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"¿Dónde estás?... Hyunjin no hagas cosas de las que puedas arrepentirte, no es justo para nadie, ni para Félix, ni para Jeongin, tampoco para ti."

El pelinegro lanzó su teléfono a la cama después de oír el mensaje y se recargó la pared pellizcando su nariz en signo de frustración, unos minutos después el omega salió del baño con el cabello aun húmedo y una toalla rodeando su cadera.

—¿Quieres que te haga un café? —preguntó mientras terminaba de vestirse—. Con esa cara creo que será con mucha azúcar —se burló.

—Sabes que no me gusta el azúcar —le dijo de forma gruñona mientras desenredaba su cabello con las manos—. Me meteré a bañar y me iré, no sé cuándo pueda volver.

Félix hizo un puchero.

—¿Vas a estar con él?

—Es mi esposo, es lo normal.

—¡¿Y yo qué?! —gritó—. ¡Es que no piensas en mí!, ¡estoy harto de esto!

Hyunjin le ignoró de mala gana metiéndose al baño, dejó que el agua fría lo empapara, en su cabeza sonaban las advertencias de Chris una y otra vez y el rostro sonriente de Jeongin se hacía presente. Golpeó la pared con su puño logrando algunos raspones.

Se había mentido así mismo diciendo que sólo tendría una relación de amistad, que no vería a Félix más que como un viejo compañero y amigo, se lo debía por haberlo traicionado, por no haberle esperado, pero como bien dicen "donde hubo fuego, cenizas quedan" y había enloquecido por completo con su aroma.

Entonces recordaba a Jeongin, su linda sonrisa, el tono de su voz o el aroma a vainilla, los momentos divertidos que pasaba a su lado y que cada vez se hacían menos por las preocupaciones de su omega.

"Su omega".

Esas dos palabras calaban dentro de su cuerpo, quería a Jeongin, no sabía si era costumbre, cariño o amor, entonces pensaba en Félix en lo que le hacía sentir, en los cambios de ánimo de su cuerpo.

Félix era como un huracán, desbastador, destruyendo todo a su paso, apasionado, Jeongin era... como la brisa lenta, pero constante y segura, le daba frescura y calidez a su vida.

Cuando llegó a la oficina con la misma ropa del día anterior, Jongdae ya lo esperaba sentado frente a su escritorio y silbo.

—Nunca lo creí de ti.

—No estoy para bromas —fue lo único que le dijo.

—No estoy para bromas —fue lo único que le dijo

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El primer amor nunca muere ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora