Sera nuestro trato
Lentamente y excesivamente, la intensa propagación de la luz que entró por la estrecha ventana de la habitación carcomió los ojos a Henry. Un aguijón en su cabeza fue lo primero que sintió, luego, un amargo dolor procedió en la estimulación de sus músculos, todo su cuerpo no respondió, por lo que la confusión acaparó prontamente su expresión.
Sus párpados se abrieron y se cerraron a un ritmo tembloroso. Henry no logró distinguir donde se encontraba, intentar reconocer aquel lugar fue total en vano, así como su intenciones de querer sostenerse y reincorporarse sobre la cama. Hizo un esfuerzo sobrehumano para lograr levantarse, pero una mano sobre su pecho decidió detenerlo.
—Debería esperar. Deje que su cuerpo recupere completamente la conciencia.
Era la voz de una mujer mayor, con claro acento británico. Henry logró focalizar su rostro, su piel era de tez blanca invadida por ligeras arrugas que con el tiempo seguramente terminarían empeorando en su rostro, el color de su cabello era castaño mezclado entre canas blancas y sus ojos como las nubes grises en el cielo.
Henry apenas pude articular una palabra. —¿Quien?
La mujer le sonrió ladeando suavemente sus labios.
—También estoy muy interesada en conocerlo, pero ya habrá tiempo para eso. En tanto, espero que pueda ponerse de pie y acompañarme a la sala. ¿Cree que podrá hacerlo?
Henry frunció el ceño, asintiendo lentamente con la cabeza.
—Muy bien, lo espero abajo.
La mujer salió de la habitación dejándolo solo.
Henry, con mayor control sobre sí mismo, tomó con cuidado la ropa doblada que reposaba a su derecha sobre la mesa y se vistió con rapidez mientras meditaba sobre su situación. Se encontraba desorientado, desconocía tanto la habitación en la que se encontraba como a la mujer británica que había entrado hace apenas unos minutos. Se preguntaba: ¿Dónde estaba exactamente? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se quedó dormido? Su último recuerdo era un borrón, como si todo se hubiera sumido repentinamente en la oscuridad.
De repente, soltó un quejido involuntario. Un recuerdo fugaz y penetrante se abrió paso en su mente, aturdiéndolo como un chillido insoportable.
Henry tuvo que bajar las escaleras para encontrarse con las tres personas que yacían en la sala.
—¡Oh! Ya está aquí.
Sintió que había interrumpido una conversación importante, ya que su entrada había perturbado la atmósfera que se había formado entre los dos caballeros presentes, además de la dama. Después de su llegada, la atención de todos se centró exclusivamente en él, dejando un silencio absoluto en la habitación. La mujer, con un gesto de la mano, le indicó que tomara asiento junto a ella. —Por favor, joven tome asiento.
Henry se sentó en visible contacto con los ojos de ella. Su mirada recorrió por cada uno de los presentes con un gesto que expresaba extrañeza y desconcierto.
—¿Cual es su nombre?—le pregunto la mujer.
—Henry. Henry Stevens
—Muy bien, intuyo que debe haber varias preguntas rondando por su cabeza Señor Stevens. Empecemos despejando sus dudas con respecto a mi persona. Me presento. Mi nombre es McGonagall Minerva, y los caballeros que están frente a usted son el instructor Craddock Francis y el profesor Rubeus Hagrid—señaló a cada uno.
Dejando de lado las formalidades, Henry no estaba dispuesto a esperar más para resolver sus inquietudes. —¿Dónde estoy?—preguntó abruptamente.
La mujer compartió miradas con los dos caballeros antes de responderle a Henry. —Londres, 21 de marzo del año 1999, punto exacto calle Greenford Rd, lleva un día inconsciente y antes de que cuestione cómo es que llego aquí eso solo usted lo sabe. Ahora, permítame devolverle la pregunta, señor Stevens. ¿Cómo es que usted llegó aquí?
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DIVINO// Harco-Mpreg//
FanfictionComo las olas, llegas. Envuelto en magia, me invades, me llenas. Y cuando quiero que te quedes, te vas. Y cuando menos lo espero, estás. Poesía de Emma Arévalo.