Era víspera de Año Nuevo, un ambiente de éxtasis y pasión envolvía el lugar, mientras cuerpos sudorosos se movían al ritmo de la música. Entre la multitud, Jimin se sentía completamente solo, a pesar de que las feromonas sexuales le arrugaban la nar...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jimin se despertó sobresaltado, buscando insconcientemente el calor de su cuerpo. Hizo una mueca con sus ojos cerrados cuando no sintió a Jungkook a su lado. Su lobo gimió en su interior despertándolo. Estaba con la misma ropa que se había dormido anoche y el sol se colaba con fuerza por la ventana de su habitación.
Debe ser mediodía....pensó cuando los rayos del sol encandilaron su visión borrosa.
De pronto, fue consciente de todo lo que había descubierto ayer. Estaba enamorado de Jungkook. Independientemente de que fuera su pareja destinada, para él, el pelinegro se había convertido en alguien importante. El miedo a perderlo en la invasión que se aproximaba lo hizo reflexionar. Ya no podía seguir negando lo que sentía. Jimin era un embrollo de sentimientos encontrados y puro nervios, y aunque fuera difícil aceptarlo, eran un hecho tan real como todas las sensaciones que le provocaba el pelinegro. Sensaciones intensas y que lo estaban marcando. Y ahora, ¿que hacía con lo que sentía? Estaba nervioso, y no sabía como actuar ante lo que sentía por su alfa.
Su alfa...
El primer alfa al que le estaba permitiendo entrar en su corazón. Tan solo pensar en Jungkook como algo tan íntimo a nivel emocional, lo erizaba por completo. Estaba asustado, pero ya no tanto como el principio. Si pensaba en el peligro eminente que iba a correr, el miedo de quererlo era un ápice muy pequeño en comparación a perderlo.
El rubio sacudió la cabeza alejando esa alternativa. No iba a pasar nada. Todo iba a salir bien. Además de que Jimin iría con él, estaba decidido a seguirlo. No importa que nunca hubiera ido a una guerra, quedarse en la manada no era negociable. Aunque Jungkook se enojara con él y se lo impidiera. Jimin no podía creer lo rápido que se habían desarrollado sus sentimientos. No sabía en que momento había pasado, pero el pelinegro se coló tan suavemente bajo su piel que Jimin se encontraba ahora en graves problemas para asimilarlo.
Estiró su cuerpo tratando de sacudirse el sueño que lo inundaba. No sabía si era muy tarde pero al parecer había dormido demasiado. ¿A donde había ido? Una sonrisa brotó de sus labios recordando lo bien que se sentía dormir abrazado a él. Su aroma lo tranquilizaba, constituía un bálsamo para su alma y alejaba esas pesadillas horribles que estaba teniendo últimamente.
De repente una música se escuchó en la estancia. Era tenue y tan ligera que Jimin la reconoció al momento. Las guitarras de fondo de Kiss Me* de Ed Sheeran aceleraron su corazón, e hizo que retuviera su aliento. ¿Qué hacía una canción como esa en la cabaña a plena mañana? No es que estuviera prohibida la música. Sin embargo, segun tenía entendido, en la manada nadie poseía televisión, ni wifi. Era una vida concentrada en las tareas cotidiana, en la naturaleza y en el entretenimiento de las costumbres tradicionales que la aldea podía ofrecía. Había luz, pero solo para los aspectos más básicos, como cocinar o darse una ducha caliente si era necesario. El clima era la mayor parte del tiempo cálido en Jejú, y cuando era invierno, las cabañas estaban equipadas con grandes chimeneas.