𝕮𝖍𝖆𝖕𝖎𝖙𝖗𝖊 𝖖𝖚𝖆𝖙𝖗𝖊

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- Entonces,... ¿cuál es tu relación con el jefe de la Port mafia? -simplemente decidí ignorarlo, tal como venía haciendo desde que abandonamos el edificio de la organización- Oi, estoy hablándote... ¡Al menos dime a dónde vamos!

- Que día tan hermoso -me divertía escucharlo, es tan fácil de irritar- Tan hermoso, que incluso puedo escuchar a las hadas cantar

- ¡Respóndeme, maldito! -me agaché para esquivar su patada

- Oh, así que ahí estás -centrando mi mirada en él- Es que eres tan pequeño que ni te noté

- Voy a asesinarte antes de que te des cuenta de mi presencia, bastardo

- ¿Podrías por favor no hablarme? -es lo único que le contesto, volteando mi mirada- Estoy muy ocupado respirando

- No te hablo porque me agrades -acercándose más de lo que me gustaría a mi espacio personal- ¡Sólo respóndeme a donde vamos, antes de que decida arrancarte la cabeza!

- Bien, bien, te lo diré -suspiro resignado, alejando su rostro de mi- Pero a cambio, ¿podrías alejarte de mi? -miro a mi alrededor- No quiero que la gente piense que caminamos juntos

- Parece que es lo único en lo que podemos estar de acuerdo -con una sonrisa divertida

- Hmp, jejeje -le devuelvo lo que me hizo, acercando mi rostro al suyo- Creo que me empiezas a gustar

Hace poco habíamos llegado hasta el arcade, el enano se negaba a seguir mi plan de preparar una trampa para capturar al culpable, quería irse directo a atraparlo, por lo que estábamos en un desacuerdo que nos impedía avanzar; además de que no para...

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Hace poco habíamos llegado hasta el arcade, el enano se negaba a seguir mi plan de preparar una trampa para capturar al culpable, quería irse directo a atraparlo, por lo que estábamos en un desacuerdo que nos impedía avanzar; además de que no paraba de exigirme que le dijera quien era el culpable, cosa a la que obviamente me negaba porque me divertía verlo frustrarse por mi constante negativa; entonces, teniendo en cuenta la orden de Mori-san de que no debíamos resolver con violencia nuestros problemas, decidimos resolverlo mediante un juego, donde el perdedor se sometería ante el ganador. Estaba disfrutando bastante este día, no me había divertido así en años, creo que esto es lo más cerca que he jugado con alguien de mi edad desde que tenía ocho años.

- Dime quién es el culpable -exigió, lanzando una patada

- No quiero -respondí, esquivando su ataque con bastante facilidad

- En realidad no lo sabes, ¿verdad?

- Te equivocas, lo sé -¿porqué siempre usa el mismo ataque?, se vuelve tan predecible- A diferencia de cierto niño de primaria

Es tan idiota, se confió en que no sabía defenderme y solo esquivaba, lanzó tan descuidadamente su "ataque final", por lo que resultó tan fácil el acabar con él, pobre enano. Ver su cara de desesperación se está volviendo mi nueva expresión favorita, deberíamos hacer cosas como esta más seguido, comienzo a entender el gusto de los otros mocosos a esto.

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