capítulo 12

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- A mí me dicen esto y le digo a Lucas que te acompañe él. - Dejó caer el peso de su cuerpo en la barandilla y miró hacia el techo agotado y desesperado a partes iguales, implorando a quien estuviese allí arriba que le diese fuerza divina para levantar a Martin, que llevaba tumbado más de diez minutos a lo largo de las escaleras del último tramo de escalones.

Habían tenido que subir por las escaleras hasta el quinto, al principio lo intentaron en el ascensor pero en el primer piso tuvieron que salir corriendo porque Martin creía que iba a vomitar. El camino hacia la puerta fue, con diferencia, el más sencillo y más placentero de todos. En las diferentes situaciones que había estado delante de esa puerta, Juanjo nunca había tenido tantas ganas de que la abriese, y tenía bastante con que comparar.

- ¿Y mis llaves? - Palmeó todos sus bolsillos con la cara desencajada.

- Te mato, te juro que te mato Martin.

- No las encuentro. - El mayor restregó las manos por su rostro con frustración.

- Con los pantalones estos de hace cincuenta años que me llevas, seguro que tienen un agujero. - Ahora fue Juanjo el que, sin ningún tipo de miramiento, rebuscó en todos sus bolsillos hasta que las encontró en uno de los traseros de su pantalón. - Si están aquí, cabrón.

- Ya, es que estás muy soso, me estabas aburriendo. - Agarró la llave de sus manos y abrió la puerta, tras varias peleas con la cerradura, sin darle importancia a la reacción de Juanjo.

- No sé ni cómo sigo aquí. - Habló en voz alta para sí mismo. Cerró la puerta tras él a la misma vez que Martin se desplomó en el sofá. - Ah no, ni se te ocurra, a la ducha y a la cama.

- Estoy muerto... - Se estiró y cogió un cojín tapándose la cara para que no le molestase la luz del salón. - Déjame aquí, ven.

Se acercó a el sofá y le quitó el cojín de la cara dejando al descubierto las muecas de su rostro al volver a sentir la luz de la lámpara de techo. Que mono.

- Vete a duchar, te has restregado por medio Madrid, no te vas a acostar lleno de mierda.

- ¿Te duchas conmigo? - Martin tomó su mano y formó un puchero en sus labios, Juanjo no pudo contener la risa.

- No.

Martin, muy molesto por su respuesta, se sentó en el sofá para después levantarse con poca estabilidad.

- Como me caiga en la ducha y me mate te va a perseguir para siempre. - Juanjo abrió la boca sorprendido por su ataque.

- Mira, tengo una idea mejor para evitar eso. - El menor se quedó esperando la continuación con esperanza. - Venga, vamos al baño.

Cuando estuvieron ambos dentro, cerró la puerta y encendió el calefactor que había ya enchufado, al girarse ya estaba Martin con los brazos cruzados y una sonrisa que ocupaba toda su cara.

- ¿Ahora qué?

- Déjate los calzoncillos y dúchate. - Se sentó en el váter. - Yo te vigilo desde aquí. - Martin bufó.

- ¿Sigues con tus planes aburridos, no? - Juanjo asintió sin darle importancia a lo que decía y observó como se iba quitando la ropa con torpeza, incluso tuvo que sostenerle cuando se quitó los pantalones y frenarle cuando iba a bajarse los calzoncillos.

- Te los dejas he dicho.

- ¿Pero por qué? - Frunció el ceño. Su petición no le hubiese extrañado si no le hubiese visto desnudo más de una vez, a estas alturas que más daba, él le veía la polla a Lucas casi semanalmente y eran mejores amigos.

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