🖤El peligro nos acecha🖤

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Taehyung estaba sentando en el cómodo sofá, moviendo las piernas con nerviosismo

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Taehyung estaba sentando en el cómodo sofá, moviendo las piernas con nerviosismo. Nunca había estado en ninguna de estas cabañas y no tenía esperanza de que Yoongi algun día le enseñara la suya. Le gustaba la de Jungkook, aunque el nombrado en cuestión ahora lo miraba con evidentemente fastidio. Tenía que admitirlo. La cabaña aunque sencilla para sus gustos excéntricos estaba realmente bonita.

— ¿Podías dejar de mirarme como si quisieras matarme? Ya pedí perdón. Era una noticia bastante importante y ahora cuando lleguemos a donde recluyeron a Kiro tu tío me va a matar por demorarnos tanto. Bastante tengo con aguantarle sus cambios de humor -protestó Tae ante la mirada intensa que le estaba dando Jungkook

El pelinegro se mantenía parado, con las manos en la cintura frente a él. La mandíbula apretada desvelaba su postura incómoda luego de que Tae los interrumpiera y se tuviera que dar una ducha. Preferiblemente de agua fría para poder despejarse. Ahora estaba ahí frustrado y con un dolor terrible en sus bolas. Sabía que no debería descargar su enojo con Tae pero era un poco difícil no mirarlo con mala cara después de haberle echado a perder su momento con Jimin, de nuevo.

Después que Tae les dió la noticia se distanció bastante de la cabaña para que pudiera llevar a Jimin a bañarse. Ni siquiera lo miraba y supuso que era por la vergüenza de haberlos interrumpido. Espero pacientemente a que terminara para que él pudiera hacer lo mismo también. Tenía miedo de que lo que su rubio le había confesado entre besos fuera solo una ilusión. Para alivio de Jungkook cuando Jimin salió de la ducha se acercó a él y le dio un beso corto y una deslumbrante sonrisa. Verlo así de feliz lo tranquilizó lo suficiente como para limpiarse y atender a Tae en lo que Jimin se estabilizaba y se vestía.

No se podía quejar. A pesar de haber sido interrumpido Jungkook se sentía en la Luna al saber que Jimin lo aceptaba y lo amaba. Era como estar viviendo un sueño hecho realidad.

— Supongo que no puedo enojar contigo. Al final yo también interrumpí tu momento erótico con al que le dices amargado —le recordó Jungkook aunque sea para mortificarlo

Tae se puso serio. Había sido otra noche larga en la que no había dejado de pensar que diablos le pasaba con Min Yoongi. Después de que curarán a Minji y Jimin, Tae fue enseguida a ver si le servía de ayuda al omega. Aunque Jungkook se tenía que ir a realizar labores en la manada sabía que Jimin había quedado en buenas manos y el pelinegro volvería a acompañarlo. Para su asombro Yoongi no lo regañó, ni lo recibió con mala cara, ni una sola vez. Ni siquiera cuando, en un instante de torpeza, tiró algunos instrumentos del laboratorio hacia el piso, tratando de guardarlos en las estanterías esterilizadas. Tae se había pasado el resto del día muy distraído por Jimin y al parecer, eso hizo que el omega fuera más condescendiente de lo que realmente no era. De hecho se mantuvo callado todo el tiempo, más de lo usual. No pelearon ni una vez.

Después de que Yoongi le dijera que Jimin descansaba con el sedante y que lo había revisado, que todo iba a estar bien, Tae lo abrazó, abrumado por los sentimientos de alivio al saber que su Jiminshi había salido del peligro. Recuerda como se le salieron algunas lágrimas, y como el orgulloso omega le pasó la mano cariñosamente por la espalda. Luego de ese abrazo Tae fue consciente de su debilidad y se separó abruptamente. Yoongi no dejó que se separara demasiado. Al contrario. Lo retuvo en sus brazos, y se quedaron viéndose en un tenso silencio. Yoongi no dejaba de mirarlo a los labios. Tae pudo sentir en esos escazos segundos el aura magnética que brillaba en sus lobos, reconociéndose y oliéndose. El alfa no sabía cuanto tiempo se lo pasaron asi, en ese abrazo lleno de significados que distaba mucho al odio que constamente se profesaban. No fue un beso de pasión, fue uno dulce, de consuelo, que derritió a Tae por dentro y lo hizo cerrar los ojos y quedarse disfrutando del sabor de sus labios. Lo de después fue un desastre. El pelimenta comenzó a explorarla con su lengua, haciendo que Tae como ya era costumbre no opusiera resistencia.

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