Capítulo 2

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Me desperté en una cama que no era la mía. En una habitación que no reconocía. ¿Dónde estaba? Entonces recordé la locura en la que me había metido...

Suspiré. Me había acostado con el jefe de moteros y lo peor, es que me había gustado.

¿Dónde estaría mi hermano? ¿Qué le habrán hecho?

Estaba completamente desnuda debajo de las sábanas negras. Busqué mi ropa y entonces la vi. Mi blusa, rota, tirada en el suelo. Recogí mi ropa interior y me la puse. Pero no encontré mis pantalones. No podía ponerme la blusa rota, así que busqué alguna camiseta de él en el armario. Cogí una negra, por suerte me quedaba grande, me la puse y salí de la habitación sin hacer ruido.

¿Iba a irme? ¿Con una camiseta de hombre? ¿En qué estaba pensando? Tenía que buscar a mi hermano. Por eso me había metido en ésa locura. Pero no podía ir abriendo puerta por puerta...

- Bueno, bueno, bueno... –escuché la voz del tipo de anoche y me volví -¿Te han dejado solita? –me miró de arriba abajo,

- ¿Sabes dónde está Erick?

- Sí –sonrió con malicia -¿Quieres que te lleve con él?

- Sí, por favor.

- Sígueme.

Empezó a andar y yo dudé en seguirlo.

- ¿Qué pasa? –se acercó demasiado a mí y yo retrocedí -¿Me tienes miedo? –empezó a reír.

- Por dios, Andrés, deja de hacer eso –una voz de mujer llegó hasta nosotros –Si el jefe te ve intimidando a su chica te mata.

- ¿Su chica? –se giró riendo –Por favor, sólo es la tía que se comió anoche.

- Deja de hablar así –lo regañó -¿Por qué te crees que vengo? –le enseñó ropa que llevaba en sus manos –Me ha pedido que te traiga algo de ropa –me sonrió.

- Gracias –le dije nerviosa.

- Vamos, Andrés, vete de aquí –lo echó.

Volvimos a entrar en el cuarto de Erick, las dos solas, por suerte.

- No te aconsejo que estés a solas con Andrés –me dijo cerrando la puerta –Ya me han contado lo que pasó anoche. No se toma muy bien que lo rechacen y si el jefe lo ve molestándote se meterá en serios problemas.

- Tranquila, no tengo intenciones de estar a solas con él, pero si tengo que estarlo, sé cuidarme.

- Bien –me sonrió –Espero que te quede bien.

Entré en el baño y me puse la ropa que me trajo la chica. Una camiseta, un pantalón y una chaqueta negra. Me miré al espejo, no parecía yo. Me arreglé un poco el pelo y salí.

- Me llamo Sofía –le sonreí.

- Yo soy Marina –me devolvió la sonrisa -¿Lista? –yo asentí con la cabeza –Vamos a desayunar. Ya todos estarán esperándonos.

La seguí por el pasillo hasta el gran salón. Muchos de los chicos que vi anoche en el bar, estaban en la barra con alguna chica. Busqué a Erick, pero no lo encontré.

- Seguro está arreglando algo –me sonrió Marina –Acompáñame a la cocina.

La seguí a la cocina. Allí estaban varias mujeres preparando café. Me ofrecieron uno, que acepté con mucho gusto. No hay nada mejor que un café por las mañanas.

Después de conocer un poco a las chicas y hablar un poco con ellas, volvimos al salón llevando mucho café. Todos fueron cogiendo uno y agradeciéndoles a las chicas.

Amor sobre ruedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora