Numero 2: Una Mirada Basta

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Era la noche del 24 de diciembre de 2014, la víspera de Navidad. Ethan se encontraba en una fiesta, rodeado de gente celebrando y disfrutando de la alegría de las festividades. Pero para él, esta noche estaba a punto de convertirse en un momento que cambiaría su vida para siempre.

Fue entonces cuando la vio... Sus ojos se quedaron extasiados ante tanta hermosura, tanta belleza, inocencia, timidez e inmadurez, todo en un mismo rostro. Era Nohelia, una joven que parecía brillar con luz propia en medio de la multitud.

Ethan, quien normalmente no era aficionado al baile, se quedó sentado en una silla, observando discretamente a Nohelia. Había algo en ella que lo atraía de una manera inexplicable, como si una fuerza invisible lo empujara hacia ella.

A medida que pasaban las horas en la fiesta, Ethan no podía apartar sus ojos de Nohelia. Su timidez le impedía acercarse, pero su corazón latía con fuerza cada vez que ella pasaba cerca de él.

Fue entonces cuando ocurrió algo inesperado. El tío de Nohelia, en un estado de ebriedad, se acercó a Ethan y le dijo con voz animada: "¡Sáquela a bailar, compa! Vaya, Nohelia, baile con él".

Este fue el momento en que sus caminos se cruzaron por primera vez. Ethan, con el corazón acelerado, se acercó a Nohelia y la invitó a bailar. Mientras se movían al ritmo de la música, Ethan le preguntó tímidamente:

"¿Cuál es su nombre?"

" Nohelia ", respondió ella con una sonrisa tímida, "¿y el suyo?"

"Me llamo Ethan, mucho gusto", respondió él, perdido en la profundidad de sus ojos.

Continuaron bailando, Noheliacon una timidez encantadora y Ethan con una creciente admiración por ella

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Continuaron bailando, Noheliacon una timidez encantadora y Ethan con una creciente admiración por ella."Usted sí puede bailar", le dijo él, tratando de romper el hielo. Noheliarespondió con una sonrisa que iluminó su rostro.

Ese baile fue el comienzo de algo especial. Ethan sentía que había encontrado a alguien que tocaba su alma de una manera que nunca antes había experimentado. Y mientras continuaban moviéndose al compás de la música, algo dentro de él le decía que este momento, este encuentro fortuito, marcaría un antes y un después en su vida.

Ethan, al darse cuenta de la timidez de Nohelia, trató de hacerla sentir más cómoda. Con una sonrisa cálida, le dijo: "Yo tampoco puedo bailar, así que aprenderemos juntos". Nohelia respondió con una sonrisa que iluminó su rostro, apreciando la gentileza de Ethan.

Así pasaron la noche, bailando y conversando, perdidos en la magia del momento. Ethan se sentía cada vez más cautivado por la dulzura e inocencia de Nohelia, y ella parecía estar cada vez más a gusto en su compañía.

Bailaron hasta que la fiesta llegó a su fin y Nohelia tuvo que irse a dormir. Ethan la vio alejarse con un suspiro, deseando que la noche nunca terminara.

En los días que siguieron, Ethan no podía sacar a Nohelia de sus pensamientos. Se preguntaba quién era ella realmente, de dónde venía, qué le gustaba. Ansiaba conocer cada detalle de su vida.

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