𝐈𝐗

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Al abrir los ojos y parpadear, Wren se da cuenta de que está en graves problemas. Un dolor familiar recorre sus muñecas y tobillos, mientras su cabeza late con intensidad al enfocar su visión. Al intentar moverse, descubre que sus brazos y piernas están atados detrás de ella a una silla. Todo esto le resulta demasiado familiar.

—¡Mira quién ha despertado! —La voz de un hombre la sorprende mientras examina el entorno con rapidez. Se encuentra en lo que parece ser una tienda antigua, con perchas de ropa rotas y un escritorio destrozado en el suelo—. Por poco tendría que haberte despertado yo mismo. —El hombre la observa con una mirada depredadora, haciendo que Wren se estremezca.

—Eres un Lobo —afirma ella con total naturalidad, frunciendo el ceño cuando sus ojos la escrutan. Él se acerca, jugueteando distraídamente con un cuchillo en su mano. El pulso de Wren se acelera, su corazón martillea en su pecho y sus palmas sudan. Con movimientos lentos, intenta liberar sus manos en busca de una salida.

—Y tú no eres una Scar. —Él inclina la cabeza y se detiene frente a su silla, mientras Wren levanta la mirada para enfrentarlo. Sus cejas se fruncen al escuchar la palabra, recordando vagamente que fue mencionada en la torre de radio; simplemente pensó que significaba otra cosa.

—¿Qué demonios es un Scar? —pregunta ella, solo para mantenerlo ocupado. No sabe si Ellie vendrá por ella; quizás la dejó atrás o tal vez también la capturaron. Wren tendrá que ser su propia salvadora.

—Creo que seré yo quien haga las preguntas, cariño. —De repente se inclina frente a ella, haciendo que Wren dé un respingo de sorpresa—. ¿Quién eres? —El cuchillo presiona su cuello, peligrosamente cerca de cortarla. Ella traga saliva, sintiendo la hoja acercarse más con cada trago.

—No voy a decirte una mierda —responde ella, negándose a comprometer a Jackson por segunda vez. Las bridas en sus muñecas cortan su piel, obligándola a morderse la lengua para evitar soltar un gemido de dolor.

—Está bien, es más divertido sacarlo de ti. —Sonríe, apartando el cuchillo de su cuello. Wren se relaja por un momento y exhala un suspiro de alivio, que se transforma instantáneamente en un grito de dolor cuando el cuchillo encuentra su lugar en su hombro.

—¡Hijo de puta! —grita por impulso, jadeando entre el dolor que pulsa en su hombro como nunca antes había sentido. El hombre se ríe, moviendo el cuchillo suavemente y haciendo que Wren gima de dolor una vez más.

—¡Oye! —Otro hombre irrumpe por unas puertas en la pared, aparentemente amigo del Lobo—. Tenemos que irnos, hombre.

—¡Amigo, apenas empezábamos! —El hombre frente a Wren se levanta y se gira para mirar a su amigo—. Necesitamos sacar información de aquí.

—Jaime dice que Isaac llamó por radio diciendo que la iban a matar; tenemos problemas más graves —comenta el chico nuevo mientras se acerca al escritorio en el centro de la habitación y se apoya en él—. Vendrán a recogernos en diez minutos —informa, cruzando los brazos sobre el pecho.

—Diez minutos son suficientes para mí —dice el hombre, su tono de voz hace que los ojos de Wren se abran de par en par—. La mataré antes de que lleguen aquí, pero no me divierto desde hace meses.

—Eres asqueroso —escupe el chico, con una leve sonrisa—. Pero mantén el silencio, no queremos atraer a todos los chasqueadores y corredores de la zona —advierte, y de repente a Wren le dan ganas de vomitar.

—Eso me basta. —El hombre se vuelve hacia Wren, su sonrisa depredadora la hace luchar más contra sus ataduras—. Ahora, si gritas, tendré que cortarte la garganta, ¿entendido? —Se acerca a ella de nuevo, alcanzando su camisa mientras Wren lo mira.

—Si me tocas, te apuñalaré en la polla —ella sisea, tratando de alejarse lentamente de su mano.

—Por supuesto. —Él revira los ojos y agarra el escote de su camisa—. Veamos qué escondes debajo de esto.

Los ojos de Wren escudriñan la habitación en busca de una salida cuando algo llama su atención de repente. Una figura se asoma por el tragaluz, alguien que se parece a... Ellie.

El chico forcejea con la camisa, los botones salen volando cuando logra abrir la mitad de la prenda.

—¡¿Qué demonios?! —exclama, mirando el espacio sobre su sujetador. Wren baja la mirada con el ceño fruncido hacia las marcas de mordeduras que cubren su pecho y estómago. Son doce, las contó una vez.

—Sí, no es tan sexy, ¿verdad? —Sonríe mientras habla. Antes de que él pueda responder, se escucha un único disparo. La sangre salpica el rostro de Wren, haciéndola jadear levemente, mientras el hombre se queda inmóvil antes de caer al suelo de espaldas. Observa cómo su amigo suelta un grito y, de inmediato, dispara a Ellie, que está encima de él. El cristal se rompe y ella cae, golpeando el suelo con fuerza, lo que enferma a Wren. Ella y el otro chico comienzan a luchar, y Wren grita de frustración al no poder liberarse de sus ataduras.

De repente, Ellie yace en el suelo debajo del chico, y todo lo que Wren puede ver es rojo. Coloca los pies en el suelo lo mejor que puede, poniéndose de puntillas. Respira hondo y luego da un pequeño salto, lanzándose hacia atrás. Golpea el suelo con estrépito, la silla se rompe bajo su peso mientras gime. Liberando sus piernas, se levanta entre los escombros.

De repente, Ellie grita, golpeando al chico en la cara y alcanzando su arma. Wren se inclina hacia adelante hasta donde puede, sintiendo cómo su estómago y hombro protestan por el movimiento. Levanta los brazos detrás de ella, sintiendo que están a punto de romperse, y luego los baja tan rápido que gruñe al sentir el golpe en la espalda. La brida se rompe con el impacto y Wren no duda en alcanzar el cuchillo.

Con la mano en la empuñadura, respira rápidamente antes de arrancarla con un grito. Ignorando el dolor lo mejor que puede, corre hacia donde Ellie está atrapada debajo del chico. La ve un segundo demasiado tarde cuando su mano se enreda en su cabello, levantando su cabeza lo más que puede antes de deslizar la hoja por su cuello como si fuera mantequilla.

La sangre tibia fluye por su mano de inmediato, goteando desde el cuello hasta caer en el pecho de Ellie. Wren usa su pie para apartar al chico a un lado, observando cómo su cuerpo golpea el suelo con una fascinación enfermiza antes de girarse hacia Ellie.

—¿Estás bien? —jadea, sintiendo arder y palpitar la herida en su hombro. Ellie no responde, con los ojos muy abiertos fijos en su pecho expuesto—. Mis ojos están aquí arriba —dice Wren con sarcasmo, rodando los ojos.

—Tú... tú estás... —tartamudea Ellie, y la otra chica se da cuenta de lo que está mirando. Cruzando las manos sobre su pecho, mira fijamente a Ellie, quien se apresura a ponerse de pie. Observa las picaduras con los ojos muy abiertos y levanta la mano para tocarlas, retirándola en el último momento.

—¡Soy inmune, lo juro! —exclama Wren, preguntándose si Ellie le disparará ahora o más tarde—. Tienen años, no estoy mintiendo.

De repente, el sonido de un coche deteniéndose y los gritos de unos hombres las interrumpen.

—Nos ocuparemos de esto más tarde, tenemos que salir de aquí.

Serenidad | Ellie WilliamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora