4. El chico del mostrador

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—Oye, Eduardo. ¿Te gustaría que fuéramos a uno de los restaurantes? —me preguntó Andrea.

—Claro. —Sonreí—. Solo deja busco una camiseta.

El calor comenzaba a sentirse cada vez más. Me puse unos shorts cortos con unas sandalias para soportar el sol, obvio sin olvidar el protector.

—Pareces payaso. —Se burló Carlotta.

—Prefiero parecer payaso a tener tu piel de anciana. —Me reí.

—Qué dices, yo si utilizo protector, pero no tanto. Exagerado. Ya. —Me jaló del brazo y me llevó hasta a fuera y yo aún tenía protector en el rostro—. ¡Andrea! —Le gritó.

A los pocos segundos esta salió.

—¿Estás listo? —me preguntó Andrea.

—Claro. —Le guiñé un ojo para que luego ella me viera con cara de desagrado.

Llegamos al restaurante. Era muy bonito por fuera, elegante, pero a la vez hogareño y tropical. 

Las chicas me tomaron de los brazos y me mostraron todo el lugar. Tenía mesas en la terraza y también plantas en forma de decoración.

Volvimos a bajar, pero esta vez para ordenar. Las chicas preferían ir ellas para no molestar a los meseros, así que fuimos los tres. Un chico se encontraba en el mostrador hablando, no me quedé viéndolo y tampoco poniéndole atención a lo que decía porque no le entendía.

—Oye Bruno, ayer hablé con nuestros jefes sobre lo de el nuevo personal... —dijo en italiano.

Elas se quedaron para ordenar y yo me fui a una mesa a esperar porque yo no hablaba italiano, solo inglés así que no podía hacer mucho. Las chicas regresaron rápido.

—¿Por qué te viniste? Nosotras tuvimos que ordenar por ti —dijo Carlotta.

—Ay, es que no hablo italiano además no conozco la comida de aquí.

La comida no tardó mucho en llegar, me dieron algo que nunca había visto, pero no quise preguntar qué era, solo quería lanzarme a la aventura de gastronomía nueva, con los ojos cerrados.

Estuvimos hablando, mientras comíamos, poniéndonos al corriente de muchas cosas.

—Carlotta —dijo Andrea con la boca llena y como si hubiera acabado de ver al mismo diablo.

—¿Qué pasa? —Carlotta volteó a ver a la persona que acaba de llegar. También puso cara de susto.

—¿Quién es ella? —pregunté confuso.

Era una chica delgada, rubia, un poco alta. Me dio vibras de ser una chica que era amable enfrente de ti, pero que te traicionaba.

—La ex de Andrea —susurró Carlotta.

Volteé a ver a Andrea, quería reírme, no podía porque seguro me daban un golpe. La chica se veía linda, al menos Andrea tenía buen gusto.

—¿Por qué terminaron? —pregunté.

Andrea se levantó.

—Vuelvo en un momento. —Tomó su celular y se fue al baño.

—¿Tan grave fue?

—Algo. —Forzó una sonrisa Carlotta.

—Cuéntame pues.

—Todo iba bien entre ellas, ya sabes. Hasta que un día Andrea la encontró con otra chica en la playa, se estaban besando. Aurora, la ex, le rogó para que la perdonara, pero Andrea no lo pensó dos veces y la terminó.

El Verano De Los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora