Capítulo 9.

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Me di la vuelta para volver a la habitación, cuando una mano me agarró el brazo. ¿Cuándo había llegado hasta mí?

- Hola –me dijo con voz cansada.

- Hola –casi susurré.

- ¿Cómo estás?

Yo no contesté. Un silencio incómodo invadió todo el espacio entre los dos...

- Que pregunta más tonta... -dijo rascándose la cabeza –Lo siento, Sofía.

Lo miré a los ojos y vi sinceridad en ellos. Estaba arrepentido, pero eso no borraba lo que había hecho.

- De verdad que lo siento. Dime qué puedo hacer para que me perdones. Haré lo que sea –acarició mi brazo y yo me estremecí –Sabes que yo no soy así...

- Eso pensaba yo –dije mirándolo a los ojos –Pero ayer me demostraste lo poco que te conozco.

- No digas eso, por favor –me miró apenado –No sé qué me pasó ayer. No era yo. Sabes que nunca te haría daño. Yo te amo.

- ¿Amor? –estallé -¿Cómo puedes decir que me amas y hacerme esto? –dije quitando mi pañuelo y dejando las marcas moradas a su vista.

Por un momento, vi su mirada de horror. Después sus ojos se llenaron de lágrimas. Volví a poner el pañuelo en su sitio, ajustándolo más a mi cuello lastimado.

- Esto no es amor –dije, dándome la vuelta y volviendo a la habitación.

No he vuelto a verlo desde ese día. Esa fue nuestra última conversación. Ha pasado una semana. Las marcas de mi cuello casi han desaparecido, pero aún necesito llevar un pañuelo.

Mi maleta está lista, con todas mis cosas guardadas. Marina me ha ayudado con todo. Mi hermano está esperando fuera para llevarme a casa.

Salimos al patio. Carlos llevaba mi maleta y Marina me dio la mano. Todos estaban allí para despedirme.

Por suerte, nadie sabía de mi embarazo. Todos pensarían que es la típica pelea de novios, o que Erick se ha cansado de "la chica nueva". Me acordé de las palabras de Isa: "Se acostará con ella dos o tres veces y volverá a mí..."

Después de despedirme de todos, busqué con la mirada a Erick. No lo encontré. Mejor así. No sabría qué decirle.

Abrieron la puerta. Mi hermano y Alex me estaban esperando en el coche. Al verme, los dos se bajaron con una sonrisa. Pude escuchar a las chicas diciendo algo referente a ellos, pero me dio igual.

Carlos le dio mi maleta a Alex, y este la metió en el maletero del coche. Mi hermano me abrazó.

- Me alegro que estés aquí, ratoncilla –me besó en la frente.

- Tenía muchas ganas de verte –lo abracé aún más fuerte.

Eché una última mirada al club. Ya me había acostumbrado a todo aquello. Al sonido de las motos, a las chicas, y a los muchachos. Ya habían empezado a tratarme como una más de ellos. Como una familia...

¿De verdad no iba a venir por mí? ¿No iba a rogarme que me quedara? ¿De verdad iba a dejar que me fuera, para siempre?

Me subí en el coche y mi hermano lo puso en marcha. Entonces lo vi. Al fondo del club. Mirándome desde lejos. Despeinado, con cara de cansado...

¿Por qué no se acercaba? ¿Por qué no intentaba que me quedara? Todo había terminado entre nosotros...

- Iremos a casa de papá y mamá –dijo Ángel, sacándome de mis pensamientos.

Amor sobre ruedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora