Decisión instantánea
Seryl, luciendo tan inesperada como su hermano, preguntó: —¿Cómo es que usted puede saber tal cosa? —. El hombre que yacía parado en el umbral de la puerta había acertado. La palabra que ella había oído había sido "Harry" pero este señor había añadido la palabra "Potter" lo que hizo que completara "Harry Potter". —¿Quién es usted? —no pudo evitar sentir una curiosidad instintiva.
Por otro lado, había una especie de pasmo contenido en los ojos negros del Sr. Koch. Su mirada quieta se detenía sobre un punto específico en la habitación, un lugar que resultaba imposible concebir como verosímil en su totalidad. Este hecho le restregaba en la cara lo cruel y trágica que podía llegar a ser la verdadera realidad.
—No es posible.
—¿Señor Koch?—lo llamó Henry, después de ver la cara entumecida del hombre.
Hace un momento, Henry se dio cuenta que había sido muy descuidado al haber dejado a este hombre solo en la sala de espera. Cuando lo había notado en la puerta, Henry estuvo a punto de despedirlo inmediatamente, pero una vez que lo escuchó hablar y vio la expresión desfigurada en su rostro, quedó consternado.
—¿Cómo es que aún puede seguir con vida en ese estado?—dijo el hombre, sus palabras cargaban un gran peso funesto. Con lamentable y preocupante expresión añadió: — La infusión de Kadupul será suficiente, debería dárselo inmediatamente. Aunque no alivie sus penas, una gota será suficiente para calmarlo.
Henry no tenía idea en qué momento este hombre se volvió parte del asunto, aconsejando como si supiera cómo tratar la enfermedad que padecía el chico. Tenía el antídoto en sus manos, pero él no hizo nada con ella.
—Usted...—murmuró Henry, sin hacer ningún movimiento. En su interior, crecieron sospechas acompañadas de un mal presentimiento. —¿Quién es?
El señor Koch se mantuvo sereno, pero su mirada se volvió fría e impaciente. —No debería perder el tiempo, Señor Steven. ¿No es este chico la razón por la que ha estado buscando el antídoto de Kadupul?
—Por qué debería importarle ¿Acaso reconoce a esta persona?
—Si no lo hiciera, no estaría aquí en primer lugar—respondió el hombre, tan pronto como se lo formularon, no hubo manera de sentir un quiebre o titubeo al momento de afirmarlo, como si no estuviera dispuesto a perder más tiempo.
Henry sintió un fuerte escalofrío recorrer todo el cuerpo. —¿Quiere decir que no fue una coincidencia que usted haya llegado hasta aquí?
Sin embargo, el señor Koch no se molestó en admitirlo. — El señor Steven está en lo correcto, no fue una simple coincidencia. Aunque el antídoto de la flor de Kadupul nunca fue una mentira, fue una excusa perfecta para entrar a esta casa y comprobar que la persona que estoy buscando se encuentra aquí, aún con vida.
Sobre su sitio, Henry se quedó perplejo por unos segundos, con su cuerpo abordando una estremecedora sensación. —¿Qué es lo que quiere?
—A él—contestó el señor Koch —. Aunque no lo crea, tengo las mismas intenciones que usted, señor Steven. Por eso, hágame caso, solo bastará una gota para calmar su dolor y alejar todos sus malos pensamientos que torturan su mente, esto permitirá un buen sueño, y así, poder descansar mucho mejor. La flor de Kadupul es una medicina efectiva, usted no se equivocó en escogerla, no sé qué habrá leído en libro que encontró, pero le puedo asegurar que es mucho más poderosa de lo que se imagina.
Aun así, Henry fue muy cauteloso. —¿Por qué debería confiar en usted y hacer caso a sus palabras?
—Todo este tiempo ha tratado de curarlo ¿No es así? Pero nada ha funcionado porque los fármacos integrados que utiliza esta sociedad no causan efectos sobre sus heridas. La infusión de la flor de Kadupul es efectiva, si no lo cree así, debería comprobar su efectividad por usted mismo.
Henry probó una gota de aquella infusión que sostenía en sus manos deliberadamente. El señor Koch no se sorprendió. Henry, además de palpar el sabor dulce y sentir el delicado aroma del antídoto, no sintió nada extraño. Pero después de esperar un tiempo considerable él se sintió de pronto como sí hubiera dormido lo suficiente y ahora su cuerpo rebosaba de energía.
—¿Sigue creyendo que es algún tipo de veneno? Dígame ¿Un veneno se sentiría así? De cualquier modo, cada gota es demasiado valiosa, no debería desperdiciarla de esa manera—dijo el señor Koch
Henry no tenía palabras, antes se sentía demasiado cansado por tantos desvelos en la noche, pero ahora no sabía a dónde es que se había llevado todo su estrés. Finalmente, Henry decidió creer en aquel hombre, cogiendo el pequeño frasco, goteo una gota sobre los labios del chico enfermo. Entonces, en su rostro pálido los cambios se manifestaron, las cejas fruncidas que parecían manifestar un dolor insoportable se desvanecieron poco a poco, como si por fin un poco de alivio hubiera alcanzado su alma.
Henry no pudo evitar sentirse más que conmovido, la insignificante señal hizo que la inmensa preocupación que cargaba su corazón se suavizara con este poco resultado. Incluso Seryl estaba impactada. Fijó inmediatamente sus ojos asombrados sobre la imagen del señor Koch.
—¿Cuál es el nombre de este joven? ¿Quién es él? ¿Cómo lo conoce? —preguntó Henry, sucesivamente.
—Considéralo, señor, es mejor ignorar su nombre, su pasado y sus antecedentes. Incluso, la mejor decisión que puede tomar en este momento es dejarlo ir lo más pronto posible —respondió el Señor Koch.
—¿Por qué dice eso? —inquirió Henry.
—Porque puras desgracias pasarán si usted decide seguir refugiándolo bajo su techo —las palabras del Señor Koch eran escalofriantes. Lo que Henry escuchaba cada vez parecía más pura barbaridad.
—Sigo sin entender. Explíquese mejor. ¿Qué quiere decir? —insistió Henry.
—El mal nunca duerme, señor Stevens, solo espera. Para encontrarlo no tardará.
Henry frunció el ceño, tratando de asimilar las palabras perturbadoras. Pese a que este hombre solo decía cosas incoherentes, Henry era consciente de que él era su única esperanza. —¿Cómo puedo ayudarle? ¿Cómo puedo salvarle la vida? ¿Cómo puedo evitar su muerte?
—No debería preocuparse por ello. No morirá, su propósito aún no ha terminado. Ella definitivamente no lo permitirá. No obstante, su sufrimiento jamás cesará. Está condenado a eso por el resto de su vida, a menos que... —el hombre se quedó callado—...
Henry preguntó inquieto—¿...a menos que?
El señor Koch soltó con un suspiro—a menos que encuentres a Harry Potter.
—¿Quién es él? ¿Dónde puedo encontrarlo? ¿Acaso él sabe cómo curarlo?
El hombre le contestó con toda convicción: —Harry Potter no solo es la fuerza vital de su alma, sino que también es su única esperanza. Él es el único que puede ayudarlo, y además parece ser la única esperanza para que ese niño que lleva en su vientre nazca sano y salvo.
Como una avalancha de hielo frío, esas palabras atravesaron el rostro de Henry, haciendo palidecer su piel al instante.
El señor Koch sacó de sus bolsillos un pequeño objeto que Stevens reconoció a primera vista como un reloj de arena, uno pequeño, que crujió al ser puesta en suelo por su mismo dueño al haber dado un paso hacia atrás. El flujo de la arenisca fina estaba a punto de culminar en la parte inferior.
—Hace años hice una promesa, pero traicioné mi palabra por cobardía, y aunque esta acción no me salva de ser condenado en el infierno, hacer esto será lo correcto. Probablemente me cueste la vida y a usted la suya, más por nuestra propia decisión—el hombre extendió el brazo, y con la mirada penetrante le tendió la mano. —Venga conmigo, y obtendrá las respuestas que desea.
Henry se sintió helado de pies a cabeza, ¿Cómo es que este hombre sabía sobre el embarazo? Estaba estupefacto. Una y otra vez su mirada regresó al reloj de arena en tanto mil cosas pasaban por su mente. La adrenalina que la incertidumbre invadió su pecho repentinamente, acerca de qué sucedería después de que culminara el tiempo y la arena terminara de fluir, también por la forma en que los ojos del Sr. Koch se expresaban, inexplicables llenos de misterio, por todo ello, él se sintió atrapado en una brevedad de tiempo, pero en el último segundo el impulso de su intuición fue más grande que el verdadero sentido de la razón.
El último grano de arena cayó al vacío.
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DIVINO// Harco-Mpreg//
FanfictionComo las olas, llegas. Envuelto en magia, me invades, me llenas. Y cuando quiero que te quedes, te vas. Y cuando menos lo espero, estás. Poesía de Emma Arévalo.