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Hyunjin se dejó caer en el sillón de su departamento, tenía un bonito olor suave que pertenecía a Jeongin, probablemente el omega estaba durmiendo y esperando por su regreso, era una jodida mierda, Jeongin, su Innie no merecía todo lo que había hecho.

Se levantó y estiró, tenía que arreglar sus problemas con Jeongin, miró a la pared notando un pequeño cambio en el departamento, faltaba la fotografía que había tomado Chris cuando eran jóvenes, una donde sólo estaban él y Jeongin durmiendo uno encima del otro en un sillón, le gustaba esa foto tanto que había decidido enmarcarla.

Rápidamente se levantó del sillón y entonces notó los pequeños demás cambios, el florero de girasoles que le había regalado su madre a Jeongin en su boda o el oso de peluche que adornaba el sillón del balcón, corrió a su habitación y estaba normal excepto porque ahí no había nada, ya casi no quedaba rastro del olor de Jeongin.

Se apresuró a abrir las puertas del armario encontrando sólo sus prendas, entonces miró arriba del armario y no había mochila de viajes.

No, se negaba a creerlo, Jeongin no se había ido, Jeongin le amaba más que a nada, no podía abandonarlo, iban a tener un hijo.

Tomó su celular y marcó el número que lo envió a buzón.

—Vuelve —se dijo que lo regañaría y reclamaría, sin embargo, lo que salió de su boca sólo fueron palabras de súplica—. No me hagas esto, vamos a tener un hijo, vamos a estar unidos toda la vida. Jeongin, me equivoqué, no creo poder seguir sin ti.

No pasó mucho tiempo cuando miró el teléfono celular de Jeongin en el pequeño mueble cerca de la cama.

No pasó mucho tiempo cuando miró el teléfono celular de Jeongin en el pequeño mueble cerca de la cama

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El primer amor nunca muere ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora