- Capítulo II -

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Actualidad

Al llegar a mi habitación observé la cama con una sonrisa instalada en mis labios. En mis veintitrés años de vida jamás había visto algo tan hermoso como el reflejo de Valeria bajo la luz de la luna.

Su cuerpo estaba totalmente desnudo, mientras lo único que resaltaba contra la luz era la argolla dorada que adornaba su mano al igual que la mía. Mi esposa. Mi hermosa esposa.

"¿Amor?" Me preguntó ella con su voz un poco ronca por el sueño "¿Pasó algo?".

"Solo fui al baño mi amor, vuelve a dormir" Dije con una pequeña sonrisa mientras me quitaba mi camisa favorita para dormir y quedaba en ropa interior, suspiré entrando a la cama, rápidamente sentí como su cuerpo se envolvía al mío trasmitiéndome paz.

"Es horrible despertar y no sentirte junto a mi" Me dijo ella con su voz suave y yo la abracé contra mí besándole la parte de arriba de su cabeza con amor.

"Yo siempre voy a estar aquí" Siempre lo había estado, pensé mientras sentía como ella acariciaba mi brazo con mucha ternura.

"¿Me lo prometes?" Me preguntó ella alzando su mano, sonreí entrelazando mi meñique con el de ella, besando nuestras manos unidas, como había hecho desde siempre para cerrar nuestras promesas.

"Para siempre, hadita" Valeria besó mi cuello, un suspiró entrecortado llenó mi garganta en el momento en que sentí como sus besos se tornaban profundos, húmedos y sensuales.

La lengua de Valeria se deslizó justo por el lugar donde mi pulso latía aceleradamente proporcionándome un profundo placer que me hizo gemir fuertemente.

Me giré tomando su rostro entre mis manos para besarla apasionadamente mientras sentía sus manos en mi espalda tratando de quitar mi ropa interior, sin duda alguna supe que haríamos el amor.

Su forma de tocarme, su forma de amarme era única, la deseaba con cada poro de mi cuerpo, con cada latido de mi corazón y con cada respiración que daba. La había amado prácticamente toda mi vida, esa mirada tan pura que a pesar de no poder verme me hacía sentir querida. Valeria me amaba, me amaba por lo que había en mi interior, me amaba simplemente por ser yo. Y yo la adoraba más que a mi propia vida.

"Hazme el amor" Le dije con la voz entrecortada mientras sentía como se sentaba sobre mí totalmente desnuda y nuestros cuerpos rozaban. Era la sensación más placentera del mundo.

"Eres toda mi vida" Me dijo al oído mientras sentía como me dejaba un rastro de besos por mi cuello mientras descendía lentamente "Eres lo que más amo en este mundo".

"Mi amor..." Dije entrecortadamente sintiendo como la boca de Valeria se cerraba sobre uno de mis senos debilitándome con cada paso de su lengua "Eres el amor de mi vida".

"Y tú el mio" Me dijo Valeria mientras se encargaba de mi otro seno.

Su lengua haciendo contorno en mi cuerpo era deliciosa, sus besos descendiendo por mi vientre eran maravillosos, sus manos separándome las piernas mientras me hacía suya era el paraíso, sus dedos dentro de mí eran mi mundo. Valeria era la única mujer que había amado en mi vida, era la dueña de mi corazón. Lo había sido desde siempre. Desde que iniciamos nuestra historia, nuestra historia de amor.

Dieciséis años atrás

Miami, Florida.

"¿Y por qué tenemos que saludar a la gente nueva?" Preguntó mi hermano Josué mientras caminábamos por la calle habíamos pasado cuatro casas desde la nuestra con dos bolsas de galletas que mi mamá no me había dejado comer, yo quería galletas de chocolate pero mi mamá había dicho que era para nuestros vecinos nuevos.

Ojos Del Corazón | Adaptación YuleriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora