Parte 1: Soñar despierto.

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La mirada de oro parecía atravesar su alma sin intentarlo, pudo ver cómo se notaba más opaca que al inicio de su relación. Se podía notar el cansancio de muchas situaciones acumuladas.

—Quiero terminar, Sukuna— desvió la mirada hacia donde no pudiera verlo a los ojos, el veía fijamente al más bajito. —Esto no nos está haciendo bien.

Resopló con molestia, tomando con fuerza el rostro del pelirrosa, haciendo que lo mire fijamente a los ojos. —¿Hah? ¿No nos está haciendo bien?

Una sonrisa irónica y llena de sorna hicieron sentir aún más triste al pelirrosa.

—¿Cómo sabes que a mi no me esta haciendo bien?— lo encaró, aun más enojado. —¿Alguna vez me preguntaste?

Sintió su frustración crecer aún más al ver el rostro del chico sin vida, sin ninguna clase de reacción ante sus provocaciones.

—Ya te aburriste, ¿No?— acercó su rostro para quedar más cerca del muchacho. —Seguramente ya...

Su monólogo fue interrumpido por un manotazo del pelirrosa, que lo obligó a soltar su rostro y alejarse un poco.

—Estoy terminando contigo, Sukuna— Pudo ver un pequeño destello de ira en esos ojos dorados, pero no fue una reacción explosiva, al contrario, fue tan calmada que era impropio del chico. —Ya me cansé de intentar que las cosas cambien para mejor...

Sintió su corazón agrietarse de a poco. Su sonrisa burlona se fue transformando lentamente en una mueca de pánico.

—Ya no puedo más, ¿Sabes?— Las miradas se cruzaron de nuevo, pero esta vez ya no estaba esa pequeña chispa de enojo. Sólo había resignación. —Hice lo que pude, pero parece que no es suficiente, y no quiero sentirme insuficiente toda mi vida...

Lo tomó de los brazos, aunque se podía notar la diferencia con el anterior tacto, ahora estaba entrando a desesperarse, lo estaba reteniendo para que no se vaya.

—No, Yuuji, yo puedo...

—No, Sukuna— suspiró algo cansado, no se veía venir esto, el mayor no era de la clase de persona que rogaría a alguien, de ninguna forma. Supuso que era para convencerlo de algún modo, pero ya no quería seguir cayendo. —Yo... No quiero seguir en esto, por favor no me insistas.

Rápidamente sintió cómo el mayor lo acercaba y lo atrapaba en un fuerte abrazo, un abrazo que siempre lo hizo sentir reconfortado y seguro, pero ahora solo lograba hacerlo sentir triste; y lo que era aún más triste es que nisiquiera sentía ánimos de seguir llorando, había derramado tantas lágrimas que por más que le doliera esto, no podía llorar.

—No te vayas...— pidió en un suave susurro, aún sosteniéndolo, sin embargo Yuuji parecía ido.

Sukuna sintió su cabello ser suavemente acariciado, tal cómo Yuuji lo hacía siempre para calmar sus nervios. Se tranquilizó por unos momentos, si quizá esto era una broma, quizá...

—Se feliz, Sukuna. Realmente espero que seas feliz— se separó de él con agilidad. Dando la vuelta para emprender marcha en sentido contrario.

—Puedo cambiar... ¡Puedo cambiar!— Sentía un picor en sus ojos, cómo las lágrimas amenazaban con salir sin control.

El pelirrosa detuvo sus pasos, sin voltear a verlo.

—Entonces hazlo, pero hazlo por ti, no por mi— el chico volteó su cabeza, dándole una última brillante sonrisa al mayor. —Adiós.

𝐂𝐔𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐍𝐎𝐒 𝐕𝐎𝐋𝐕𝐀𝐌𝐎𝐒 𝐀 𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐑
¡Ya no habrá tiempo para tristes despedidas!

Cuando nos volvamos a encontrar › SukuIta  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora