𝐗𝐗𝐈

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Cuando finalmente abre los ojos, Wren se encuentra sumida en la oscuridad. Un sentimiento de pánico la invade al darse cuenta de que sus brazos están atados a su espalda, mientras está sentada sobre algo duro, con una bolsa cubriéndole la cabeza. Hiperventilando, intenta recordar lo que sucedió.

«¿Dónde estoy?»

Miles de ideas invaden su mente mientras mueve las manos, sintiendo las muñecas esposadas con bridas.

—¿Hola?

Se pregunta si llamar es una buena idea, aunque sabe que probablemente no lo sea.

—Cállate la boca. —Un golpe en su frente la hace retroceder, sintiendo el contacto con algo sólido: una pared. Wren intenta tranquilizarse, deseando llamar para saber si su madre está cerca. Sin embargo, opta por morderse el labio y escuchar atentamente en su lugar.

A lo lejos, distingue voces superpuestas, pero decide mantenerse en silencio donde sea que esté. Mueve sus manos con más insistencia, intentando hallar una forma de liberarse de las ataduras. Las bridas le han cortado la piel, provocando que sus ojos se llenen de lágrimas de dolor.

—¿Estamos listos? —pregunta alguien. Un momento de silencio se sucede antes de que sienta una mano agarrando la tela de su camisa de repente. Es levantada del suelo, luchando por mantenerse erguida antes de que la persona la suelte. Mientras se endereza, una punzada de dolor atraviesa su cabeza.

Una mano empuja su espalda entre los omóplatos, obligándola a dar un paso adelante en dirección a... algo desconocido. Wren aprieta los dientes mientras se resigna a ser llevada hacia el destino incierto que le aguarda. De repente, la mano sujeta la parte trasera de su camisa, deteniéndola en seco.

—Entendido —declara alguien, y el sonido de una puerta al abrirse resuena a su alrededor.

Las voces aumentan en intensidad y la empujan hacia adelante, la luz invade su visión a través de la tela que le cubre los ojos. Continúa avanzando, guiada por la mano que la lleva, mientras las voces gradualmente se apaciguan hasta convertirse en susurros.

—Escaleras —anuncia la voz justo antes de que Wren tropiece con un escalón inesperado.

Una mano agarra su camisa antes de que pueda caer, y Wren se apresura a subir el resto de las escaleras. Mientras la conducen, empieza a reconocer dónde podrían estar: el juzgado, el acuario... ¡Joel! ¿Podría Ellie estar también aquí? Los pensamientos de Wren dan vueltas cuando la detienen bruscamente.

El impacto golpea la parte posterior de su rodilla izquierda y cae naturalmente sobre una rodilla. Rápidamente, mueve la otra hasta quedar completamente arrodillada, su cuerpo temblando al darse cuenta de la gravedad de la situación. Dina tenía razón: esto no es un juicio, es una ejecución.

La bolsa que cubría su cabeza es arrancada y Wren se ve obligada a entrecerrar los ojos ante la súbita luz que ataca sus pupilas. Parpadea rápidamente para ajustar su visión y su corazón se detiene al escrutar la abrumadora habitación a su alrededor. Se da cuenta de que está arrodillada en lo que parece ser un escenario, mientras al otro lado de la sala se extienden filas y filas de gradas repletas de soldados Lobos.

—Mierda —murmura Wren, estremeciéndose de miedo mientras el frío se apodera de sus venas, y busca con la mirada para ver quién está a su lado.

Las lágrimas comienzan a acumularse en sus ojos mientras dirige la mirada a su izquierda; la visión del rostro demacrado de su madre es suficiente para desvanecer cualquier atisbo de esperanza que alguna vez hubiera albergado. Su madre está arrodillada a pocos metros de distancia, atada de la misma manera que su hija. Aunque su barbilla está levantada con desafío, Wren percibe cómo tiembla su labio inferior.

Serenidad | Ellie WilliamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora