𝑌𝑜𝑢 𝑘𝑛𝑜𝑤, 𝑦𝑜𝑢 𝑔𝑜𝑡 𝑚𝑒.

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Sentía sus ojos picar de una manera increíble, el dolor de cabeza iba en aumento y ya comenzaba a considerar el pegarse un tiro.

Nunca ha sabido lidiar con el estrés, más sin embargo, sufrir en silencio y convivir con sus demonios es algo a lo que ya estaba acostumbrado. Lo suyo era librar sus batallas y problemas solo, no le gustaba pedir ayuda.

Por eso rechazó amable y cortésmente cuando Han, su compañero de piso, se ofreció a ayudarle con una parte del montón de tarea que tenía.

Mala decisión.

Ya comprende que ser necio en ocasiones, no sirve de nada.

Era fin de semana y no ha parado de hacer tarea tras tarea, sin comprender cómo llegó a este punto donde todo se le acumuló, siendo el tipo de persona que adelanta todo para así tener tiempo de hacer otras cosas.

Y ahí estaba, tirado en el suelo en medio del desastre de hojas y libros, llorando en silencio debido a la frustración y el punzante dolor en su cabeza. Sus profesores de Filosofía e Historia habían decidido ponerse de acuerdo para mandar evaluaciones como si no hubiera un mañana.

Aun tenía tres informes que redactar a mano y un esquema por hacer, y ni siquiera iba por la mitad de todo lo que tenía que hacer. Sumándole a eso, tenía que empezar con los preparativos para su tesis, osea, todo iba de mal en peor.

Quien lo conoce, sabe que no es de llorar con facilidad, no es de los que se derrumba así como así y siempre se mantiene firme en cualquier situación. Pero, eso no quita el hecho de que cuando se siente frustrado, las lágrimas salen solas.

Justo como ahora.

En su bruma, escuchó que tocaban la puerta. No esperaba a nadie, y Jisung no podía ser porque el tenía sus propias llaves.

Se sentó lentamente y secó sus lágrimas, colocándose de pie para dirigirse a la puerta. Respirando hondo antes de abrir.
Cuando sus ojos se encontraron con los de Sungchan, quien le sonrió brillante y dulcemente, sus ganas de llorar volvieron.

Se quebró al instante en que se abrazó al menor, quien lo rodeó fuertemente entre sus brazos sin perder tiempo.

Hey, hey, Taro ¿Que pasó, amor? . — su corazón dolió al escuchar el llanto del mayor, quien estaba escondido en su pecho. — Ya, bebé. Ven, vamos a pasar. — dijo suavemente, tomándolo de los muslos para alzarlo. Dejando que el japonés ocultara el rostro en la curvatura de su cuello, sin dejar de llorar.

Cerró la puerta con el pie y caminó a la sala, donde se sorprendió al ver el montón libros, cuadernos y hojas esparcidas por doquier. Se sentó con cuidado en el sofá, dejando a su novio sobre su regazo, el mayor seguía sollozando por lo que dejó que se desahogara mientras se dedicaba a acariciarle la espalda suavemente. Así pasaron los minutos, Shotaro se calmó poco a poco quedado solo los espasmos debido al llanto y algo de vergüenza por haberse mostrado así de vulnerable ante Sungchan.

¿Mejor? — preguntó Jung al cabo de unos segundos. Taro solo hizo un ruidito de confirmación, sin abandonar el escondite en el cuello del menor. — ¿Quieres hablar de ello, bebé? — el mayor soltó un suspiro antes volver hacer el mismo sonido. — Cuando quieras, cariño. Soy todo oídos. — le aseguró, dejando un beso sobre el cabello del japonés.

Sungchan observó al chico tomar una de sus manos, comenzando a jugar con sus dedos. Buscando al parecer las palabras para contar su malestar sin sentirse estúpido.

Estoy estresado y al borde del colapso. — comenzó a decir, su voz escuchándose algo amortiguada. — Como verás, tengo un montón de tarea y no voy ni siquiera por la mitad. La cabeza esta a nada de explotarme, Sungchan. — su voz comenzó a quebrarse nuevamente. Maldiciendo por lo bajo antes de continuar. — También tengo lo de la tesis pisándome los talones, me iba a dedicar a eso todo este fin de semana y a mis maestros no se les ocurrió nada mejor que mandar asignación tras asignación como locos. — y con eso, su llanto volvió a hacer acto de presencia.

ʚ~ 𝐿𝑖𝑓𝑒𝑙𝑖𝑛𝑒 ~ɞ 𝑆𝑢𝑛𝑔𝑡𝑎𝑟𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora