Numero 3: De vuelta a los aprietos

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Carolina había conocido a Ethan en un momento diferente de su vida. Cuando se cruzaron por primera vez, Ethan era un muchacho noble, pero distanciado y serio. Había una quietud en él que parecía ocultar una profundidad que pocos podían ver.

Carolina, con su espíritu amable y su determinación de ver lo mejor en las personas, se sintió inmediatamente atraída por el misterio que rodeaba a Ethan. Ella veía en él un alma gentil que quizás había sido herida en el pasado, y se propuso ser un rayo de luz en su vida.

"Hola Ethan, vamos a la reunión de hoy", le decía Carolina con una sonrisa cálida, cada vez que lo veía.

Ethan, aún inseguro de su lugar en la comunidad, a menudo dudaba. "Está bien...", respondía, su voz cargada de indecisión.

Pero Carolina no se desanimaba. En los días siguientes, ella se dedicó a ser una presencia constante y reconfortante para Ethan. Le ofrecía palabras de aliento, le mostraba que su presencia era valorada y apreciada.

Poco a poco, la atención y la cercanía de Carolina comenzaron a tener un efecto en Ethan. Él empezó a mostrar más interés en las reuniones, a participar más activamente. Era como si la calidez de Carolina estuviera derritiendo lentamente las barreras que Ethan había construido alrededor de su corazón.

Lo que ni Ethan ni Carolina se daban cuenta era que, en medio de esta creciente cercanía, un sentimiento más profundo estaba floreciendo. Era un afecto que crecía silenciosamente, alimentado por cada sonrisa compartida, cada conversación sincera.

Un día, mientras Ethan visitaba a su mejor amigo, el destino intervino. Justo cerca de la casa de su amigo, se encontraron con Carolina. Ella, al ver a Ethan, levantó su mano en un saludo tierno y lleno de alegría.

En ese momento, Ethan sintió algo que nunca antes había experimentado. Fue una sensación indescriptible, un calor que se extendió por todo su ser. Era como si, en ese simple gesto, Carolina hubiera tocado una parte de su alma que ni siquiera él sabía que existía.

Fue un momento de claridad para Ethan, un instante en el que se dio cuenta de que lo que sentía por Carolina iba más allá de la amistad o la gratitud. Era algo más profundo, más significativo.

Pero con esta revelación también vino el miedo. Ethan había sido herido antes, había aprendido a ser cauteloso con sus sentimientos. ¿Estaba listo para abrir su corazón de nuevo? ¿Podría confiar en esta nueva emoción que Carolina despertaba en él?

Estas preguntas pesaban en la mente de Ethan mientras navegaba por esta nueva dinámica con Carolina. Cada interacción ahora estaba cargada de un nuevo significado, cada mirada parecía contener un secreto compartido.

Y así, Ethan se encontró una vez más en aprietos emocionales. Pero esta vez, no estaba solo. Tenía a Carolina a su lado, una compañera inesperada en este viaje del corazón.

Lo que el futuro les deparaba, ni Ethan ni Carolina podían saberlo. Pero en ese momento, en el calor de ese saludo a distancia, ambos sintieron que algo especial estaba comenzando, algo que podría cambiar sus vidas para siempre.

La revelación de sus sentimientos por Carolina golpeó a Ethan como un rayo. En un momento de claridad absoluta, se volvió hacia su mejor amigo y exclamó:

"Man...!! Me quiero casar con ella".


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