Martin nunca había sido de esos.
Nunca lo había sido, pero no encontró otra escapatoria, por lo que cuando sus amigos de la universidad le ofrecieron salir después de una semana encerrado en su habitación dijo que sí y más tarde, entre luces neones y música a todo volumen, también le dijo que sí al chico que le pidió un beso.
Y él mismo sabía que todo era despecho, que lo único que buscaba era borrar todo rastro de los labios de Juanjo en su piel, y que los del chico guapo que apretaba su cintura no iba a hacerle conseguir su objetivo. Nunca lo habría hecho, pero estaba desesperado.
Desde el sábado pasado no había conseguido poner un pie en la calle, excepto el domingo siguiente, en el que tuvo que hacer la función, de la que no estaba nada orgulloso, las horas sin dormir le habían pesado desde el primer acto, y haberse encontrado a sí mismo pensando en Juanjo en medio del escenario en más de una ocasión solo le provocaba una decepción propia de la que no sabía si podría hacerse cargo.
El resto de la semana faltó todos los días a clase, y por supuesto, no quedó con ninguno de sus amigos y mucho menos salió con el grupo. Solo sabía lo que había pasado Lucas, y suponía que Álvaro también podía atar cabos de lo sucedido, lo que le hacía sentirse aún más humillado.
El uruguayo intentó cuidarle en todo momento, todo lo que Martin le permitió, le hizo de comer cada día para asesorarse de que no se saltaba ninguna comida y le acompañó en silencio en su habitación cuando conseguía que le abriese la puerta. Le dolía de sobremanera verle así, y jamás había imaginado que sus sentimientos por Juanjo era tan fuertes como para provocar semejante dolor en su amigo, por lo que cuando le avisó de que esa noche saldría fue el primero que lo celebró.
Recibió varios mensajes de Juanjo durante estos días, los últimos le pedían explicaciones de su ausencia, como si verdaderamente le importase, y Martin optó por archivar su chat. Las llamadas del mayor también las ignoró. Lucas le había comentado escuetamente que todos estaban preocupados por él por su desaparición repentina, pero que Juanjo había incidido más en el tema, el hijo de puta, añadió su amigo.
Martin pudo ver venir todo lo que había pasado, pero una parte de él le insistía en que no todo era su culpa.
El mismo creía haber visto a Juanjo mirarle diferente, a sentirlo cada día más cerca, y no podía, ni quería pensar en que la noche que habían compartido hacía a penas una semana fue únicamente un calentón.
El brillo de sus ojos al mirarle no podía ser falso.Por todo eso estaba ahí, enrollándose con un amigo de Jaime que le había presentado hacia una escasa media hora. No se había fijado en él, pero al ver sus acercamientos insinuantes, creyó tenerlo todo hecho para por fin olvidarse del aragonés durante unas horas.
Lo que no sabía y con lo que no contaba, era que Juanjo estaba entrando en la discoteca junto a sus amigos de la carrera.
El mayor había camuflado toda la angustia que le había provocado que Martin le ignorase en rabia.
Los primeros días, quiso pensar que estaba ocupado y no había podido responderle, pero al cuarto día y después de las largas en las quedadas de grupo, se lo tomó personal.
Había estado mucho más irascible de lo usual, el pensamiento del vasco y de los avances que había hecho por él, los cuales habían resultado inútiles, le dolían a la misma vez que le cabreaban.No había parado en casa en toda esa semana, buscaba mil estímulos para que no le comiese la mierda, así que decidió que la invitación a salir de sus amigos de clase era su mejor opción para no parar el ritmo, aunque Álvaro no estaba para nada de acuerdo.
Acompañó a Raúl, uno de ellos, a la barra para pedir y se quedó con él un rato conversando cosas banales de compañeros de clase hasta que pusieron rumbo para volver con los demás.
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god only knows
FanfictionDonde a Martin no le importa pensar lo imposible de tenerle.