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De pie sobre la acera de su nuevo hogar, entendió por qué su amiga quería tanto que se mudara a este nuevo lugar apenas salió a la venta. Era una casa inmensa y realmente barata, cerca por fin de sus amigos a solo minutos en tren, gran patio, distancia prudente hacia los vecinos, dos pisos.

Antiguamente habitada por un anciano con dinero, al morir sus parientes le pusieron precio bajo para poder obtener rápidamente efectivo.

Puede que sea demasiado para solo una persona.

Pero entre vivir aquí y vivir en el complejo de apartamentos donde solo en pocas ocasiones podría hacer verdadero ruido en sus transmisiones... Prefería mil veces una casona solitaria a viejos verdes y chismosos.

La cocina de la casa avergonzaba cruelmente a su antigua y diminuta cocina, las manos de Izuku recorrieron el tapiz con delicadeza, viejas pinturas se lograban ver en las paredes, paisajes realmente hermosos.

Al llegar a la sala sus ojos se movieron hasta el techo en donde un hermoso candelabro de cristal caía armoniosamente.

Subió hasta el cuarto principal solo para enamorarse aún más de su bella casona, fácilmente ese espacio era todo en lo que vivía en aquellos apartamentos.

No sabía qué clase de divinidad ayudó en su antigua vida para tener tanta suerte de encontrar algo tan bello en tan bajo presupuesto.

— No está para nada mal. — Se dijo a sí mismo.

Al dirigirse al baño se le vino en mente una grandiosa foto para Instagram mostrando de que su mudanza había sido un éxito.

Sacó de sus bolsillos su teléfono, se sacó la camiseta mojándose un poco el cabello, se recargó sobre el lavamanos, sacó una foto sonriendo y la publicó.

Rápidamente los likes llovieron y los seguidores aumentaron.

Vaya que se divertiría en este nuevo lugar.

Sin aun desempacar se dirigió a conocer un poco el vecindario, entre más lejos caminaba, el sonido del viento en los árboles y los pájaros eran reemplazados por bocinas de autos y personas caminando apuradas al trabajo

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Sin aun desempacar se dirigió a conocer un poco el vecindario, entre más lejos caminaba, el sonido del viento en los árboles y los pájaros eran reemplazados por bocinas de autos y personas caminando apuradas al trabajo.

Eventualmente llegó a una parte de la ciudad menos concurrida donde un bello café se podía ver a la distancia, y claro que sin pensarlo dos veces fue.

Al entrar el sonido de una campanilla lo alertó, y el olor a café y dulces inundaban el lugar, se notaba poco concurrido, muy calmado.

— Hola. — Dijo mostrando su sonrisa hacia el personal en la caja. — Quisiera un café americano y un pastel de chocolate, por favor.

El personal lo miró quedando en blanco.

¿Quizás era un trabajador nuevo?

¿Quizás no tienen americano?

— Em, ¿Disculpa? — Volvió a decir.

— Si... Em. — Su voz era grave y algo ronca, tenía bellos ojos color rojo intenso. — ¿Un americano grande?

Only Fans |BKDK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora