Sentido Aracnido III.

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Estabas en tu habitación asignada en la asociación arácnida. Te estabas alzando con mucho animo una manga corta de tu pijama para aplicarte una inyección que venia en un dispositivo en forma de lapicera gruesa. Solo tenias que acercar a tu piel la pequeña aguja que se asomaba en la punta y oprimir del otro lado un botón para pinchar y liberar la medicina. Respiraste a hondo antes de acercarla y oprimir el botón, tan solo sentiste el dolor de la medicina correr a presión. No te agradaban las inyecciones pero no tenias otra opción, ademas te alegrabas tanto que tu problema con tu sentido arácnido tuviera esta solución.

—Debe doler mucho— te dijo Gwen sentada desde el piso. Tenia puesta una pijama en colores rosa pastel.

— Jeje algo si. Pero prefiero esto a haber perdido mis poderes. Una inyección por día, puedo tolerarlo. — guardaste el dispositivo en un estuche que te dio el doctor, donde habia cuatro más sin usarse aun. Bajaste al suelo junto con Gwen y Paviter quien ya tenia tazas preparadas con chai.

—¿En serio creíste que perderías tus poderes? Debió ser una tortura. Tampoco me veria algun dia sin poderes para proteger a mi bella Gallatry.

—Hubiera sido interesante como te revelabas ante el sistema. Estar en la sociedad arácnida sin poderes es revolucionario .— Dijo Hobby que también estaba ahí colándose en la reunión. Estaba sentado en una silla recargando sus botas en tu escritorio improvisado con una mesita de madera.

Te reíste ante las ocurrencias extrañas de tu amigo inglés, y le diste un sorbo a tu chai. Luego respondiste. —De todos modos, si Miguel no me hubiera dejado estar aquí por mi problema tengo un gizmo de repuesto. Hubiera vuelto de todas formas con ustedes.

Afortunadamente tu problema con tu sentido arácnido estaba resuelto. El doctor te dio el diagnóstico de un extraño virus que tal vez adquiriste por ahí. Y al escuchar estas noticias tu mente se despejo como un gran e radiante cielo azul después de una tormenta mañanera, dejando olvidada la idea de perder tus poderes. Pues no estabas perdiendo tu telaraña orgánica ni tu sentido arácnido y no estabas siendo menos "adherente" en las paredes, era una extraña congestión y debilidad como una gripe en humanos normales. Y el doctor no tardo en hacer un antibiótico para combatir este virus y hacer también un reporte a Miguel para justificar tu ausencia en lo que quedaba de la semana. Ya tenías planeado este fin lo que harías en tu mundo y lo disfrutarías mucho como esta noche con tus amigos.

—Oigan chicos.— les llamaste. —¿Saben a que hora esta aquí Peter?

...

—¡Hola! ¡Miguel buenos días! — Saludo muy sonriente Peter teniendo cargada a su bebe Mayday en la cangurera ya somnolienta. Pues ya estaba empezando su primer siesta de la mañana.

—Peter.— le devolvió el saludo o mas bien gruñido. No era una sorpresa que Miguel se encontrara de mal humor. Estaba enfrente de las pantallas y ni siquiera se volteo a verlo y darse cuenta que traía en una mano una pequeña caja blanca y encima de esta un vaso de café negro.

—Alguien me dijo que tal vez aun no has desayunado — Peter con cuidad subio a la plataforma con su telaraña sin derramar nada. — Y ese alguien te mando este extraño pan llamado concha y cafe de olla.

—¿Que? ¿Como... — Lo que dijo Peter le sorprendió tanto que se giro muy rápido a mirarlo. Alguien le trajo el desayuno pero no cualquier desayuno un pan mexicano y un cafe de olla que acostumbraba tomar cuando iba a visitar Mexico.

—No me preguntes a mi preguntale a ______

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—No me preguntes a mi preguntale a ______. Yo solo le hice el favor de entregártelo.— le dio la caja y el cafe en cada mano. Miguel abrió la caja con cuidado y vio una exquisita concha de chocolate y el cafe olía delicioso. Noto que dentro de la caja a un lado del pan venia una nota. Que decidió leerla mas tarde en cuanto Peter se fue.

Gracias por tus palabras de ayer. Me tranquilizaron muchísimo. Gracias por recordarme que todo esta bien.

Espero te guste.

¡Provecho!

Miguel no esperaba este detalles de tu parte y que te tomaras la molestia de investigar un poco de la comida mexicana lo hacia mas inesperado. Pudiste darle una empanada una hamburguesa que podías conseguir fácil de la cafetería, pero no. Investigaste lo que era el pan mexicano y el cafe de olla... o alguien te dijo.

—Lyla.

—Te juro que no le dije nada. — El holograma de ella se hizo presente. —Ella lo investigo y fue a una panadería mexicana. Es muy considerado de su parte ¿Que hiciste tu para tener este detalle de su parte? — Pregunto Lyla un poco burlona pues ya sabia lo que pasó.

—Nada. Sigamos el trabajo. — le dijo fastidiado. La burla de Lyla iba a durar todo el día.

—Deberías abrirte más.

Miguel hizo como si no escuchara nada. Le dio un mordisco a su concha y sorbo al café. Y admitió mentalmente que este detalle tuyo le gusto mucho y no estaría mal pedírtelo debes en cuando.

Mini historias- Miguel O'hara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora