Sus Inicios: El

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Ethan, con su tez bronceada y mirada penetrante, poseía una belleza que llamaba la atención sin esfuerzo

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Ethan, con su tez bronceada y mirada penetrante, poseía una belleza que llamaba la atención sin esfuerzo. Inteligente, pero a menudo sometido al hechizo de la indolencia, destacaba en su círculo por un encanto innato que lo hacía irresistible ante sus coetáneas. A lo largo de su vida, acumuló una rica experiencia en numerosas facetas, mostrando un potencial que parecía ilimitado. Podía destacar en cualquier actividad que captara su volátil atención, aunque su compromiso a menudo se esfumaba tan rápido como sus fugaces intereses.

A pesar de esto, su carisma natural lo mantenía en un constante foco de admiración, sobre todo entre las mujeres, quienes veían en él no solo un rostro bonito o un pasatiempo, sino también un enigma a resolver. Ethan, consciente de su atractivo, navegaba por la vida con la facilidad de quien se sabe dotado para el éxito, aunque este permaneciera en el horizonte, siempre prometedor, pero rara vez alcanzado.

A pesar de su innegable talento y potencial en múltiples áreas, Ethan parecía incapaz de perseverar en ninguna actividad el tiempo suficiente para alcanzar el éxito. Su naturaleza inquieta y dispersa lo llevaba a saltar de un interés a otro sin llegar a concretar logros significativos.

Disfrutaba cantar y componer sus propias canciones, dejando entrever una sensibilidad artística oculta bajo su fachada de tipo duro. Quienes lo escuchaban auguraban un futuro prometedor en la música. Pero bastó que surgieran las primeras críticas y cuestionamientos para que abandonara ese sueño.

De forma similar, su habilidad innata para los deportes como el fútbol nunca llegó a plasmarse en una carrera destacada. Prefería la adrenalina inmediata de los partidos informales con amigos antes que la disciplina de entrenamientos constantes.

Lo mismo sucedía con sus estudios. A pesar de su innegable inteligencia, su falta de interés y compromiso le jugaban en contra. Fue recién en los últimos años de su carrera en computación que comenzó a aplicarse, quizás comprendiendo que no podría escapar por siempre de las responsabilidades adultas.

Pero había un área donde Ethan sí mostraba una dedicación y constancia inusuales: la seducción. Desde su temprana adolescencia a los 14 años, cuando tuvo su primer contacto íntimo con una mujer, supo que allí podría destacarse.

Como ávido alumno, aprendió de sus hermanos mayores las "artes" de la conquista. Ellos lo aleccionaron sobre cómo tratar a las mujeres para conseguir sus favores. Cómo halagar su vanidad para que bajaran sus defensas, cómo dejarlas deseando más con sus toques medidos pero audaces.

Fue así que Ethan entró al mundo adulto con un doctorado en manipulación emocional. Pero aún le faltaba aprender las lecciones más importantes de la vida sobre el respeto, la empatía y el amor genuino.

La historia de Ethan podría resonar como conocida para muchos; era la crónica de un joven arrogante y pedante, desbordante de confianza en sí mismo, pero carente de juicio en la elección de sus compañías. Sus amigos, lejos de ser un apoyo, parecían más un lastre, una influencia negativa que constantemente desafiaba su moral y su perspectiva de la vida.

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