CAPITULO 3

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CAPITULO 3

Noches incontables

Durante días consecutivos, el clima permaneció frío y nublado. Día y noche, Henry y su hermana Seryl habían escudriñado innumerables libros y colecciones de todo tipo, explorando criaturas mitológicas, híbridas y sobrenaturales. Encontraron muchos seres típicos mencionados en diferentes historias, pero ninguno que afirmara o insinuara la posibilidad de que un varón pudiera concebir un ser en su vientre, al igual que una mujer.

Finalmente, Henry se había quedado dormido en el sillón, sosteniendo un libro basado en medicina natural, en el cual inicialmente no había llegado a confiar del todo durante los primeros días de su lectura. No obstante, la falta de opciones no le dejó más alternativa. Era un libro del cual nunca antes había oído hablar, y que había comenzado a leer hacía mucho tiempo, pero no lo había terminado debido a las extrañas e inexplicables teorías que presentaba.

Henry se había sumido en un sueño profundo. Cuando despertó, un estruendoso sonido proveniente de la puerta sonó fuerte, como un trueno feroz. Confundido, al observar a su alrededor, se dio cuenta de que estaba envuelto en un silencio abrumador y todo se sintió extrañamente intranquilo.

Sus ojos se desorbitaron por la luz azul que se filtraba entre la oscuridad de la habitación, proveniente de la ventana donde la luna brillaba deslumbrante y serena. No había tormenta esa noche; el cielo estaba sereno, lo que generaba un sentimiento poderosamente estremecedor. Sin embargo, Henry frunció el ceño al darse cuenta de que no escuchaba el sonido reconfortante de las olas del mar que usualmente llegaba desde afuera.

Una sensación de inquietud se apoderó de él cuando su mente procesó la anormalidad de la situación. Intentó moverse, pero se sintió como si estuviera encantado, incapaz de mover un músculo. La ausencia de sensaciones táctiles y la pérdida de percepción lo llenaron de agitación. Luego, un viento frío y oscuro invadió la habitación, y de repente, un hombre vestido de negro apareció frente a él.

Su corazón dio un vuelco.

Aunque el hombre no lo miraba directamente, se detuvo justo al borde de la cama y observó al joven enfermo que yacía en ella. Henry, incapaz de moverse o hablar, sintió un nudo en la garganta y una sequedad en la boca. Sus pulmones luchaban por respirar.

El silencio se volvió aterrador. Henry sintió escalofríos recorrer su cuerpo cuando el hombre de negro comenzó a girar la cabeza, como si estuviera a punto de revelar su rostro. Sin embargo, la pesadilla lo despertó en ese preciso momento. Abrió los ojos con agitación, su frente empapada en sudor de manera irregular.

—¿Te encuentras bien?

Henry relajó la tensión de sus músculos, recuperándose de la aplastante impresión a la que su mente lo había transportado. Dirigió la mirada hacia donde había provenido la suave voz, encontrando a Seryl, observándolo desde el umbral de la puerta.

La luz artificial iluminaba toda la habitación, y no había rastro del hombre de su sueño en el lugar. Esta vez, el fuerte sonido de las olas se escuchaba de manera constante. Al darse cuenta de que realmente estaba despierto, pudo respirar con tranquilidad.

—¿Una pesadilla? —le preguntó su hermana. Y él asintió con la cabeza ligeramente. —¿Quieres contarme al respecto?

Henry miró el libro que sostenía en las manos, y notó que llevaba más de la mitad. —No es nada relevante—contestó, aun sintiéndose estremecido. Aunque solo había sido un sueño, aquella escena se había sentido muy real y aterradora.

—Entonces, no insistiré. —Seryl ingresó a la habitación y cerró la puerta tras ella. Caminó hacia la cama y se quedó cerca del chico albino, quien dormía calmadamente, mirándolo atentamente. La habitación permaneció silenciosa por un breve momento. Preguntó—¿Encontraste algo hoy?

—Nada, no encontré nada—contestó Henry con pesar, como si de pronto el fracaso le golpeara el pecho con fuerza. —Lo lamento.

—Hermano ¿No te das cuenta que tú eres su única esperanza? Él realmente está luchando, miralo, ya pasó mucho tiempo y su corazón sigue latiendo, pero él solo no podrá lograrlo. ¿No es así? No te lamentes, solo sigue adelante, no puedes rendirte ahora, debes continuar hasta el final.

—Tienes razón. —Henry se quedó meditando y reflexionando estas palabras, y la habitación nuevamente quedó en silencio.

—Desearía saber su nombre—murmuró Seryl, suavemente, haciendo que Henry la mirada desde su sitio.

—También yo—respondió Henry—. Las veces que llegué a preguntarle, él solamente se dedicaba a mirar el mar, jamás dijo una palabra. —Otro largo silencio surgió en la habitación.

—¿Cuándo empezará a crecer su vientre?— preguntó Seryl.

—Normalmente los indicios de un embarazo se revelan a los tres o cuatro meses en una mujer. Sin embargo, en este caso, es una gran interrogante. Puede ser igual, como diferente—. Henry contempló desde lejos el rostro del chico albino, de repente atraído por alguna razón poderosa, lo contempló como si fuera el más sublime anhelo en toda la habitación.

—Hermano, ¿este chico te gusta? —habló de pronto Seryl.

Henry se vio inundado por esas palabras de inmediato, sintiendo cómo lo estremecían de manera casi brutal, mientras alzaba el rostro para mirar a Seryl con asombro. La impresión lo dejó sin voz por un instante. —¿Disculpa?

Ella sonrió ligeramente. —Parece que el chico te gusta, hermano, te has puesto tan nervioso ahora mismo.

Henry miró a su hermana consternado. —No sé a que te refieres.

—Sabes perfectamente a lo que me refiero, hermano.

—Bueno, entonces diré que esta conversación definitivamente no tiene sentido—dijo Henry, seriamente, indicando con su tono que no le estaba gustando por donde estaba yendo aquel tema. —Aquí no hay nada más que una relación de doctor y paciente, no sé que pudo hacerte pensar lo contrario. Eso todo, espero que sea la última vez que te oigo hablar de esto.

—Está bien, no diré nada más, solo tú sabes lo que siente tu corazón, pero déjame decirte una cosa, querido hermano, me pides una razón entonces te la diré, yo nunca te había visto mirar a alguien como tus ojos lo observan a él, y no te había visto tan preocupado por alguien como lo has estado por él. Asegúrate de tenerlo presente.

Seryl salió de la habitación, dejando solo a Henry en un dilema muy serio junto a los sentimientos que últimamente estaba sintiendo su corazón, pensó que era solo una confusión, pero incluso su hermana había podido ver a través de él. Pero ¿Cómo de repente pudo llegar a sentirse atraído por el chico albino? No tenía sentido, él nunca se había sentido atraído por otro hombre toda su vida.

DIVINO// Harco-Mpreg//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora