Encuentros inesperados

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Narra Isis

Al despertar, note que Ra no se encontraba a lado mío, recordé lo que había sucedido la noche anterior y las sensaciones inundaban mi cuerpo, empezaba no solo a desear a Ra, si no que soñar con el de maneras indecentes se volvería cada vez más común.

La noche que había pasado a mi lado, despertó en mi un deseo profundo de ser una con el, besarlo y poseerlo por siempre. Ese extraño sentimiento me emocionaba y aterraba al mismo tiempo y sentía que estaba traicionando a Alex, aunque su recuerdo y el de mi familia aunque me entristecía, me empezaba a parecía más lejano. Pero sobre todo tenía miedo de dejarme sentir y un día despertar y darme cuenta de que nada fue real.

Me levanté de la cama, tome un baño y me vestí con un hermoso vestido blanco, tome los brazaletes que Ra me había obsequiado y el collar que me regaló la noche anterior. Cada vez me acostumbraba más a las ropas de la época, me sentía tan sensual, y ahora tenía un motivo más para serlo. El vestido tenía un hermoso corte que tapaba mis senos delicadamente y la larga falda dejaba al descubierto una de mis piernas. Empecé a notar, que aunque mi piel era considerablemente más clara que la de los nativos del lugar, empezaba a tener un bronceado precioso que me encantaba.

Salí de la habitación para ir al gran salón dónde pensé que podía encontrar a Ra, y caminé durante unos minutos. Llegué hasta una gran puerta en la que se encontraban dos guardias quienes al verme impidieron el paso, molesta estaba a punto de retirarme cuando escuché su voz.

-¿Por qué no le permiten pasar?, ¿Quien ordenó no permitir el paso a mi prometida? -Escuche la voz de Ra molesto.

-Señor, disculpe, no sabíamos. -respondió uno de los guardias.

-¡Que no vuelva a suceder!, ella tiene permitido estar en dónde quiera que yo esté, por hoy se los pasaré por qué estoy de buen humor. -Escuche su voz severa pero curiosamente tranquila al reprender a los guardias.

Lo observé en su faceta protectora y a la vez sería, se veía tan hermoso con su largo cabello negro, y yo no podía dejar de mirarlo, pues llevaba solo un Calembre real, una especie de faldón de lino, adornado con hermosos colores verdes y azules con detalles en dorado, mientras que su trozo y brazos se encontraban completamente al descubierto solo con collares y brazaletes de oro, resaltando su buena figura y sus músculos tan bien tornados.

-¿Tanto me extrañaste? -Ra me miró mientras sonreía y se mordía el labio inferior con picardía.

Ra me indicó a entrar al gran salón y sentí como mis mejillas enrojecieron y desvíe la mirada por un momento, para después hablar.

-Yo, en realidad venía por qué me gustaría que me permitiera visitar la ciudad de vez en cuando, "sin carruajes", quisiera conocer más al pueblo y saber si puedo ayudar en algo. Después de todo, no quiero ser una carga.

Ra, me miraba sin decir nada, se tomó un momento para responder y luego habló.

-Esta bien, podrás ir al pueblo dos veces por semana, pero antes me gustaría que conocieras a alguien.

-He encontrado a la bruja sacerdotisa, está aquí en el palacio, sugiero que seas cautelosa con ella, es posible que ella pueda ayudarnos, pero aún no confío en ella. Así que solo quiero que tengas cuidado. -Respondió Ra

-Si, lo haré. -Respondí con una gran sonrisa, pues me hacía feliz, el hecho de poder salir.

De inmediato sentí como Ra me miraba con intensidad.

-¡Lindo vestido!, ¿Te has arreglado tanto solo para mí? -Preguntó Ra con una sonrisita en su rostro.

-No, yo noo...

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