𝐗𝐕𝐈𝐈

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Wren exhala profundamente y retira el brazo que envuelve a Ellie para llamar a la puerta. A su lado, Ellie se aferra a su camisa con nerviosismo. La morena toca la puerta con urgencia antes de volver a rodear la cintura de la pelirroja con su brazo.

La puerta se abre tras algunos movimientos al otro lado, revelando a Jesse y Dina.

—Gracias a Dios que regresaste, estábamos preocupados... Oh, Dios mío, ¿qué ha pasado? —pregunta Jesse, apartándose con Dina mientras Wren ayuda a Ellie a entrar.

—¿Ellie está bien? —pregunta Dina, intentando verla. La irritación se apodera de Wren, pero trata de controlarla.

—No es su sangre —confirma Wren, asintiendo sombríamente hacia los dos. Dina se muerde el labio pero se retira, permitiendo que la chica inmune lleve a Ellie más adentro.

—¿Han encontrado a Joel? —pregunta Jesse, con una mirada preocupada dirigida a Ellie. Wren lo fulmina con la mirada y él retrocede, levantando las manos en señal de rendición—. Lo siento, tal vez no es el momento adecuado —asiente—. Voy a calentar algo de comida, ¿de acuerdo? —Se da la vuelta para irse antes de que alguien pueda responder, y Wren exhala un suspiro mientras se aleja.

Ella no pronuncia palabra mientras conduce a Ellie hacia el corto sofá, depositándola en el suelo con un gruñido de dolor al sentir escozor en el tobillo. Observa a Dina, anticipando cualquier pregunta.

—Ellie, ¿qué sucedió?

Wren dirige su mirada hacia la chica, esperando su respuesta, pero ella sigue contemplando sus manos ensangrentadas, su cuerpo temblando visiblemente.

—No estoy segura, ha estado así desde que la encontré —murmura Wren con delicadeza, sintiéndose culpable por hablar de Ellie mientras esta está presente—. Habló con Nora y creo que obtuvo la información.

Intercambian una mirada significativa con Dina, ambas conscientes del peso de esa revelación.

—Está bien, iré a buscarle otra ropa; hoy la lavé bajo la lluvia —dice Dina con prontitud, aparentemente incómoda como si estuviera desorientada sobre qué hacer.

Wren asiente con la mandíbula tensa, cuestionándose por qué sus amigos parecen reticentes a ayudar a Ellie, a quien solo conoce desde hace dos meses y quien, sin embargo, le ha brindado más apoyo.

—Ellie —murmura Wren mientras se arrodilla frente a la chica, sujetando con suavidad sus manos para bloquear su mirada—. ¿Qué te parece si vamos a limpiarte, eh? —pregunta con ternura, esforzándose por captar su expresión.

—Bien —susurra ella en respuesta, con una voz tan tenue que apenas llega a los oídos de Wren. Es tan distinta de la chica fuerte que amenazó a Nora antes, que solo puede imaginar qué sucedió para perturbarla de tal manera.

Con delicadeza, Wren ayuda a Ellie a ponerse de pie desde la silla, sosteniendo la mayor parte de su peso con un brazo alrededor de su cintura. Ellie permanece en silencio, inclinándose hacia Wren como si fuera su salvavidas, y tal vez lo sea.

—Vamos, colabora conmigo, Els —murmura Wren, usando su otra mano para abrir las puertas dobles que conducen al teatro.

Avanzan juntas hacia el escenario entre las hileras de sillas, el sudor empieza a perlarse en su frente. Con su ayuda, Ellie sube las escaleras, sintiendo cómo sus brazos tiemblan por el cansancio, pero logra superarlo.

—Voy a dormir muy bien esta noche —murmura, parloteando con Ellie como si la chica realmente estuviera escuchando. Llegan detrás de la cortina, donde Wren la abre y pasa casi corriendo. Ellie tropieza en su camino hacia la oscuridad, avanzando hacia la puerta ligeramente entreabierta con luz asomando.

Serenidad | Ellie WilliamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora