Propuesta

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Después de aquel día, no volví a ver a Ra durante semanas.

Amara y Amira, decían que el Faraón estaba lindiando con una posible guerra contra el Imperio Hitita, gobernado por Muwatalli II. Yo sabia que pronto seria la batalla de Qadesh, no tenía mucho tiempo para irme, debía hacerlo antes de la batalla. Pues si, bien sabía que Ra ganaría la batalla, no me sentía capaz de enfrentar con tanto dolor y muerte.

Pasaron varias semanas y la compañía de Visir, me tranquilizaba, pero algo en mi empezaba a cambiar.

Extrañaba ver a Ra, sus hermosos y profundos ojos verdes y la forma en que me miraba.

Durante ese tiempo, Visir me visitaba y me hablaba del trabajo duro que realizaba el Faraón, estamos liderando con algunos problemas de sequía y necesitamos organizar las granjas y la distribución de esclavos, están muriendo demasiado rápido.

--Visir, me gustaría poder ayudar, quisiera salir y conocer la ciudad.

-Lo siento Is, no es posible. Sabes que no soy quien da las Ordenes aquí, y El Faraón no está contento contigo, está pensando en mandarte lejos.

-No, no me quiero ir de aquí, ¿A dónde me va a llevar?, -No podía perder la oportunidad de aprender de la cuidad y obtener algo de ayuda.

-Isis, será mejor que te vayas, quizá así tengas una oportunidad de regresar a tu hogar.

Había aprovechado al máximo las visitas de Visir, para poder aprender a leer las escrituras antiguas. Ahora solo me faltaba poder salir a la ciudad para entender más de como había llegado aquí. Pero al parecer no sería fácil.

Casi habían pasado tres meses desde que llegué aquí, ocasionalmente me encontraba con Ra, pero este simplemente me ignoraba. Mi corazón se estremecía por su indiferencia, lo cual constantemente me hacía sentir mal, algo debía andar mal el mi, que me sentía culpable por rechazarlo. Pero yo tenía a Alex. Aunque no sabía, si volvería a verlo a él o a mis padres. Ahora su recuerdo, me parecía cada vez más lejano.

Logré que me dejarán pasear un poco en el palacio, consultaba la biblioteca con regularidad y un jardín en el cual solía leer.

Un día, mientras leía sobre magia de reencarnación, note que Ra, se encontraba en el Jardín recostado en el pasto debajo de un arbusto. Me acerque a él y pude notar que estaba dormido. Mi corazón se aceleró al mirarlo, se veía tan hermoso, sus pestañas largas y negras, se ondulaban hacia sus párpados. ¡Sus labios!, esos labios me habían besado.
Me senté a un lado de el sin hacer ruido, para mirarlo detenidamente, sin pensar muy bien en lo que hacía, mi instinto me llamaba a besarlo de nuevo.

Acerque mis labios a los suyos, cuando de pronto sentí que se giraba con una daga para ponerla en mi cuello.

-¿Que es lo que pretendes bruja? -Respondió Ra molesto y me sujeto de las muñecas.

-¿Yo bruja? ¡Maldito bastardo! ¡Suéltame!, no soy ninguna bruja...

-¿A si?, ¿Bien, por qué no terminas lo que estabas haciendo? -Respondió con una sonrisa picara en su rostro.

-¡No se de que hablas!, Respondí mientras volteaba la mirada.

-¡Ah!, ¿No lo recuerdas?, ¿Por qué no te lo recuerdo?

Me tomo ambas muñecas con una sola mano, mientras aún se encontraba encima de mi, con la otra mano giraba mi mentón para que lo viera de frente. Nuestras miradas se cruzaron y no pude evitar sentir algo en mi pecho.

Nos miramos por unos segundos y luego me beso. Nos besamos con intensidad, mi cuerpo no respondía, tocaba sus músculos y el tocaba mi cuerpo.

Nuestras respiraciónes se aceleraban y el se separó un momento para observarme con sus hermosos ojos verdes, para luego decir:

- Eres muy bella Isis.

Lo mire y lo tome por el cuello para besarlo de nuevo.

Después de unos minutos de intensos besos, nos separamos para hablar.

-¿Aún piensas irte?, -Pregunto.

-Necesito volver a mi hogar, -respondí.

--Muy bien, te ayudaré, pero a cambio solo pido una cosa.

-¿Que cosa?, -Pregunté.

Ra me miraba fijamente a los ojos y con determinación respondió, quiero que te cases conmigo.

-¿Qué?, ¿Por qué quieres eso?, tienes muchas concubinas, ¿Por qué no eliges a una de ellas?

-Digamos que, es conveniente para mí, no pretendo tener hijos, las concubinas que tengo son mujeres que al igual que tu, me obsequiaron, pero no me interesa estar con ninguna de ellas, son libres de enamorase y tener familia, sus hijos son como mis hijos, pero yo no pienso atar a uno de mis hijos a una responsabilidad como lo es el trono.
Se, que es algo imposible, así que prefiero no tener hijos, por qué al igual que yo, no tendrán oportunidad de elegir su destino.

Lo mire asombrada y entendí su comportamiento y la razón por la cual no quería tener hijos. Ramses II ascendió al trono a los 14 años, seguro fue algo difícil, una infancia dura y sin tiempo de jugar o hacer otras cosas que hacen los niños de su edad.

-Si me caso contigo, te irás y contigo se irá la oportunidad de procrear un desendiente al trono, fingiré estar tan triste por tu ausencia, tanto que, me negare a estar con alguien más que no seas tu. -Respondió Ra con una sonrisa triunfante.

-Tu ganas, -respondí. Pero tendrás que cumplir tu palabra y ayudarme a regresar.

Ra asintió y me dijo que era una promesa.
El se encargaría de investigar todos los detalles de mi llegada y las posibles oportunidades para que yo regresará a mi época. Convocaría a una de las mejores Hechiceras de Tebas, pero necesitaba tiempo para contactarla.

Por lo pronto, se encargaría de anunciar nuestro matrimonio.

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