𝕮𝖍𝖆𝖕𝖎𝖙𝖗𝖊 𝖙𝖗𝖔𝖎𝖘

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A pesar de lo golpeado que estaba ese mocoso se negaba a decirme lo que deseaba escuchar, le pisé su mano, lo pateé pero nada; ¿quizás de verdad no sabía nada sobre el Arahabaki?, no puedo fiarme de estos perros de la mafia, ¿por qué otra razón estaría rondando por estos lugares recolectando información?.

- Muy bien, ¿quieres romper el récord?, el más largo es de nueve veces -me burlo al verlo levantarse después de la reciente patada que le di- Hasta ahora, nadie que haya recibido una patada mía se ha quedado callado

- Si te doy la información... -parece que ya está entrando en razón, sabía que un poco de dolor lo haría reflexionar- ¿Me dejarás ir?

- Así es, soy piadoso con los débiles

- Muy bien, entonces hablaré -sonrío al escucharlo, fue más fácil de lo que esperaba, pero al final es solo un mocoso- Deberías beber más leche -mi sonrisa fue desapareciendo, más al verlo tener el valor de mirarme a la cara al pronunciar las siguientes palabras- Eres demasiado bajo

- ¡No te metas en lo que no te importa, bastardo! -grito furioso, agarrándolo del cuello de su camisa con ira- ¡Sólo tengo 15 años! ¡Todavía estoy creciendo!

- Jejeje -se ríe divertido, parece que toda la situación solo lo divierte- Bueno, entonces te maldeciré -mueve sus manos como si fuera verdad sus palabras- Yo también tengo 15 años -¿enserio?, se ve más joven- Así que a partir de ahora yo creceré, pero tú no

- ¡Que molesto! ¡Deja de maldecirme!

Después de ese golpe sólo comenzó a decir que ya me reconocía, habló sobre mi organización y sobre el puesto que ocupaba como "El rey de las ovejas". Este niño seguía presionando mis botones, me era imposible estar calmado con escucharlo hablar porque cada cosa que decía me hacía hervir en enojo, era demasiado molesto; en cuando hice la amenaza de matarlo para enviar su cabeza como declaración de guerra solo se burlo, de pronto salieron un montón de hombres armados a resguardarlo.

- ¿Sabes? -con una sonrisa que aparentaba ser inocente, cualquier otro lo habría creído, parecía tan autentica- No podrás matarme

- ¡Ja! -debo de admitir que me encontraba sorprendido por tanta seguridad- Interesante... Eres más importante de lo que pensaba -¿cómo alguien tan joven como él puede tener tanto valor para una gran organización?- Pensé que nadie vendría a ayudarte

- Ríndete, niño -de pronto un anciano llega hasta donde estábamos- Eres demasiado joven como para conocer tus propios intestinos








- Bienvenido...a la Port-mafia...Nakahara Chūya-kun

Aún no puedo entender del todo como llegué a esta situación, estaba peleando con ese viejo que intentaba salvar al mocoso, de pronto hubo una explosión y perdí el conocimiento.
Ahora he despertado aquí, atrapado en el edificio de la Port-mafia e inmovilizado frente al jefe mismo, ¿qué estará planeando?.

- Debo de considerar un honor el que me hayan invitado tan amablemente -respondo de manera sarcástica, tratando de liberar mis manos- Pero, además de las ataduras, ¿qué hay con estos cubos rojos?

- Es una restricción hiper-espacial creada con mi propia habilidad -contestó el hombre que estaba parado detrás de mi, su presencia es...perturbadora

- Su cara da miedo, señor

- Me enteré de que ayer decidiste atacar a todos mis subordinados al mismo tiempo -mencionó el hombre de hebras oscuras, noté cierta molestia en su voz- No podía esperar menos del líder de las ovejas

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