te aparté, pensando que era lo mejor para ti. Me dolía verte llegar con esa carita triste, intentar sonreírme, diciéndome que todo estaba bien. Pero yo sabía que nada estaba bien. Te dolía verme así, al igual que a mí me dolía verte triste...
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Amor sobre ruedas
RomantizmSi aún no has leido "Mi profesor" y tampoco "Hasta que la muerte nos separe" éste es el momento. Amor sobre ruedas es la continuación. ¿Quién dice que las terceras partes nunca son buenas? En esta parte conoceremos la vida de Sofía y Ángel, los hij...