Only Fans |BKDK|

13.-

Su corazón dolía, palpitaba tan fuerte.

Luego de que el pecoso se fuera corriendo le tomó tiempo procesar la mierda que había ocurrido, fue corriendo tras él, cosa que solo lo llevó a frustrarse aún más ya que no lo encontraba en ninguna parte.

Pensó en ir hacia su casona, pero con lo inseguro que se demostró tal vez había ido a casa de su amiga, y no tenía ni puta idea donde se encontraba ese lugar.

Quería llorar, quería gritar.

La impotencia lo invadió.

No era como los estúpidos fans del pecoso, era diferente.

Al menos eso creía dentro de él.

Sacó aquel pensamiento de la cabeza y siguió buscando, no lo dejaría solo, menos así, quería arreglar las cosas, quería estar a su lado, aunque él solo lo quisiera alejar.

Decidió en cuanto lo vio llorar, que nunca volvería jamás a poner aquel rostro en el pecoso, no por su culpa, no por su estupidez.

Decidió que, aunque el pecoso lo odiara ahora, lo intentará enamorar como sea, porque ya probó su cariño una vez.

Y quería más, quería poder despertar a su lado cada maldito día de su miserable existencia, quería hacerlo el chico más jodidamente feliz del puto mundo.

Tal vez sea cierto el hecho de que se enamoró de su falsa imagen en redes, de un Deku que lo hacía querer tocarse una y otra vez, pero también era cierto que en cuanto lo vio por primera vez...

Su corazón se derritió.

Un sentimiento inexplicable lo recorrió, muy aparte del pánico que sintió.

Si, lo reconoció la primera vez que lo vio, si quería con furor poder fallárselo.

Lo admitía.

Pero también reconoce que no solo lo quería follar y luego dejarlo tirado como un perro sarnoso.

Quería amarlo, cuidarlo, protegerlo de todo mal.

Quizás si nunca hubiera encontrado sus redes, y aun así se hubieran conocido, por supuesto que se enamoraría nuevamente de él por solo el simple hecho de ser él.

Y debía demostrárselo.

Debía demostrar que lo que sentía no solo era el calor del momento ni mucho menos la adrenalina de conocer a tu ídolo.

Intentó llamarlo a su teléfono, el timbre sonó y sonó hasta que la operadora marcó que el teléfono se encontraba apagado.

Le envió mensajes solo para descubrir que había sido bloqueado.

Ir a su cuenta de Instagram solo empeoraría las cosas y más aún si su mensaje se pierde entre un mar de gente que lo quería contactar para lo que el pecoso creyó que el hacía.

Claro que tenía dudas, claro que se sentiría desconfiado.

Un tipo cualquiera le da dulces palabras, espera paciente que se sienta cómodo para luego fallárselo salvajemente, y para bono, su primera vez.

Claro que lo entendía.

Fue un total idiota, debió decirle desde el comienzo, debió al menos intentar explicar antes de llegar a los gritos y la desesperación.

Sentía como el nudo en su garganta creía junto a sus ganas de llorar ahí mismo, su nariz picaba ligeramente y lágrimas no derramadas surcaron sus rubias pestañas.

La primera cita de su vida arruinada como la mierda por su estupidez.

No sabía en donde más buscar, y era obvio que no se escondería en un lugar donde el cenizo lo pudiera encontrar.