Parte 35 Ayuda

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Había pasado una semana y media desde nuestra llegada, ningún doctor hacía sentir seguro al polluelo del barco, Marco tenía esperanzas en Kureha, esperanzas que se desvanecieron tan pronto como la vieja abrió la boca, esa maldita anciana no tenía tacto.

-Perdón- la voz baja y rota del pequeño entre sus manos era estremecedora, el corazón de todos los barbablanca se estrujaba al escucharlo.

-¿Qué pasa hijo mío? ¿Por qué te disculpas?-

-Hemos estado varados en esta isla por mi culpa y yo... yo no puedo sentirme bien con nadie- Sus puños eran blancos ante la presión, temblaba de importancia y rabia, intento, sin éxito, mantén al margen sus lágrimas.

-Perdón, perdón por ser tan inútil- Volteó hacia su padre, mirándole a los ojos, a esos ojos tristes -perdón por ser una carga inútil-

Barbablanca no lo soporto más, llevando al pequeño hacía su pecho, dejándolo llorar y sollozar libremente mientras acariciaba con cuidado la suave melena pelinegra.

-Eres mi hijo pequeño, el más joven de mis tripulantes, ustedes tres son mis pequeños, pero tú cariño, eres especial, eres mi pequeño tesoro-

Ace se acurruco más, sintiendo el peso de las palabras de su padre, sabía que era un demonio y aún lo amaba, lo amaba tanto para compararlo con un tesoro.

Hace algunos días que había presentado recuerdos, entendiendo que lo que pasó no fue solo una pelea de la que salió mal parado, había sido un encuentro con su propuesto de padre.

Cuando Marco y Sabo llegaron a la cubierta, ambos rubios vieron con un hueco en el corazón a Ace acurrucado sobre el viejo, mientras lo mecia un poco y acariciaba suave y cuidadoso el pequeño montículo de cabellos alborotados.

De un momento a otro, Sabo dió media vuelta, dando pasos decisivos hacia la sala de comunicaciones.

-¿Sabo?-

-Ya se a quien llamar, ¡Deuce fija la ruta a una isla primaveral que esté deshabitada!-

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Tres días.

La ruta había cambiado, se encontraba un poco ansioso, los múltiples peluches de apoyo que Izou le dió, estaban esparcidos por cada rincón del barco, por otra parte, todo el barco se llenó de botones, según Marco, si se sentía mal o inseguro en ese lugar solo debía presionarlo y los spades o sus retoños irían a por él.

No entendía muy bien el cambio de ruta ¿Se habían cansado de esperar a que se curara? O es que él ya no tenía cura alguna, algo en su interior le decía que al fin se dieron cuenta de que era un caso perdido, estaba seguro de que lo abandonarían, pero le dolía, le dolía tanto ver aquella isla cercana, una isla primaveral desierta.

Sabo al menos pensó en dejarlo en un lugar hermoso, desgraciadamente estaba desprovisto de animales, guardo su dolor, pensando que esto era lo mejor, limitándose a mirar aquella isla desde el nido de cuervos, se sentía... Sólo.

Talvez... Era mejor así. Palpo suavemente su muslo, asegurando su afilada daga, talvez, sea mejor así.

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-Te veré ahí en tres días, trae lo necesario-

-El viejo se está preparando, ¿Estás seguro de esto? Digo, él prácticamente dio su vida por ustedes en múltiples ocasiones, no me parece correcto-

-Me importa una mierda que te parezca correcto, solo tráelo-

Sabo trataba de regular sus emociones y su respiración, no había estado cerca de Ace desde aquella llamada, la isla estaba cada vez más cerca, el plan era simple, pero su nerviosismo lo estropeaba.

-Bien ¿Cuál es el plan? ¿Qué vamos a hacer?-

Y ahí estaba, uno de sus miedos en este maravilloso plan, Marco el fénix, primer comandante de Barbablanca y aún más importante, el novio de Ace.

No lo miro, no podía hacerlo ¿Con que cara se enfrentaría a él?

-Nosotros no haremos nada, el único que bajara será Ace-

La cara del mayor, paso por sorpresa, incredulidad y por último furia.

-¿Cómo puedes ..-

-Vamos, necesitamos asegurar la isla, que no exista peligro alguno- Dijo, interrumpiendo al mayor

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Esa noche comió hasta el cansancio, disfrutando de la deliciosa comida, suponía, por la cantidad y el extraño ambiente, sería su última cena, la última que vería a su familia y amigos, la última donde Marco lo mantendría junto a él, busco a su hermano, no le importaba el abandono que pasaría, solo quería verlo una vez más, Luffy, hace tiempo que se fue, llendo de aventura con su peculiar tripulación, y Sabo, Sabo se había alejado desde el cambio de ruta.

Sintiendo su corazón romperse, pudo darse cuenta que hoy, al igual que ayer, su lindo retoño de risos dorados, lo había dejado.

Contuvo la tristeza dentro de si y continuo como quién no sabe nada, paso suavemente su mano sobre la funda de aquella afilada daga, todo estaría bien, ya no manchara el blanco puro.

Cerro los ojos, continuo comiendo y bebiendo, celebrando su ida, al menos eso podría hacer con ellos.

Sus razones para vivir se desvanecieron ante sus ojos, sus adorados hermanos, su amoroso novio, su querido padre, todo se borraba de tajo, dejándolo como un cascarón vacío, estaba consciente de que mañana por la mañana bajaría del barco.

Razones para vivir ~ ASLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora