❥ 21

99 21 1
                                    

Chris miró los productos que la tienda ofrecía, la mayoría de los objetos que servían como decoración de interiores tenían aspecto antiguo, llevaba alrededor de cinco minutos esperando a la joven llamada Hirai Momo.

La joven le había dicho que lo esperara ahí mientras ella iba por su sudadera, parecía que vivía en el segundo piso de aquel local. Chris esperó impaciente, ya que tenía que regresar al museo en una hora antes de que terminara su horario de comida, sin embargo, algunos objetos empezaron a llamar su atención, como un florero dorado que tenía grabado un dragón, no era muy fanático del estilo barroco o vintage, su departamento estaba arreglado de forma más minimalista, por lo que ninguno de esos objetos podría combinar bien con el gris de su departamento.

Sin embargo, había un caballete que llamó su atención, la madera estaba finamente decorada con peces de colores dorados, podría pintar perfectamente ahí. Tenía pinturas en su casa que se echarán a perder si no las usaba pronto, por lo que buscó el precio del objeto para ver si podía comprarlo, después de todo pensaba viajar a Corea para el cumpleaños de Nayeon, Félix se lo había pedido tan insistentemente que no pudo decirle que no.

—¡Nijiro, ven acá!, ¡Por dios no corras! —Chris se quedó quieto, miró hacia la puerta trasera del local de donde había salido la mujer para ir por su chamarra, sus pies se movieron solos casi por instinto.

—¡Ven acá, mocoso del demonio! —Chris abrió la puerta y un pequeño niño chocó contra sus pies, haciendo que cayera y empezara a llorar fuertemente.

El omega que gritaba corrió para levantar al menor del suelo.

—Oh, por dios, ¿te lastimaste? —dijo alzando al niño en sus brazos y sobando su cabeza—, pero te estoy diciendo que no corras y tú no me haces caso.

Chris aún estaba en shock, incapaz de poder decir algo coherente, si abría la boca seguramente iba a tartamudear.

Entonces la mirada del omega se cruzó con la de Chris, eso asustó al omega que abrazó al pequeño niño fuertemente.

—No le digas a nadie —fue lo primero que salió de aquellos labios que tanto había querido y nunca pudo probar—. Por favor, Chris, no le digas a nadie. Somos amigos, ¿no?

No dijo nada, se acercó al hombre y lo abrazó con fuerza.

No dijo nada, se acercó al hombre y lo abrazó con fuerza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El primer amor nunca muere ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora