𝐄𝐏𝐈́𝐋𝐎𝐆𝐎

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UN AÑO DESPUÉS

—¡Wren, vamos a llegar tarde! —exclama la pelirroja sobre su novia, quien se aventura a levantar la vista desde su posición más baja en la cama y observa cómo la otra chica inclina la cabeza hacia atrás para estirar el cuello. El pecho de Ellie se agita bajo las manos de Wren, quien juraría que puede escuchar los latidos del corazón de Ellie con su cabeza tan cerca de él.

—En realidad, no pareces tan molesta por eso, amor —murmura Wren mientras vuelve a bajar la cara y deja un beso seco en la clavícula de Ellie, antes de descender con otro beso hacia la unión entre sus pechos—. De hecho —añade entre besos—, no creo que estés intentando con todas tus fuerzas detenerme.

Ellie sonríe contra su piel, sus labios descansan sobre los tensos músculos de su estómago. Las manos de Wren se deslizan para sujetar sus caderas mientras ella se acomoda nuevamente entre los muslos de su novia.

—Wren... —El nombre se pronuncia con una advertencia que casi suena como un gruñido—. Sería más fácil si no te distrajes tanto con... ¡Ah! —Se tensa contra la pequeña chica que hunde sus dientes en su cadera desnuda, mordiendo con la suficiente fuerza como para dejar un moretón antes de soltar la piel y lamerla como una disculpa.

—Si quieres que pare, todo lo que tienes que hacer es pedírmelo, querida —murmura Wren, mientras observa a Ellie jadear y enredar sus manos en la sábana de la cama. Cuando levanta la mirada, sus ojos oscuros se encuentran con los de Ellie, quien parece sentir la intensidad de su mirada. En ese instante, hay una dulzura palpable en la expresión de la pelirroja, una vulnerabilidad que se refleja en sus ojos mientras parece comprender a Wren a un nivel más profundo. En ese momento, siente un amor sincero. Ellie le devuelve una sonrisa, como si entendiera, y Wren observa cómo sus dientes se hunden en su labio inferior.

—Ven aquí —dice con adorables gestos, agachándose para tomar el brazo de la morena antes de erguirse. Wren se deja, y enseguida besa la parte inferior de la mandíbula de Ellie, dejando una marca que sabe que la otra chica reclamará más tarde. La ojiverde jadea bajo sus caricias y luego coloca una mano en su hombro, empujando a Wren hasta que queda tumbada boca arriba, con Ellie apoyada de costado sobre ella, mirándola.

—Hola —saluda Wren con una pequeña sonrisa, ante lo cual Ellie se inclina de inmediato para sellar sus labios con un beso. Wren permite que el beso continúe, mientras su mano empuja suavemente la que acaricia el costado de sus costillas, arrancando un gemido de Ellie—. Realmente somos malas para llegar a tiempo —susurra cuando la pelirroja se aparta, juntando sus frentes mientras su mano sigue explorando el torso de la otra chica.

Sus dedos se detienen sobre una cicatriz que Wren conoce demasiado bien, y observa su mano reposar sobre el pequeño bulto. La cicatriz, apenas del tamaño de una moneda del mundo antiguo, casi ha desaparecido después de un año desde que ocurrió.

—Ellie —susurra Wren, con la mano aún sobre la otra chica, mientras vuelve a estudiar su expresión atormentada. Comprende que Ellie nunca la olvidará y es consciente de las pesadillas que la acosan sin tregua. Para ella, es solo otra marca más en la lista de cicatrices, pero para Ellie...

—Lo siento —murmura Ellie, mientras presiona un beso en la mejilla de Wren, tan tierno y gentil que un nudo se forma en la garganta de la morena ante el gesto—. Lo siento —repite, depositando otro beso en la otra mejilla. Wren se aparta, tomando la mandíbula de Ellie con sus manos y obligando a sus ojos a encontrarse. Quiere decirle que está bien, que no fue su culpa, pero sabe que en este momento no le creerá. En cambio, siente que las palabras que ha deseado decir durante tanto tiempo burbujean en su garganta.

—Te amo —susurra Wren, casi ahogándose con las palabras, mientras Ellie simplemente la mira fijamente. Al principio, su falta de palabras resulta entrañable, pero luego la morena comienza a preocuparse—. Di algo, Ellie —ruega, con las manos cayendo de su rostro, mientras los ojos de Wren buscan desesperadamente su expresión. Tan pronto como pierde el contacto visual, se lanza hacia ella.

Una vez más, Wren se encuentra boca arriba, presionada contra el colchón mientras el cuerpo de Ellie se funde con el suyo, y sus labios se apresuran a encontrar los de la otra chica. Jadeando, Ellie se entrega por completo, su lengua explorando la boca de Wren con una pasión renovada, como si fuera la primera vez que se besan. Wren apenas puede sostener a la pelirroja por los hombros mientras se entrega a cada caricia amorosa. Los besos de Ellie se vuelven más urgentes, como si temiera que Wren desapareciera antes de que ella pueda completar su asalto a sus labios.

Finalmente, Ellie se aparta con un jadeo, sus ojos húmedos por lágrimas que no llegan a caer, aunque le sonríe a Wren.

—Yo también te amo —murmura. La cara de Ellie desciende hasta el cuello de Wren, dejando una marca idéntica a la de ella mientras sus manos exploran sus costados, provocando gemidos en la morena.

Ahora sus roles se invierten: mientras Wren explora el cuello de Ellie, esta marca el de ella, descendiendo con suaves besos hasta la parte superior de sus senos. Luego, vuelve con más besos hasta que se encuentra sobre los labios de Wren, provocándola. Con sus ojos encontrándose de nuevo, una sonrisa ilumina el rostro de Ellie.

—Cásate conmigo —propone. Wren se queda inmóvil, la conmoción se filtra en su mente, pero Ellie solo sonríe más ampliamente—. Quiero pasar el resto de mi vida despertando en tus brazos. Quiero cenar en familia todos los domingos y pasar todas las noches contigo a mi lado. Quiero casarme contigo, la mujer que amo.

Esta vez, cuando brotan las lágrimas, Wren las deja caer, con la visión borrosa mientras asiente.

—Sí, Ellie, un millón de veces sí —responde Wren con una sonrisa, y la besa, con la plena intención de llevar a su futura esposa a la cama, cuando alguien llama furiosamente a la puerta.

—¡Hola, tortolitas! —La voz de Jesse hace que las dos chicas giman—. ¡Van a llegar tarde al cumpleaños de Joel!

Ambas se miran y ruedan los ojos simultáneamente.

—Supongo que tendremos que continuar con esto más tarde —dice Ellie mientras besa la punta de la nariz de Wren, sonriendo. La otra chica le devuelve el gesto, con el corazón a punto de estallar.

—Menos mal que nos queda toda la vida.

-

FIN

Serenidad | Ellie WilliamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora